En la historia política del siglo XVIII el llamado radicalismo tuvo ideas de avanzada que permitieron navegar hacia un mundo mejor. Predicar la abolición de la esclavitud, la necesidad de otorgar la independencia a las colonias americanas y ser partidario de la Revolución francesa en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo citado fue un paso importante que se atrevió dar en el parlamento inglés el radical Charles James Fox.
Hoy pocos partidos se denominan radicales, con tendencias que van de un extremo a otro del espectro político. En nuestro medio se ha dado por tildar de radicales a ciudadanos que sostienen que para salir de este régimen criminal se requiere una solución drástica de un día para otro.
Ello puede ser bueno o malo de acuerdo a las circunstancias.
Es imprescindible finiquitar la usurpación de Maduro que destruyó al país. Afortunadamente, todos los demócratas somos radicales en este objetivo. Las diferencias afloran en el cómo hacerlo: ¿Esperar que se conforme una fuerza interna y otra internacional que resuelva nuestro problema? Quienes se aferran a esta opción deben aclarar con cuántos fusiles y ciudadanos venezolanos disponemos y qué países intervendrían.
Como han dicho que no sería una invasión, es pertinente que expliquen cómo sería el procedimiento. Recordemos que la ayuda humanitaria no logró entrar por Cúcuta porque las fuerzas del régimen lo impidieron. Tienen derecho a defender esta vía, pero no deberían despertar falsas esperanzas.
Pareciera que actúan como Sorel, el personaje de Stendhal en Lo rojo y lo negro, que decía lo que querían escuchar ciertos grupos.
¿Aguardar que nuestra Fuerza Armada decida hacer respetar la Constitución? Es posible y deseable, pero es una opción sobre la cual no tenemos ni arte, ni parte.
¿Acudir a votar en las parlamentarias aunque no haya condiciones? Esta vía está descartada por los dirigentes demócratas, aunque ciudadanos de buena fe puedan asistir. Algunos eran partidarios de entusiasmar a los ciudadanos e intentar aplazar las elecciones, pero retirarse a última hora si no se daban las condiciones.
Este punto quedó claro.
Maduro, Timoteo y otros decidieron no aplazarlas, ni hacerlas transparentes. Los dirigentes que las promueven son colaboracionistas del régimen.
¿Concurrir a votar si el régimen decide que también hay elección presidencial y en mejores condiciones que las actuales? Esta opción también la cerró el régimen.
¿No votar en las parlamentarias y participar en la Consulta convocada por la Asamblea Nacional?
Esta Consulta tiene como enemigos al régimen y a los opositores que defienden la opción del punto 1; además de cierta apatía de la gente porque la misma no solucionará los problemas de la vida diaria y, por añadidura, la presencia del coronavirus.
Sin embargo hay que apoyarla para que sea una derrota para Maduro y un respaldo a la Asamblea Nacional, al presidente (e) Guaidó y a los países que nos apoyan. ¿Oponerse a cualquier nuevo intento de mediación por parte de la Unión Europea o de uno o más gobiernos? Ante tantos problemas que agobian a los venezolanos y al fracaso de procesos anteriores de negociación, hay un rechazo generalizado y comprensible a esta opción. Sin embargo, descalificar esta vía porque “solo permitió ganar tiempo a Chávez y a Maduro” es un tanto infantil. Afirmar que “enfrió la calle” es desconocer la realidad.
Las protestas de calle tienen sus momentos culminantes y, debido a la represión y al cansancio natural, decaen gradualmente. Tenemos que deponer posiciones extremas. Por ejemplo, descalificar a Borrell por haber tomado una iniciativa no discutida en el Parlamento Europeo, sin considerar que sus declaraciones han sido contundentes de que no hay condiciones para unas elecciones libres y que en no reconocer a Maduro Descalificar al gobierno Noruego por el intento de intermediar y pregonar que Trump es un dechado de virtudes y Biden de malas intenciones, son radicalismos perjudiciales.
Ojalá no sigamos cayendo en la “política de la herradura”, donde los extremos se aproximan.
Como (había) en botica
√ El anteproyecto de Ley de Hidrocarburos fue un esfuerzo de los diputados Elías Mata y Luis Stefanelli, entre otros. Tomar en cuenta que recuperar esta industria no será fácil, que no hay escasez de petróleo, ni de gas en el mundo, sino menos demanda; que hay mucha competencia por recursos para invertir y que el Estado Venezolano no los tiene, por lo que se debe incentivar la presencia de empresas privadas. Además, que las energías renovables ganan terreno y hay que promoverlas. Cuando se discuta es conveniente tomar en cuenta algunas observaciones, considerando que el Estado no puede estar pintado en la pared, pero que tampoco debe interferir en el negocio.
√ Lamentamos el fallecimiento de Severiano Rafael Hernández, miembro de Gente del Petróleo y de Unapetrol. También de la señora Carman Blanca de Guedez, esposa de nuestro compañero y conocido intelectual Víctor Guedez.
√ No más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com
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