Blog de Víctor José López /Periodista

miércoles, 18 de febrero de 2015

ALFONSO L. TUSA Un tortuoso camino hasta los Yanquis

Prevenido por los Yanquis, de Corea del Sur, Rob Refsnyder
David Waldstein. The New York Times 


 Tampa, Fla. – Al final de aquellas exhibiciones de beisbol en Orange County, Calif., el formato siempre era el mismo. Pocos entrenadores  y niños asistentes del día se conocían. El director se paraba frente a los jugadores y mencionaba los nombres de quienes habían destacado ese día: el mejor guante, el mejor brazo, el mejor bateador.
 El nombre Robert Refsnyder era mencionado frecuentemente,  y mientras el muchacho nacido en Corea se levantaba para recibir su premio, la gente lo miraba confundida. La cara no correspondía con el apellido.
 “Si, ese soy yo”, decía él, riendo consigo. “Soy Rob Refsnyder”.
 En algún momento de este año, entrenamientos primaverales, inauguración  o más adelante en la temporada regular, Refsnyder será presentado a los aficionados de los Yanquis por primera vez, y algunos de ellos podrían mirarlo con la misma confusión de los jugadores y entrenadores de aquellas exhibiciones californianas.
 Refsnyder es uno de los mejores prospectos de los Yanquis, un bateador sobresaliente quien ha sido invitado a su primer entrenamiento primaveral de Grandes Ligas este mes y espera convertirse pronto en el segunda base regular del equipo. Él fue adoptado en Corea del Sur por padres con ancestro alemán e irlandés, así como su hermana mayor Elizabeth, quien fue una talentosa softbolista en la universidad.
 Refsnyder fue seleccionado en la quinta vuelta del draft amateur de 2012, en la Universidad de Arizona, adoptado en este sentido, por los Yanquis. Avanzó rápido en la clasificación del sistema de ligas menores, bateó .297 con un porcentade de .389 con gente en base y alcanzó 508 bases totales en dos temporadas y media, y ahora es una esperanza para los aficionados que han estado aguardando porque el sistema de granjas de los Yanquis produzca al próximo Robinson Canó o Brett Gardner.
 Pero también es importante, que con el progreso en su crecimiento el también pueda llevar inspiración a millones de niños  adoptados y a los adultos. Refsnyder dice que siempre se ha sentido a gusto con su adopción, pero sabe que la vida puede ser exigente para algunas personas adoptadas, especialmente durante los años de la formación de la identidad en la adolescencia.
 Los niños adoptados representan el 2 % de la población total menor de 18 años, pero el 11% de todos los adolescentes referidos a terapia han sido adoptados, de acuerdo al Congressional Coalition on Adoption Institute. Refsnyder señala que cada historia es diferente, hasta él y su hermana pueden tener sentimientos distintos sobre sus adopciones, y dice que ha pasado poco tiempo considerando sus circunstancias.
 Pero durante la carrera universitaria de Refsnyder y su breve tiempo en las ligas menores, su historia de adopción se hizo pública, lo que llevó a muchos adoptados y padres adoptivos a buscarlo, en busca de consejos mediante cartas y correos electrónicos y para decirle de la inspiración que él significa para ellos.
 Esa atención se podría intensificar si él tiene el tipo de éxito que él y los Yanquis esperan.
 “No es algo que yo haya buscado”, dijo sobre dar charlas  a los adoptados. “Pero soy feliz haciéndolo. Quiero que la gente sepa que está bien ser diferente, y voy a ser tan accesible como pueda en relación a este tema. Nunca he rehuído el tema, y si los niños quieren preguntarme de eso, les hablaré de eso. Podría hacer un chiste, pero nunca renegaré de ser un adoptado. Estoy orgulloso de mi familia. Represento el apellido Refsnyder”.
  Refsnyder fue adoptado en 1991 cuando tenía poco más de 5 meses de edad. Nació en Seul, Corea del Sur, y recibió el nombre de Kim Jung-tae. Su familia no conoce la identidad de su madre biológica; ellos solo saben su edad y nivel educativo, y Refsnyder no tiene ningún resentimiento.
 “Estoy seguro de que ella hizo lo que sintió que era lo mejor para mí, darme lñas mejores oportunidades en la vida”, dijo él. “Y me siento muy bendecido. Amo mi familia y haría lo que fuera por ellos, como ellos lo han hecho por mí”.
 Su madre, Jane Refsnyder, puede recordar cada fecha del proceso de adopción con mucha nitidez. Como las mujeres embarazadas que llevan el control trimestral de las pruebas de ultrasonido y glucosa, los padres adoptivos tienen rutinas de visitas con trabajadores sociales, revisiones de antecedentes penales y entregas de declaraciones financieras. Algunas veces los sacrificios se hacen antes de conocer a los niños.
 Despues de varios años de espera en vano por una adopción en su país, Jane y su esposo Clint Refsnyder, recurrieron a Holt International y fueron conectados con Rob el 26 de marzo de 1991. El 28 de junio, luego de un retraso agonizante tratando de asegurar su visa, consiguieron una cita en Los Angeles. A las 7:43 de la mañana, mientras esperaban en una cafetería  de la planta baja del edificio, fueron estremecidos por el terremoto Sierra Madre,  que fue medido 5.8 en la escvala de Richter.
 Mientras los pedazos de techo caían a su alrededor, los Refsnyder evacuaron hacia la calle. Entonces Jane recordó que había dejado su maletín con los documentos de adopción en el restaurant. Ella le netregó a Elizabeth, quien tenía tres a.ños, a Clint, mientras todas las personas corrían en dirección opuesta, ella regresó adentro. “De ninguna manera iba a perder eso”, dijo ella.
 Poco más de dos meses después, luego de un retraso de una semana debido a una enfermedad respiratoria, Rob llegó finalmente al Aeropuerto Internacional de Los Angeles el 5 de septiembre. Vino con el apodo coreano de Moose, por ser un bebé grande.
 A medida que los niños iban creciendo, mostraban habilidades atléticas. Clint, quién por estatura había jugado como atacante en el equipo de baloncesto de Muhlenberg College, estimuló sus inclinaciones deportivas con juegos en el garaje y salidas anuales del día de Navidad para ver a los Lakers de Los Angeles en los días de Shaquille O’Neal y Kobe Bryant.
 “Esos juegos siempre fueron de mis memorias más agradables·, recordó Rob.
 Rob destacó en beisbol, baloncesto y futbol americano. En la secundaria Laguna Hills High School fue nombrado jugador del año en su conferencia. Su entrenador le pidió jugar como quarterback por primera vez al año siguiente, y el equipo se mantuvo invicto toda la temporada y ganaron el campeonato estadal.
 Fue en el escenario deportivo que él empezó a oir ocasionales expresiones despectivas, principalmente de los fanáticos pero algunas veces de los oponentes. Sus padres no le permitieron jugar futbol americano hasta que tuvo 13 años, y ese año, luego que un muchacho lo tumbara de una patada, le gritó a Rob, “¿Por qué no regresas al sitio de donde eres?”, Rob le replicó, “¿Por qué no lo haces tú?”
 Otros comentarios fueron más inocentes. Cuando tenía 16 años, Rob se ganó un puesto en el equipo olímpico junior de Estados Unidos que viajó a Venezuela para un torneo, su padre se reunió con él allá. Los niños locales, luego de ver a Refsnyder, se preguntaban porqué él no estaba con el equipo japonés. Eso lo divirtió, pero dijo que ese viaje le cambió la vida por otras razones.
 “A esa edad, no te importan mucho las otras personas”, dijo. “Los niños de Orange County, Calif., son tal vez algo egoístas y malcriados. En ese viaje vi la pobreza real, niños con un solo par de zapatos y cosas como esa. Eso me cambio para siempre”.
 Cuando llegó a la universidad y aumentó la importancia de los juegos, se intensificaron las burlas desde la tribuna. La gente hacía chistes racistas, dijo él, y comentarios malintencionados sobre su adopción. Algunos causaban risas. Otros no.
 “Decían cosas terribles, cosas dolorosas”, dijo él. “Observaciones rudas sobre mi raza y la raza de mis padres, decían que la adopción no está bien. Ellos eran ignorantes tratando de meterse en mi mente”.
 Refsnyder dijo que nunca se había sentado a conversar con sus padres sobre la adopción, ni sentía que lo necesitaba. No se dio cuenta de que era adoptado, hasta que a los 5 o 6 años, le preguntó a su hermana porque ellos lucían diferentes a sus padres. Su respuesta fue, “Porque somos adoptados”.
 Él dijo, “Desde entonces, lo acepté totalmente”.
 Aunque las leyes recientes y las tendencias han causado un decrecimiento en las adopciones internacionales, Corea del Sur tiene el programa de adopción internacional más viejo y envió más niños fuera de sus fronteras que cualquier otro país, más de 150.000, desde 1953 hasta 2006, de acuerdo al ministerio coreano de salud y calidad de vida. Más de 104.000 fueron adoptados por ciudadanos norteamericanos.
 En los años recientes, el gobierno surcoreano ha tomado medidas para reducir el número de adopciones y mantener juntas a las familias biológicas. En 1991, la de Refsnyder fue una de aproximadamente 1800 adopciones desde Corea del Sur hasta Estados Unidos, por debajo de un tope de más de 6000 en 1986, dos años antes de que Elizabeth Refsnyder fuese adoptada. En 2013, el número fue 138.
 En Orange County, donde los Refsnyder aún viven, hay muchas familias de ascendencia coreana. En innumerables ocasiones, algunas de esas personas le han dichoa los Refsnyder que gesto tan hermoso habían hecho ellos al adoptar dos niños, y cuan afortunados eran los niños de tener unos padres tan cariñosos y comprometidos.
 “Siempre decimos que somos los afortunados”, dijo Clint Refsnyder. “Mi esposa y yo somos muy afortunados de tener dos niños tan maravillosos”.
 Algunas veces, dijo Refsnyder, su madre le pregunta si le gustaría encontrar a su madre biológica. La respuesta de Rob es típica de la manera como asimila el tema en general. “Lo siento mamá, estás repetida con eso”. Un día, el dijo, él espera hacer un viaje a Corea del Sur con la familia.
 Recientemente, jane recordó el día cuando Rob estaba en secundaria y cautelosamente le preguntó si heriría sus sentimientos si decidía que quería buscara  su madre biológica.
 “Oh, Robert”, dijo ella que le dijo. “Iré hasta el fin del mundo contigo. Y si alguna vez la encontramos, seré la primera en abrazarla y agradecerle por el gran regalo que nos dio”.
 Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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