Maduro o la ineptitud como propaganda
Cuando están en aprietos, los
mandatarios populistas acuden al mismo estribillo para presentar las críticas a
su gestión como un ataque contra su pueblo y los cuestionamientos hacia ellos,
como una ofensa a la patria.
7:19 p.m. | 17 de febrero de 2015
Desde
que empecé a escribir en este periódico me he propuesto no mezclar mi rol de
columnista de EL TIEMPO con mi trabajo como caricaturista de Semana, y hoy no
será la primera vez que lo haga, pese a que desde el fin de semana he recibido
un aluvión de insultos por la exhibición que hizo Nicolás Maduro de un dibujo
mío publicado en esa revista.
Sin embargo, sí voy a referirme a otras de las declaraciones hechas por televisión el sábado pasado por el Presidente de Venezuela contra los medios colombianos, con las cuales trata de levantar una fachada de falacia y fantasía para ocultar el caos en que está sumido ese país, debido a su demostrada incompetencia y a su comprobada ausencia de liderazgo.
Después de un breve saludo a los colombianos, el mandatario, que aparecía con un ejemplar de Semana en la mano, se quejaba de que en Colombia hay “todos los días un ataque contra Venezuela, un ataque contra mí; antes era contra nuestro amado comandante, Hugo Chávez”. Y a renglón seguido él mismo pregunta y se responde: “Ustedes saben por qué, ¿verdad? Nos tienen terror... Al socialismo bolivariano y cristiano que creó Chávez le tienen terror”. Tengo que admitir que esta última frase es imposible de refutar. ¡Claro que le tenemos terror! Cómo no habríamos de sentir pánico –no solo en Colombia, sino en cualquier parte– a un régimen que es capaz de llevar a la ruina a un país tan rico en recursos... Cómo no temerle a un mandatario mediocre que pretende eternizarse en el poder, a punta de chabacanería e intimidación...
Según Maduro, la oligarquía colombiana “trata de mostrar a nuestro pueblo desmoralizado... ellos quisieran lograr la desmoralización nacional”. ¡Habráse visto! ¿Será que los ciudadanos venezolanos tienen la moral por el piso por culpa de la oligarquía de Colombia o por la impotencia a la que cada día se enfrentan cuando no encuentran comida? ¿Se sentirán impotentes los ciudadanos venezolanos por culpa de la prensa de nuestro país o por carecer de elementos de aseo o de medicinas? ¿Será que los ciudadanos venezolanos se desesperan como consecuencia de esa llamada campaña de odio que aquí urdimos o por padecer una inflación que supera el 60 %?
En otro acertado comentario, el mandamás bolivariano se enoja y sentencia: “Repudio la campaña de manipulación y mentiras y de odio que hay en Colombia contra Venezuela y contra Nicolás Maduro... La repudio, la rechazo”. Cuando se encuentran en aprietos, los mandatarios populistas –de izquierda o de derecha, da igual– acuden al mismo estribillo para presentar las críticas a su gestión como un ataque contra su pueblo y los cuestionamientos hacia ellos, como una ofensa a la patria. Lo hace Maduro y lo hace Correa; lo hace la señora Kirchner y lo hace Evo; lo hacía Chávez y lo hacía Uribe. Es un viejo truco que, tristemente, todavía funciona; sobre todo en las capas menos educadas de la población.
Los mandatarios mediocres siempre encuentran en factores externos una cortina de humo, decorada con demagogia y patrioterismo, para justificar su ineptitud en la solución de los problemas que ellos mismos han provocado, o que no han sido capaces de resolver. Hasta que la situación les estalla en sus propias manos.
* * * *
Colofón: cuando me enfrento a Uribe –en mis dibujos o en mis escritos– se oyen muchas voces de supuestos sectores democráticos y liberales que se regodean. Ninguno de ellos dice que se me va la mano ni que soy un irrespetuoso, ni hablan de los límites que debe tener la prensa. Pero cuando la cosa es con los llamados héroes de la revolución bolivariana, todos me hacen sentir el silencio atronador de la indiferencia. Y muchos de ellos se autodenominan librepensadores... Ahí están pintados.
Sin embargo, sí voy a referirme a otras de las declaraciones hechas por televisión el sábado pasado por el Presidente de Venezuela contra los medios colombianos, con las cuales trata de levantar una fachada de falacia y fantasía para ocultar el caos en que está sumido ese país, debido a su demostrada incompetencia y a su comprobada ausencia de liderazgo.
Después de un breve saludo a los colombianos, el mandatario, que aparecía con un ejemplar de Semana en la mano, se quejaba de que en Colombia hay “todos los días un ataque contra Venezuela, un ataque contra mí; antes era contra nuestro amado comandante, Hugo Chávez”. Y a renglón seguido él mismo pregunta y se responde: “Ustedes saben por qué, ¿verdad? Nos tienen terror... Al socialismo bolivariano y cristiano que creó Chávez le tienen terror”. Tengo que admitir que esta última frase es imposible de refutar. ¡Claro que le tenemos terror! Cómo no habríamos de sentir pánico –no solo en Colombia, sino en cualquier parte– a un régimen que es capaz de llevar a la ruina a un país tan rico en recursos... Cómo no temerle a un mandatario mediocre que pretende eternizarse en el poder, a punta de chabacanería e intimidación...
Según Maduro, la oligarquía colombiana “trata de mostrar a nuestro pueblo desmoralizado... ellos quisieran lograr la desmoralización nacional”. ¡Habráse visto! ¿Será que los ciudadanos venezolanos tienen la moral por el piso por culpa de la oligarquía de Colombia o por la impotencia a la que cada día se enfrentan cuando no encuentran comida? ¿Se sentirán impotentes los ciudadanos venezolanos por culpa de la prensa de nuestro país o por carecer de elementos de aseo o de medicinas? ¿Será que los ciudadanos venezolanos se desesperan como consecuencia de esa llamada campaña de odio que aquí urdimos o por padecer una inflación que supera el 60 %?
En otro acertado comentario, el mandamás bolivariano se enoja y sentencia: “Repudio la campaña de manipulación y mentiras y de odio que hay en Colombia contra Venezuela y contra Nicolás Maduro... La repudio, la rechazo”. Cuando se encuentran en aprietos, los mandatarios populistas –de izquierda o de derecha, da igual– acuden al mismo estribillo para presentar las críticas a su gestión como un ataque contra su pueblo y los cuestionamientos hacia ellos, como una ofensa a la patria. Lo hace Maduro y lo hace Correa; lo hace la señora Kirchner y lo hace Evo; lo hacía Chávez y lo hacía Uribe. Es un viejo truco que, tristemente, todavía funciona; sobre todo en las capas menos educadas de la población.
Los mandatarios mediocres siempre encuentran en factores externos una cortina de humo, decorada con demagogia y patrioterismo, para justificar su ineptitud en la solución de los problemas que ellos mismos han provocado, o que no han sido capaces de resolver. Hasta que la situación les estalla en sus propias manos.
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Colofón: cuando me enfrento a Uribe –en mis dibujos o en mis escritos– se oyen muchas voces de supuestos sectores democráticos y liberales que se regodean. Ninguno de ellos dice que se me va la mano ni que soy un irrespetuoso, ni hablan de los límites que debe tener la prensa. Pero cuando la cosa es con los llamados héroes de la revolución bolivariana, todos me hacen sentir el silencio atronador de la indiferencia. Y muchos de ellos se autodenominan librepensadores... Ahí están pintados.
@Vladdo
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