José Manuel Pallì, Esq
Hace
un año, en una de las rarísimas instancias en las durante los últimos
cuatro años se han puesto de acuerdo los dos extremos de nuestro cada
vez mas polarizado bipartidismo, nuestros dos partidos acordaron –la votación fue de 396 a 9- reafirmar el que ha sido nuestro lema nacional desde 1956: “Confiamos en Dios” (In God We Trust).
La
votación puede haber parecido algo banal en su momento, habiendo tantas
otras medidas mas urgentes sobre las cuales era imperativo votar y dado
que ya el Congreso había reafirmado el lema nacional en el 2002 y en el
2006, pero a mi me permitió revalidar mi optimismo y mi esperanza en
que no todo esté perdido en nuestro híper-monetizado y cada vez mas
cínico ambiente político.
Para
quienes creemos en Dios, nuestra confianza en El con frecuencia nos
lleva a buscar Su guía. Yo lo consulto con frecuencia, incluso con
respecto a temas tan mundanos como a cual de los candidatos debo darle mi voto. Y
cuando lo hago no pretendo una respuesta clara y directa de Su parte
–me imagino que El debe estar harto de quienes reclaman su intercesión
para desviar tormentas y otros menesteres similares, como uno de los
“expertos” en esta materia, recientemente reaparecido en los actos de
campaña del candidato Republicano a la presidencia- sino que busco Su
guía a través de las bases doctrinales que sustentan mi fe y mi
confianza en El.
A
veces se hace difícil buscar Su guía, porque y a pesar del muro que
separa a las iglesias del estado en nuestro modelo constitucional, uno
de nuestros partidos prácticamente ha secuestrado a Dios y lo ha hecho
parte de su “marca”. Y esto se hace evidente en la forma
en que algunas iglesias sugieren abiertamente a sus feligreses cual debe
ser su preferencia política, llegando incluso a publicar guías para que
estos sepan exactamente cómo votar en las elecciones. Ante
ese estado de cosas, mi único remedio es buscar la guía divina a través
de una indagación aun mas profunda de las bases doctrinales a las que
hacia referencia mas arriba.
Y
esas bases doctrinales me dicen, por ejemplo, que mi Dios jamás pudiera
querer que yo vote enfocàndome en una sola cuestión (lo que llaman single issue voting).
No tengo dudas de que El preferiría que yo mantuviera mi mente y mi
corazón abiertos a un sinnúmero de cuestiones que definen la complejidad
de la sociedad en la que vivimos, tratando de balancear todas esas
cuestiones para beneficio de esa sociedad. Mi propia iglesia ha
desarrollado, durante siglos, una doctrina social que ha quedado
reflejada en muchos de sus documentos y yo no creo que uno debe ser
selectivo a la hora de interpretar y valorar alguno de esos documentos
poniéndolo por encima de todos los demás, y mucho menos hacer eso por
conveniencia política. Francamente, me resulta difícil ver inspiración
divina alguna detrás de ese tipo de actitudes.
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