Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 8 de enero de 2011

EN EL PAÍS DE LA MEDIOCRIDAD

VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ

En tiempos de Richard Nixon un grupo destacado de Hombres de Leyes promovió la candidatura a la Corte Suprema de Justicia de Harold Carswell, cuyos méritos, además de haber sido amigo del presidente de la Estados Unidos, era el haber sido una destacada “foca” para aplaudir públicamente todo lo notorio que Nixon hiciera. Como suele suceder, en los Estados Unidos como en Venezuela, gente en los medios que censuran estas acciones criticó duramente la promoción de Carswell a la CSJ. Allá no tuvo éxito, privó en la opinión pública el respeto al sagrado recinto de la Justicia. En el interín surgió entre la hojarasca la opinión del Senador Román Hruska, defensor de Carswell, cuyo argumento fue: “La gente mediocre merece la representación de Harold Carswell”.
Pensamos que habrá gran satisfacción en la mediocridad venezolana.
Nos viene a la memoria el ejemplo del culto a la mediocridad, al enterarnos que el equipo Caribes de Anzoátegui ha considerado alquilar un avión para trasladarse durante la Serie Semifinal del Beisbol Profesional de Venezuela, por el insoportable estado de las carretera que unen las ciudades de Maracaibo, Maracay, Caracas y Puerto La Cruz que son con las de La Asunción en Maregarita donde se disputa el torneo. Un hecho increíble, cuando hasta hace poco éramos el país con las mejores vías de comunicación terrestre. Carreteras en tan deteriorado estado, convertidas por la noche en paraíso de asaltantes, que encarecen el costo de la vida de toda la población al impedir el flujo continuo, seguro y económico de los transportes de alimentos, medicinas, periódicos, víveres, en fin del mercado nacional que no puede echar mano a una inexistente red ferroviaria o en su defecto al sistema de transporte aéreo nacional ya que es el más inseguro y deficiente en el continente americano.
Tal y como lo habría apuntado el Senador Roman Hruska, es un país en el que la mediocridad impera como ha sido demostrado en las recientes declaraciones de los ministros de la vapuleada Economía nacional prometiendo que no habrá inflación ni carestía a pesar de la devaluación de una moneda que se anunció fuerte y se ha convertido en plastilina para jardines de infancia en esta jungla de la mediocridad

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