Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 11 de noviembre de 2019

30 AÑOS SIN EL MURO DE BERLÍN Por Egildo Luján Nava



Formato del Futuro…

La construcción del Muro de Berlín al culminar la ll Guerra Mundial y su destrucción 29 años después, la noche del 9 de noviembre de 1989, fueron fechas que marcaron un hito en la historia del mundo.
El Muro dividió a Alemania durante 28 años. En 1949, la ciudad quedó dividida en cuatro partes o sectores: Soviético, Estadounidense, Francés e Inglés. De ellos, el primero se convirtió en la República Democrática Alemana (RDA). Y los restantes tres sectores unidos formaron la República Federal Alemana (RFA). 
Durante el largo período de esos 28 años (1961-1989), el oprobioso Muro separó familias enteras. Miles de personas fueron muertas, heridas y maltratadas en intentos desesperados por burlarlo. 
El Berlín Soviético (RDA), dominado por un Gobierno Comunista, lejos de recuperarse después  de haber sufrido una terrible guerra, fue convertido en ruinas, con una economía devastada y una población sumida en la miseria. 
Inevitable no recordar cuando en 1982 se produjo la oportunidad de visitar al Berlín Soviético en misión diplomática, y aprovechamos la ocasión de llevarles un oculto kilogramo de café a los familiares de un amigo caraqueño. Fue un encuentro que permitió apreciar la pobreza alemana, y valorar infinitas lágrimas de alegría alrededor de un paquete de café que fue recibido como un bien de inestimable valor, y de un té caliente que fue obsequiado en un especial gesto de afectiva reciprocidad. 
Se trató de una bolsa de té que, luego de haber sido usada en múltiples ocasiones, salió nuevamente de una caja de madera y plata, para ser sumergida y convertirse en una infusión caliente y descriptiva de los detalles de un encuentro cargado de lo que, quizás, todos ubicamos silenciosamente en un añorado propósito: que el hecho se repitiera en condiciones distintas a las  que no estábamos en posibilidades de  interpretarlo en voz alta, posiblemente por dudar que algún día sucedería lo que hoy el mundo libre lo asocia con un hecho que se produjo hace 30 años. 
Jamás imaginamos que, en realidad, lo que se produjo en aquel momento fue, además del disfrute del acto de haber sumergido durante un rato el té en cada taza sin azúcar,  y de apreciar el cuidado y celo con el que luego guardaron nuevamente aquel tesoro de la bolsita usada en su cajita, que sí se justificaba que el matrimonio diplomático venezolano agradeciera. No como un hecho cualquiera. Sí porque, sin duda alguna, hacía posible comparar entre agradecimientos, dolores y tristeza dos situaciones y realidades. De igual manera, porque a mi esposa y a mí  nos permitía identificar, valorar, y apreciar objetivamente el alcance de un bello gesto que nos honraba, además de referirnos a la Venezuela de entonces como un ejemplo de hermandad.      
Pero lo que habría de cambiar, comenzó a cambiar. Y luego de una guerra de terribles consecuencias que produjo más de 60 millones de muertos y de haber dejado a Europa en ruinas, al llegar a su fin, comienza una nueva era de veloz recuperación. Queda Alemania como país responsable de ese triste capítulo; paga al terminar dividida en dos partes: una bajo el comunismo Soviético y la otra integrada en la República Federal Alemana, Democrática, con una economía capitalista y de libre competencia. 
Y es así como luego de 29 años, es decir, para el año 1989, cuando cae el Muro y se integran las dos Alemanias, la parte soviética comunista continuó en ruinas y sumida en miseria. Sin embargo, la contraparte, la Alemania (RFA) capitalista y democrática, ya estaba completamente recuperada. Lo que se catalogó como el "Milagro Alemán", hizo posible que dicho país se convirtiera en una Nación del primer mundo, y catalogado de potencia mundial. Pero, además, hizo posible que, unidas, ya después de 30 años, hoy Alemania sea uno de los países más prósperos de mundo. 
Sin duda alguna, este es uno de los tantos ejemplos acerca de lo que implica en términos de desarrollo, lo que es estar bajo un régimen capitalista versus un gobierno comunista, al igual que en las dos Coreas, la del Norte y la del Sur. La Cuba de antes del año 1959, próspera y rica, que para la época tenía un ingreso per cápita mayor al de Italia, Francia, España, hoy, bajo un régimen comunista desde hace más de medio siglo, es uno de los más pobres del continente americano. 
Obviamente, bajo este contexto no se puede dejar de destacar lo que ha pasado en Venezuela. Hasta 1998 Venezuela se caracterizaba  por estar regido bajo un sistema gubernamental democrático. Para entonces, se le calificaba una Nación sólida y respetuosa de los derechos humanos, además de ser el país más rico y próspero de toda Latinoamérica, y  receptora de ciudadanos del mundo entero, que optaban por esta parte del mundo  en donde se hacían presentes en procura de seguridad y de prosperidad. 
A partir del año 1999, cuando asume la conducción del país Hugo Chávez Frías, no pasa igual que en Berlín. Pero sí se comienza a estructurar una muralla o régimen comunista, y se inicia la destrucción paulatina de un bello y próspero país. 
Es un sistema de gobierno que minó todas las instituciones, centralizó todos los poderes y destruyó al sector productivo privado. Asimismo, acometió una economía de puertos, destruyendo el tejido industrial interno, al igual que la poderosa industria petrolera; la misma que alguna vez fue considerada una de las más prósperas del mundo.   
Inevitable concluir en lo que se ha convertido hoy Venezuela: en uno de los países más pobres del mundo. 
Desde esta tribuna, nuevamente, se difunde lo que se ha planteado desde diferentes partes del país y en distintos espacios de discusión. Y se trata de que, en obediencia a lo que, como se destaca reiteradamente y permite el orgullo de ser venezolanos,  y mientras eso  prevalezca, la ciudadanía venezolana debe desligarse de intereses mezquinos. 
Pero, además, debe manifestarse y declararse unido en el rescate del país, capitalizando la ventaja de  tenerlo cómo y con qué. Y convirtiendo en posibilidad cierta el hecho de que el mundo está dispuesto a ayudarnos. 
La población venezolana no debe perder más tiempo cazando brujas. Asimismo, no debe permitir que intereses extranjeros depreden a la Nación y conviertan a la dirigencia nacional en tontos útiles. No hay que perder más tiempo en insultos y en acusaciones. Por el contrario, hay que  dedicar talento y fortaleza creativa en  cómo resolver y sacar el país adelante. 

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