EL PUEBLO DEFENDIÓ SUS DERECHOS
CON BARRICADAS EN LA INSURRECCIÓN DE 1830
El pueblo de París con el
apoyo de la Guardia Nacional, consiguió vencer al ejército real*. La
insurrección de 1830 trajo consigo otra constitución que reconocía al pueblo de
nuevo portador de la soberanía nacional. El Rey ya no lo era de Francia
por derecho divino, sino por voluntad de los franceses
Esta primavera venezolana ha sorprendido a
muchos. De un país que llevaba aguantando carros y carretas 18 años, y que
parecía estar ya domado según los caprichos de los alibabás que
gobiernan, pocos podrían haber imaginado que con las primeras floraciones de la
primavera, que no por tropical deja de alterar la sangre, de repente
prácticamente toda una nación se haya echado a la calle y en plan Fuenteovejuna
han montado una autentica sampablera.
Me pregunto cómo harán en los libros de
historia para contar esto que estamos viviendo en esta Venezuela tan
convulsionada, política, social y moralmente. No faltará el que piense que la
cosa es simple: se cuenta y ya. Pero no sé si los que vengan detrás podrán
entenderlo, aprendérselo sí, pero entenderlo no estoy tan seguro. La mayoría de
los que estamos transitando esta locura, no creo que podamos explicarnos algún
día cómo gente tan ignominiosa, con tanta crueldad, tanta arbitrariedad, tanta
ignorancia, tanta torpeza, tanta infamia y tan poca vergüenza hayan podido
llegar a gobernar este país durante casi dos décadas.
Cómo se contará que el pueblo se esté
alzando contra los “revolucionarios”, si se supone que el pueblo son ellos; que
ahora, los de arriba y los de abajo salgan a jugarse la vida juntos
enfrentándose a un sistema que tiene Guardia Nacional, Policía, Fuerzas
Armadas, (eso sí, con el sufijo “bolivarianas”), jueces, y “cnes”, a su
disposición, con todas las pertrechos para reprimir, herir y matar. Seguro que
entonces aparecerá la dificultad para explicarlo y que se entienda.
La épica del asunto es que no hay tal. Los
que gobiernan mandan a matar, y sus subalternos matan; quieren hacer creer que
como tienen la sartén por el mango están a salvo, ya se sabe, la sartén
contiene bombas lacrimógenas, escopetas, pistolas, tanquetas y armas prohibidas
en todos los manuales para contener el orden, porque pueden matar. Mandan
acorralar a los manifestantes, sin percibir que en realidad son ellos los
acorralados. Ante la exagerada represión, los manifestantes que van al frente,
la mayoría jóvenes, solo usan rudimentarios escudos para protegerse de las
cargas policiales, sus proyectiles y sus gases. No es extraño que en estos días
hayan ido apareciendo barricadas, que han generando muchas preguntas. No se
ponen de acuerdo sobre quién las pone, y por qué, si las levantan la oposición
o son mercenarios del gobierno infiltrados para entorpecer e incrementar más si
cabe, el caos. Mientras lo debaten, me ha dado por averiguar qué son las
barricadas, de donde vienen y de parte de quién.
El primer documento que las mencionan se
remonta a 1588, durante el histórico día de las barricadas,
el levantamiento popular que estalló en París el 12 de mayo de dicho año,
durante la Octava Guerra de Religión de Francia. La sublevación fue
dirigida por el duque de Guisa y los jefes
policiales de los dieciséis distritos en que se dividía París en
aquella época. El principal motivo que llevó al pueblo de París a alinearse
tras el levantisco duque, fue la animadversión de la gente hacia el rey Enrique
III, sospechoso de tratar de nombrar como sucesor al trono a un protestante,
Enrique de Navarra, (futuro Enrique IV de Francia). El rey, temiendo por
su vida, mandó llamar a la ciudad a varios regimientos de Guardias
Suizos además de otras tropas francesas. Con esta medida, el rey violó un
antiguo privilegio de la ciudad de París que prohibía el alojamiento en la
ciudad de tropas extranjeras. Ese 12 de mayo, se vieron las primeras barricadas
en la plaza Maubert, y rápidamente se erigieron más en los principales
puntos defensivos de la ciudad. Fue la primera vez que en la historia se
menciona el levantamiento de dichos parapetos, de ahí el "Día de las
Barricadas". El nombre es un derivado de barricas, o
toneles, los recipientes de madera usados para transportar vino, que fue lo que
más utilizaron para levantar las defensas. Aquella jornada terminó con la
muerte de 60 soldados del rey, aunque no lo derrotaron.
La siguiente fecha histórica fue también en
París. Las barricadas de 1648 hacen referencia a la sublevación que
estalló el 26 de agosto de dicho año. El
pueblo de París, enfurecido con el cardenal Mazzarino por la detención de
Potier y Pierre Broussel, diputados del Parlamento de París, levantó
más de seiscientas barricadas en toda la ciudad. Este incidente prendió la
mecha que dio inicio a Le Fronde, que es como se conoce
a una serie de movimientos insurreccionales ocurridos durante la regencia
de Ana de Austria, y la minoría de edad
de Luis XIV, entre 1648 y 1653. El nombre de fronde evoca
las hondas o tirachinas, únicas armas que tenían los sublevados del levantamiento
en París. Fue la última batalla llevada a cabo
contra el rey de Francia por los Grandes del reino.
Una vez más en 1830 Francia fue protagonista
de barricadas (sin duda debieron ser un invento francés). Luego del fracaso de
la revolución en 1799 y de la caída de Napoleón Bonaparte, Luis XVIII, hermano
de Luis XVI el rey francés guillotinado en la Revolución Francesa, pudo
restaurar la dinastía borbónica en 1814 siendo coronado “por la gracia de Dios”
al más puro estilo de absolutismo tradicional, reinando hasta su muerte en
1824. Le sucedió su hermano menor, el conde de Artois, como Carlos X de
Francia, hasta 1830 en que fue destronado en la llamada Revuelta
de los tres días de julio debido a que gobernó, apoyado por sus
odiados ministros Villèle y Polignac, de forma aún más dictatorial y
despótica que su hermano,
La cosa empezó El 26 de julio de ese
año cuando Carlos X decretó que de acuerdo con el artículo 14 de la vieja
constitución, reforzaría su gobierno con las célebres Cuatro Ordenanzas
de Julio, que establecían: 1ª, supresión de la libertad de prensa;
2ª, disolución de la Cámara de los Diputados con la exclusión de la
burguesía del proceso electoral (esperando así poder reconstituir una
mayoría parlamentaria que le fuese más favorable); 3ª, restricción de
los privilegios sólo a los más ricos de Francia (la nobleza hostil); y
4ª, elecciones “inmediatas basadas en el nuevo electorado” (comillas
mías). Las ordenanzas habían sido preparadas tan en secreto que ni la policía
había sido advertida para contener posibles revueltas el día de su publicación.
El día 27, desafiando las
ordenanzas, cuatro periódicos parisinos publicaron una protesta de los
periodistas en la que denunciaban la inconstitucionalidad del decreto. El
prefecto de policía ordenó la incautación de las prensas, lo que provocó
enfrentamientos entre la policía y los trabajadores de los diarios, apoyados
por grupos de manifestantes; al anochecer los soldados empezaron a disparar
contra el pueblo que protestaba.
Como resultado, el día 28 París
amaneció lleno de barricadas y unos 10.000 insurgentes asaltaron los arsenales
cantando la Marsellesa, prohibida desde los tiempos de Napoleón. El pueblo de
París con el apoyo de la Guardia Nacional, consiguió vencer al ejército
real*. La insurrección de 1830 trajo consigo otra constitución que reconocía al
pueblo de nuevo portador de la soberanía nacional. El Rey ya no lo era de
Francia por derecho divino, sino por voluntad de los franceses.
Derrotado Carlos X huyó al exilio, se
instaló en Praga, para luego dirigirse a Gorizia (Italia) donde falleció de
cólera, el 6 de noviembre de 1836.
Han pasado casi cinco siglos y por lo que se
ve el invento galo sigue cumpliendo con su función: ser el parapeto de los que
un buen día se arrechan. Quién las levanta y por qué, ya es harina de otro
costal.
*Muchos siglos hace que un sabio, probablemente
griego, dijo: “el pueblo puede ser como una fiera, y no conviene arrinconarla”.
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