Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 28 de mayo de 2017

CARLOS M. MONTENEGRO Cuando la Guardia Nacional venció al ejército en Paris y le dio al pueblo Soberanía Nacional


            EL PUEBLO DEFENDIÓ SUS DERECHOS 
CON BARRICADAS EN LA INSURRECCIÓN DE 1830



El pueblo de París con el apoyo de la Guardia Nacional, consiguió vencer al ejército real*. La insurrección de 1830 trajo consigo otra constitución que reconocía al pueblo de nuevo  portador de la soberanía nacional. El Rey ya no lo era de Francia por derecho divino, sino por voluntad de los franceses


Esta primavera venezolana ha sorprendido a muchos. De un país que llevaba aguantando carros y carretas 18 años, y que parecía estar ya domado según los caprichos de los alibabás que gobiernan, pocos podrían haber imaginado que con las primeras floraciones de la primavera, que no por tropical deja de alterar la sangre, de repente prácticamente toda una nación se haya echado a la calle y en plan Fuenteovejuna han montado una autentica sampablera.
Me pregunto cómo harán en los libros de historia para contar esto que estamos viviendo en esta Venezuela tan convulsionada, política, social y moralmente. No faltará el que piense que la cosa es simple: se cuenta y ya. Pero no sé si los que vengan detrás podrán entenderlo, aprendérselo sí, pero entenderlo no estoy tan seguro. La mayoría de los que estamos transitando esta locura, no creo que podamos explicarnos algún día cómo gente tan ignominiosa, con tanta crueldad, tanta arbitrariedad, tanta ignorancia, tanta torpeza, tanta infamia y tan poca vergüenza hayan podido llegar a gobernar este país durante casi dos décadas.
Cómo se contará que el pueblo se esté alzando contra los “revolucionarios”, si se supone que el pueblo son ellos; que ahora, los de arriba y los de abajo salgan a jugarse la vida juntos enfrentándose a un sistema que tiene Guardia Nacional, Policía, Fuerzas Armadas, (eso sí, con el sufijo “bolivarianas”), jueces, y “cnes”, a su disposición, con todas las pertrechos para reprimir, herir y matar. Seguro que entonces aparecerá la dificultad para explicarlo y que se entienda.
La épica del asunto es que no hay tal. Los que gobiernan mandan a matar, y sus subalternos matan; quieren hacer creer que como tienen la sartén por el mango están a salvo, ya se sabe, la sartén contiene bombas lacrimógenas, escopetas, pistolas, tanquetas y armas prohibidas en todos los manuales para contener el orden, porque pueden matar. Mandan acorralar a los manifestantes, sin percibir que en realidad son ellos los acorralados. Ante la exagerada represión, los manifestantes que van al frente, la mayoría jóvenes, solo usan rudimentarios escudos para protegerse de las cargas policiales, sus proyectiles y sus gases. No es extraño que en estos días hayan ido apareciendo barricadas, que han generando muchas preguntas. No se ponen de acuerdo sobre quién las pone, y por qué, si las levantan la oposición o son mercenarios del gobierno infiltrados para entorpecer e incrementar más si cabe, el caos. Mientras lo debaten, me ha dado por averiguar qué son las barricadas, de donde vienen y de parte de quién.
El primer documento que las mencionan se remonta a 1588, durante el histórico día de las barricadas, el levantamiento popular que estalló en París el 12 de mayo de dicho año, durante la Octava Guerra de Religión de Francia. La sublevación fue dirigida por el duque de Guisa y los jefes policiales de los dieciséis distritos en que se dividía París en aquella época. El principal motivo que llevó al pueblo de París a alinearse tras el levantisco duque, fue la animadversión de la gente hacia el rey Enrique III, sospechoso de tratar de nombrar como sucesor al trono a un protestante, Enrique de Navarra, (futuro Enrique IV de Francia). El rey, temiendo por su vida, mandó llamar a la ciudad a varios regimientos  de  Guardias Suizos además de otras tropas francesas. Con esta medida, el rey violó un antiguo privilegio de la ciudad de París que prohibía el alojamiento en la ciudad de tropas extranjeras. Ese 12 de mayo, se vieron las primeras barricadas en la plaza Maubert, y rápidamente se erigieron más en los principales puntos defensivos de la ciudad. Fue la primera vez que en la historia se  menciona el levantamiento de dichos parapetos, de ahí el "Día de las Barricadas". El nombre es un derivado de barricas, o toneles, los recipientes de madera usados para transportar vino, que fue lo que más utilizaron para levantar las defensas. Aquella jornada terminó con la muerte de 60 soldados del rey, aunque no lo derrotaron.
La siguiente fecha histórica fue también en París. Las barricadas de 1648 hacen referencia a la sublevación que estalló el 26 de agosto de dicho año. El pueblo de París, enfurecido con el cardenal Mazzarino por la detención de Potier y Pierre Broussel, diputados del  Parlamento de París, levantó más de seiscientas barricadas en toda la ciudad. Este incidente prendió la mecha que dio inicio a Le Fronde, que es como se conoce a una serie de movimientos insurreccionales ocurridos  durante la regencia de Ana de Austria, y la minoría de edad de Luis XIV, entre 1648 y 1653. El nombre de fronde evoca las hondas o tirachinas, únicas armas que tenían los sublevados del levantamiento en París. Fue la última batalla llevada a cabo contra el rey de Francia por los Grandes del reino.
Una vez más en 1830 Francia fue protagonista de barricadas (sin duda debieron ser un invento francés). Luego del fracaso de la revolución en 1799 y de la caída de Napoleón Bonaparte, Luis XVIII, hermano de Luis XVI el rey francés guillotinado en la Revolución Francesa, pudo restaurar la dinastía borbónica en 1814 siendo coronado “por la gracia de Dios” al más puro estilo de absolutismo tradicional, reinando hasta su muerte en 1824. Le sucedió su hermano menor, el conde de Artois, como Carlos X de Francia, hasta 1830 en que fue destronado en la llamada  Revuelta de los tres días de julio debido a que gobernó, apoyado por sus odiados ministros Villèle y Polignac, de forma aún más dictatorial y despótica  que su hermano,
La cosa empezó El 26 de julio de ese año cuando Carlos X decretó que de acuerdo con el artículo 14 de la vieja constitución, reforzaría su gobierno con las célebres Cuatro Ordenanzas de Julio, que establecían: 1ª, supresión de la libertad de prensa; 2ª, disolución de la Cámara de los Diputados con la exclusión de la burguesía del proceso electoral (esperando así poder reconstituir una mayoría parlamentaria que le fuese más favorable); 3ª, restricción de los privilegios sólo a los más ricos de Francia (la nobleza hostil); y 4ª, elecciones “inmediatas basadas en el nuevo electorado” (comillas mías). Las ordenanzas habían sido preparadas tan en secreto que ni la policía había sido advertida para contener posibles revueltas el día de su publicación.
El  día 27, desafiando las ordenanzas, cuatro periódicos parisinos publicaron una protesta de los periodistas en la que denunciaban la inconstitucionalidad del decreto. El prefecto de policía ordenó la incautación de las prensas, lo que provocó enfrentamientos entre la policía y los trabajadores de los diarios, apoyados por grupos de manifestantes; al anochecer los soldados empezaron a disparar contra el pueblo que protestaba.
Como resultado, el día 28 París amaneció lleno de barricadas y unos 10.000 insurgentes asaltaron los arsenales cantando la Marsellesa, prohibida desde los tiempos de Napoleón. El pueblo de París con el apoyo de la Guardia Nacional, consiguió vencer al ejército real*. La insurrección de 1830 trajo consigo otra constitución que reconocía al pueblo de nuevo  portador de la soberanía nacional. El Rey ya no lo era de Francia por derecho divino, sino por voluntad de los franceses.
Derrotado Carlos X huyó al exilio, se instaló en Praga, para luego dirigirse a Gorizia (Italia) donde falleció de cólera, el 6 de noviembre de 1836.
Han pasado casi cinco siglos y por lo que se ve el invento galo sigue cumpliendo con su función: ser el parapeto de los que un buen día se arrechan. Quién las levanta y por qué, ya es harina de otro costal.


*Muchos siglos hace que un sabio, probablemente griego, dijo: “el pueblo puede ser como una fiera, y no conviene arrinconarla”.

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