Blog de Víctor José López /Periodista

jueves, 1 de septiembre de 2016

DEBER VENEZOLANO Leopoldo López Gil


Hoy marcharán cientos de miles de venezolanos en una clara manifestación de descontento, desilusión y desesperanza, ante la conducción del gobierno que  no calzó  la expectativa que generó  la revolución y traicionó los principios básicos de la democracia.  

Es cierto que el llamado a la protesta ha sido efectivo.

 Responde a una realidad inequívocamente trágica: la falta de comida, la desaparición de las medicinas, la economía sin rumbo, la vorágine inflacionaria, la inseguridad presente a todo momento y en todas partes, la pérdida de fe en el futuro, todas causas suficientes para considerar el día a día en  cotidiano sentimiento trágico; pero la tragedia más profunda, en el plano material, es la increíble destrucción de  la industria petrolera.

Las cifras de producción del pasado julio no se han dado a conocer, pero la OPEP, que existe gracias a la tenacidad de Rómulo Betancourt, nos informa que nuestra contribución a la cesta mundial gira alrededor de solo dos millones de barriles diarios. Un  millón y medio de barriles menos de los que  se producían cuando   Chávez accedió a la presidencia de la República.

Para dar una idea de las oportunidades perdidas en la era de los precios históricamente más altos del petróleo, y que, probablemente. no volveremos ver, Arabia Saudita con reservas inferiores a Venezuela produce hoy diez millones y medio de barriles diarios.

Pero aun no cae el telón, la incapacidad  arruinó el presente y  comprometió el futuro al recibir 65 mil millones de dólares en préstamo de  China, que serán cancelados con entregas de unos 600 mil barriles diarios, lo cual solo deja unos 900 mil barriles diarios para hacer frente a la demanda de bienes y servicios de esta empobrecida nación.


 Más allá de protestar, debemos preguntarnos: ¿es  deber constitucional y moral de los venezolanos luchar por evitar que esta tragedia  resulte en la muerte de la patria , y que al final nos deje sin hogar para nuestra alma?

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