Hoy marcharán cientos de miles de venezolanos en una clara manifestación de
descontento, desilusión y desesperanza, ante la conducción del gobierno que no calzó
la expectativa que generó la
revolución y traicionó los principios básicos de la democracia.
Es cierto que el llamado a la protesta ha sido efectivo.
Responde a una realidad inequívocamente trágica: la falta de comida, la desaparición de las medicinas, la economía sin rumbo, la vorágine inflacionaria, la inseguridad presente a todo momento y en todas partes, la pérdida de fe en el futuro, todas causas suficientes para considerar el día a día en cotidiano sentimiento trágico; pero la tragedia más profunda, en el plano material, es la increíble destrucción de la industria petrolera.
Es cierto que el llamado a la protesta ha sido efectivo.
Responde a una realidad inequívocamente trágica: la falta de comida, la desaparición de las medicinas, la economía sin rumbo, la vorágine inflacionaria, la inseguridad presente a todo momento y en todas partes, la pérdida de fe en el futuro, todas causas suficientes para considerar el día a día en cotidiano sentimiento trágico; pero la tragedia más profunda, en el plano material, es la increíble destrucción de la industria petrolera.
Las cifras
de producción del pasado julio no se han dado a conocer, pero la OPEP, que
existe gracias a la tenacidad de Rómulo
Betancourt, nos informa que nuestra contribución a la cesta mundial gira
alrededor de solo dos millones de barriles diarios. Un millón y medio
de barriles menos de los que se
producían cuando Chávez accedió a la presidencia de la República.
Para dar una
idea de las oportunidades perdidas en la era de los precios históricamente más
altos del petróleo, y que, probablemente. no volveremos ver, Arabia Saudita con
reservas inferiores a Venezuela produce hoy diez millones y medio de barriles
diarios.
Pero aun no
cae el telón, la incapacidad arruinó el presente y comprometió el futuro al recibir 65 mil millones de dólares en préstamo de China, que serán cancelados con entregas de
unos 600 mil barriles diarios, lo cual solo deja unos 900 mil barriles diarios
para hacer frente a la demanda de bienes y servicios de esta empobrecida
nación.
Más allá de protestar, debemos preguntarnos: ¿es deber constitucional y moral de los venezolanos luchar por evitar que esta tragedia
resulte en la muerte de la patria , y que al final nos deje sin hogar
para nuestra alma?
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