CABEZA,
CORAZÓN Y CORAJE
No
hay más tiempo que perder. Estamos en el año dieciocho de esta tragicomedia que
destruye al país. Suficiente para no continuar medio ciegos, medio sordos y
bastante distraídos en la tarea de asumir el protagonismo definitivo para el
cambio profundo y poder estar a la altura de las necesidades crecientes de
Venezuela entera.
Cuando
se generaliza corremos el riesgo de algunas injusticias. Pero cuanto estamos
viviendo, primero con Chávez y ahora con Maduro, es consecuencia directa de las
omisiones culposas de la dirigencia democrática ante la grave crisis política y
social de un sistema agotado que reclamaba mayor claridad y visión a un
liderazgo cerrado sobre sí mismo. Se consideraba el “ombligo del mundo”
convencidos de que serían ejes de cualquier cosa que sucediera.
Ni
los sucesos de Febrero de 1989 –Caracazo-
ni los golpes de estado de Febrero y Noviembre del año 92 lograron que
la dirigencia reaccionara en la dirección adecuada y con la fuerza necesaria
para revertir hacia lo positivo las graves tendencia negativas que estaban a la
vista. Chávez no fue la causa sino la consecuencia de cuanto afirmamos. La
situación empeora porque esa consecuencia no fue capaz de resolver ningún problema.
Los agravó todos creando otros nuevos y distintos, tanto o más graves que los
heredados. Uno de los peores fue haber impuesto la escogencia del sucesor.
Nicolás Maduro pasará a la historia como el peor jefe de estado de este país
insólito, en el cual ni siquiera su nacionalidad colombiana ha sido aclarada o
descartada como indica la Constitución.
Pero
no nos agotemos con el pasado. Miremos hacia el futuro. En la Asamblea Nacional
se debaten varios caminos para lograr el cambio de la cabeza del poder
ejecutivo. Paso importante si llegara concretarse, porque todos serían
altamente interferidos por las demás ramas del poder público. Ojalá y pueda
explorarse alguno de ellos con éxito, a conciencia de la grave y
definitiva confrontación con la rama judicial, electoral, ciudadana y,
por supuesto, ejecutiva. Evitarla sería criminal por lo que debemos prepararnos
para una confrontación seria y definitiva. Por favor, no olvidar el camino
constituyente originario. Volveremos sobre el tema.
Venezuela
y el mundo esperan por nosotros, por la libertad de los presos políticos,
perseguidos, exilados y acosados que somos muchos y, lo que es más importante,
por la implantación de un nuevo régimen integrado por todos los sectores para
devolver la ética a la función pública, la libertad, la seguridad y la paz a
los ciudadanos. Lo lograremos con las tres “C”: cabeza, corazón y coraje.
@osalpaz
Lunes,
4 de abril de 2016
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