Todas las medidas populistas que generan distorsiones en la economía son
“pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana”. Generan beneficios parciales momentáneos a
un costo enorme en el futuro.
El subsidio de la gasolina es un ejemplo elocuente y una oportunidad para
generar un debate profundo sobre la necesidad de sustituir este modelo que ha
generado inflación, desabastecimiento y caída en la producción por uno
alternativo que genere crecimiento, inversión, empleo y oportunidades.
Lamentablemente la confrontación hace que todos los temas se vean como
oportunidades para descalificar al adversario con frases rimbombantes pero
huecas y no se deja espacio para discutir nada con profundidad. Hemos vaciado
a la política de contenido.
El Gobierno enfrenta una crisis complicada y viene postergando las
medidas que tiene que tomar por el alto costo político que implican. Cada día
la situación se agrava, no solo para el Gobierno, también para la oposición
que busca sucederlo, porque las medidas que no se tomen hoy, se tomarán mañana
a un costo más elevado.
El subsidio de la gasolina es tremendamente perjudicial para los 30
millones de venezolanos, especialmente para los más pobres y no hay quien
pueda argumentar lo contrario. El país merece un liderazgo que sea capaz de
decir eso con coraje en lugar de hacer demagogia, porque si vamos a hacer
demagogia mejor nos quedamos con los que están.
Se estima que más de 100 mil barriles, el equivalente a 15.9 millones de
litros diarios de gasolina, se pierden en despilfarro y contrabando de
extracción. A Pdvsa le cuesta producir esa gasolina casi $4 mil millones. Si
a eso le sumamos los $8 mil millones que podríamos recibir si exportáramos
ese combustible tenemos que el país pierde más de $12 mil millones al año.
Eso es más de lo que se necesita para arreglar la dramática crisis
hospitalaria y de salud que tiene el país.
Mientras la gasolina se regale en Venezuela no hay forma de acabar con el
contrabando. EEUU, la mayor potencia económica y militar del mundo, con toda
su tecnología, no puede acabar con el contrabando de drogas en su país porque
es un negocio muy rentable y el negocio de comprar gasolina en Venezuela y
venderla afuera es más rentable que la droga. La incubación de imperios
económicos surgidos con negocios al margen de la ley amenaza al Estado y pone
en riesgo la seguridad de todos los venezolanos. Colombia es un buen ejemplo.
Eso por sí sólo es suficiente para plantear la necesidad de ajustar el precio
de la gasolina.
Ahora, con la destrucción que ha habido del poder adquisitivo de las
familias como consecuencia de la inflación, el Gobierno tiene que utilizar
parte de los recursos generados por el aumento de la gasolina para financiar
medidas compensatorias para las clases media y popular. Una persona que gana
salario mínimo se gasta la mitad en transporte público y una persona de clase
media no puede llenar el tanque de su carro con gasolina a precios
internacionales porque no gana en dólares sino en bolívares devaluados.
El tema no es si se ajusta o no el precio de la gasolina. El tema es qué
va a hacer el Gobierno con los recursos que reciba por el ajuste porque el
modelo que nos ha querido imponer en los últimos años ha hipertrofiado al
Estado a tal punto que lo ha convertido en un barril sin fondo. Con este
modelo los recursos generados por el ajuste del precio de la gasolina
terminarán intentando satisfacer el apetito insaciable de la corrupción, el
despilfarro y la ineficiencia que el propio modelo genera.
Defendiendo que se siga regalando la gasolina no vamos a ganar nada, ni
cayendo en la demagogia de pedir que se le consulte a la gente si quieren o
no pagar por gasolina. Mañana tendremos que consultarles si quieren o no
pagar por la luz, o el aseo, o si quieren pagar el IVA, o finalmente si
quieren trabajar o prefieren que el Estado los mantenga.
Para dar el salto cualitativo que tenemos que dar de oposición a
alternativa necesitamos un liderazgo serio, responsable, que contraste con el
populismo del Gobierno, que no proponga más de lo mismo, que presente una
oferta superior, un liderazgo que no confronte sino que dialogue, que no se
enfrente al sector productivo sino que trabaje en cooperación para que este
produzca más y mejor, que genere confianza para que hayan inversiones y se
cree riqueza y oportunidades de empleo. Que no regale la gasolina sino que
permita el desarrollo de la actividad productiva para que la gente gane más y
pueda pagar la gasolina al precio que corresponde.
Un comentario final: Cuando el Gobierno subsidia la gasolina utiliza
recursos que son de todos los venezolanos para beneficiar fundamentalmente a
los que más tienen porque 77% del parque automotor está en manos de familias
de altos ingresos.
Mensaje al presidente Nicolás Maduro: Si los venezolanos vamos a pagar
precio “justo” por la gasolina se tienen que suspender de inmediato los
convenios de suministro de petróleo en condiciones especiales a Cuba y los
demás países de Petrocaribe.
pfernandez@ifedec.com
@pedropabloFR
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viernes, 22 de agosto de 2014
PEDRO PABLO FERNÁNDEZ Pan pá hoy
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