Hay que enseñar a pescar
Durante los 40 años que precedieron a Chávez hubo una
innegable inversión social. Se crearon programas en educación, infraestructura
y servicios para promover el desarrollo humano.
Hubo períodos en que el Gobierno contó con mucho dinero,
gracias a los altos precios del petróleo. En esos años se creó Corpomercadeo,
lo que ahora es Mercal; se implementó el Programa de Alimentación Materno
Infantil (Pami) para niños escolarizados, que cumplía dos importantes
funciones: aseguraba la alimentación de los niños de menos recursos y combatía
la deserción escolar. Se creó Acude, hoy Misión Robinson, se promovieron las
Juntas Promejoras de los Barrios, que ahora conocemos como Barrio Tricolor, y
también se construyó una red de ambulatorios en muchos de cuyos locales
funciona Barrio Adentro.
La bonanza de entonces sirvió, como a Hugo Chávez, para
una inversión en programas sociales que generó bienestar en las familias de
menos recursos. Cuando bajaron los precios del petróleo se acabaron los reales
y se generó una crisis económica que nos puso, como a un carro viejo, a pasar
aceite. Es lo mismo que nos está pasando ahora, a pesar de que los precios se
mantienen altos, porque el Gobierno ha comprometido la totalidad del ingreso
petrolero en gasto corriente y no en desarrollo sostenible. No se puede gastar
y gastar hasta el infinito.
Creo en políticas asistencialistas que provean a las
familias de alimentación y vivienda cuando estas no pueden obtenerlas por sus
propios medios. La condición de cristianos nos obliga y esa misma condición nos
exige un esfuerzo para procurar circunstancias que los ayuden a superar la
pobreza en forma definitiva, y la única manera es con una buena política económica
que cree empleos productivos y bien remunerados.
Para acabar con la pobreza debemos aprovechar nuestros
abundantes recursos en desarrollar una ambiciosa política social dirigida a
formar a los venezolanos a través de un sistema educativo eficiente e inclusivo
y de programas de formación para el trabajo que permitan que todos podamos
contribuir en el desarrollo de una economía productiva y participar de sus
frutos de forma equitativa.
Una educación basada en valores y en la cultura del
trabajo, y una economía que genere oportunidades, son los pilares para elevar
la dignidad humana. No ayuda el que regala un pez sino el que enseña a
pescar.
Pedro Pablo Fernández
@pedropabloFR
pfernandez@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario