Blog de Víctor José López /Periodista

viernes, 1 de agosto de 2014

PEDRO PABLO FERNÁNDEZ Hay que enseñar a pesar

Hay que enseñar a pescar  

Durante los 40 años que precedieron a Chávez hubo una innegable inversión social. Se crearon programas en educación, infraestructura y servicios para promover el desarrollo humano.







Hubo períodos en que el Gobierno contó con mucho dinero, gracias a los altos precios del petróleo. En esos años se creó Corpomercadeo, lo que ahora es Mercal; se implementó el Programa de Alimentación Materno Infantil (Pami) para niños escolarizados, que cumplía dos importantes funciones: aseguraba la alimentación de los niños de menos recursos y combatía la deserción escolar. Se creó Acude, hoy Misión Robinson, se promovieron las Juntas Promejoras de los Barrios, que ahora conocemos como Barrio Tricolor, y también se construyó una red de ambulatorios en muchos de cuyos locales funciona Barrio Adentro.
La bonanza de entonces sirvió, como a Hugo Chávez, para una inversión en programas sociales que generó bienestar en las familias de menos recursos. Cuando bajaron los precios del petróleo se acabaron los reales y se generó una crisis económica que nos puso, como a un carro viejo, a pasar aceite. Es lo mismo que nos está pasando ahora, a pesar de que los precios se mantienen altos, porque el Gobierno ha comprometido la totalidad del ingreso petrolero en gasto corriente y no en desarrollo sostenible. No se puede gastar y gastar hasta el infinito. 
Creo en políticas asistencialistas que provean a las familias de alimentación y vivienda cuando estas no pueden obtenerlas por sus propios medios. La condición de cristianos nos obliga y esa misma condición nos exige un esfuerzo para procurar circunstancias que los ayuden a superar la pobreza en forma definitiva, y la única manera es con una buena política económica que cree empleos productivos y bien remunerados.
Para acabar con la pobreza debemos aprovechar nuestros abundantes recursos en desarrollar una ambiciosa política social dirigida a formar a los venezolanos a través de un sistema educativo eficiente e inclusivo y de programas de formación para el trabajo que permitan que todos podamos contribuir en el desarrollo de una economía productiva y participar de sus frutos de forma equitativa.
Una educación basada en valores y en la cultura del trabajo, y una economía que genere oportunidades, son los pilares para elevar la dignidad humana. No ayuda el que regala un pez sino el que enseña a pescar. 

Pedro Pablo Fernández  
@pedropabloFR

pfernandez@gmail.com

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