Exigir la renuncia del presidente de facto, movilizar a
través de asambleas de ciudadanos y convocar protestas de calle parece
ser un pecado para algunos políticos. Según ellos, la única manera de librarnos
de este totalitarismo siglo XXI es a través del voto. Con todo respeto,
consideramos que esa posición es una muestra de antipolítica. Para salir de este
régimen, sea por la vía electoral o por otras contempladas en la Constitución,
es imprescindible promover acciones que profundicen la crisis.
Si la vía elegida es la electoral, la cual no puede
cerrarse como tampoco ninguna otra vía, es requisito necesario, aunque no
suficiente, movilizar al pueblo y que este exprese su descontento a través de
protestas. Los dirigentes de la alternativa democrática no pueden limitarse
a poner de relieve los errores económicos del gobierno a
través de los pocos medios de comunicación de que disponen y esperar que
la situación económica produzca el cambio en el electorado. Esto sería lo
procedente si imperara la democracia, pero en Venezuela la falta de escrúpulos
de los rojos, su capacidad para divulgar mentiras a través de sus
numerosos medios de comunicación y su control sobre las
instituciones, fácilmente neutralizan cualquier mensaje en su contra y,
en última instancia, manipulan los resultados electorales. Así, todavía
un importante número de compatriotas está convencido de que la ¨guerra
económica de la derecha¨ es la culpable de la escasez e inflación.
Desde luego que tampoco es suficiente la protesta en la
calle para denunciar los atropellos de la Guardia Nacional, de los grupos paramilitares
oficialistas, de jueces y fiscales que violan los derechos de los ciudadanos y
en general de las innumerables violaciones a la Constitución. La Constituyente
es una vía que necesariamente habrá que transitar después de que
salgamos del régimen. Antes corremos el riesgo de que este la convoque bajo sus
propias premisas y, además, reunir las firmas requeridas es posible pero poco
probable. Solicitar la renuncia del presidente de facto es un derecho que
además puede tener simpatizantes entre muchos rojos decepcionados. La
posibilidad de un gobierno de transición es cada vez más viable.
Varias son las rutas para salir de un régimen
totalitario, pero es imprescindible que el sector opositor esté unido y que los
ciudadanos lo perciban como un equipo serio capaz de enderezar entuertos.
Además, dada la situación de confrontación existente, será necesario deponer
posiciones extremas y aceptar que los rojos sensatos, que debe haberlos, formen
parte de la solución. No es pecado promover diferentes vías. Pecado es
no tener una visión amplia e incluyente.
Como en botica: Este régimen ha cometido innumerables
atropellos en contra de quienes defienden el sistema democrático. Uno de ellos
es la persecución al doctor Gustavo Tarre Briceño, destacado constitucionalista
cuyo pecado es divulgar las violaciones a nuestra Carta Magna. Canadá es un
gran ejemplo de democracia e inclusión. Celebró su día de la independencia con
discursos muy cortos de las autoridades, espectáculos culturales y fuegos
artificiales. Nada de desfile militar. Ahora el régimen dictatorial acusa a su
gobierno de acciones desestabilizadoras. ¡No más prisioneros políticos,
ni exiliados!
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