CHÁVEZ, RESENTIMIENTO
Y
GEOPOLÍTICA
Santiago José Guevara
García
sjguevaragarcia@gmail.com
/ @SJGuevaraG1
Conténtese,
como líder, con signos materiales de bienestar y no en las condiciones de la
familia y el hábitat y la educación de calidad… ¡y usted habrá fracasado!
Eso
le decía a amigos encumbrados del post puntofijismo (Puntofijo, si acaso, llegó
hasta el ‘68). No lo admitían. Tampoco otros temas claves. Y fracasaron. Ellos
y la democracia. La prueba es el triunfo de Chávez.
Hace
poco conversaba con gente cercana al Chávez de sus inicios. A la pregunta sobre
sus ideas de entonces, cada quien refería algo distinto. No había ideario. Sí,
mucho resentimiento y una gran mentira de imagen salvadora.
En
el ’97, ya precandidato, me tocó ser su anfitrión en un evento nacional de
estudiantes de Economía. Aquello terminó en una trastada, de total irrespeto a
las reglas del juego informadas. Un disfuncional, pues.
Para
ese entonces, ya era ficha del Foro de Sao Paulo, versión latinoamericana
neocomunista. Mucha gente cercana lo desconocía. Dos de sus allegados de la
época me lo han reconocido.
Eso
fue Chávez: resentimiento y geopolítica. Lo demás fue una nación confundida,
una clase democrática limitada, una sociedad clientelar y de baja autoestima y
mucho dinero petrolero.
Chávez
no fue Chávez. Salvo por su histrionismo. Chávez era la voz y las manos de Lula
y los Castro. Para ellos, destrozó el país. Sus condiciones actuales son la
consecuencia de sus desmanes.
Lo
ya dicho en esta columna, el post puntofijismo (eso fue lo que fracasó, no
Puntofijo) y el chavismo, reo del Foro, explican la Venezuela actual.
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