Blog de Víctor José López /Periodista

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cuba vendió el Esequibo

Por: Jesús Antonio Petit da Costa

Compatriotas: Así como España entregó a Inglaterra la isla de Trinidad, que pertenecía a su colonia venezolana, Cuba ha vendido a Guyana el Esequibo de su colonia venezolana. ¿Saben porqué? Se los diré. Hace doscientos años había una colonia de España llamada Venezuela que incluía en su territorio la isla de Trinidad, la cual, por su posición estratégica, controla la navegación por el Orinoco. Como en toda colonia, las relaciones internacionales eran manejadas directamente por el Rey desde Madrid. Y sucedió que el Rey, en función de los intereses de España, y no de Venezuela, cedió la isla de Trinidad a Inglaterra. Era de suponerse lo que después ocurrió. Los ingleses usaron a Trinidad como base de operaciones para adentrarse en el Esequibo, territorio selvático que pertenecía a la provincia de Guayana, con cuya ocupación cerrarían totalmente la salida de Venezuela al Atlántico. ¿Qué hay en el Esequibo? Lo mismo que en Guayana: oro y toda clase de minerales valiosos. Dice la historia sobre aquella época: “El comercio de Venezuela era muy codiciado pues su cacao gozaba de la mejor reputación en los mercados mundiales. Por su precio se colocó en el tercer lugar después del oro y de la plata” (Arcila). Entonces el Rey de España decidió centralizar este comercio y, al efecto, contrató a la Compañía Guipuzcoana, que le pagaba los beneficios. Era la Guipuzcoana la que vendía el cacao en el Caribe. Doscientos años después Venezuela se hizo colonia de Cuba, con una diferencia en la conquista: mientras los españoles debieron pelear para vencer la resistencia indígena, los cubanos se apoderaron de la colonia sin disparar un tiro. Contra los cubanos no hubo resistencia indígena. ¿Porqué? Porque las puertas se las abrieron unos cipayos, pertenecientes a la tribu de los comunistas que estaba infiltrada esperando la señal del invasor. Entonces el Rey Fidel asumió las relaciones internacionales de la colonia. Trasladó la Cancillería a La Habana. A lo que quedó en Caracas, por no tener función alguna, la convirtió en refugio de damnificados. Para guardar las apariencias hay un ministro. Así en La Habana está la Cancillería, que decide en función de los intereses de Cuba, mientras en Caracas está el encargado de ejecutar estas decisiones, por lo cual no importa que sea un ignorante en la materia. Y hasta mejor es. El Rey Fidel revivió la Guipuzcoana. Dijo: no es bueno que el petróleo sea manejado por la colonia sin control de la metrópoli. Hagamos lo siguiente: véndase directamente sólo a los gringos, y eso porque no aceptan comprarlo a la metrópoli, pero ya se sabe que de esta venta debe la colonia pagarnos tributo. Es un tributo llamado alcabala, porque en cada oficina Cuba tiene montada una alcabala que vigila para que los súbditos no le jueguen sucio. Agregó el Rey Fidel: del petróleo para el Caribe me encargo yo. Constitúyase Petro-Caribe, mi Guipuzcoana. Entrégueme la colonia su petróleo por esta vía, que yo me encargo de venderlo como hacía España con el cacao, quedándome con la parte del león. Astuto como es el Rey Fidel se habrá dicho: el pueblo de mi colonia Venezuela fue en el pasado un “bravo pueblo”, y aunque ahora se ha vuelto un pueblo pendejo, debo tomar precauciones porque el Capitán General se ha enfermado y como ni siquiera él sabe el tiempo que le queda, y yo sí, puede ocurrir que, cuando falte, los venezolanos se alcen echando a mis cubanos y sus cipayos. Entonces el Rey Fidel llamó a los españoles de Repsol y les encargó buscar petróleo en el mar territorial de Cuba, por los lados del Golfo de México. Fracasado el primer intento, Repsol amenazó con no seguir. Cuba no tiene dinero, pero sí a un Rey inteligente al que se le ocurrió una idea genial. Hay un mar territorial que parece rico en petróleo. Es el mar del Esequibo. Díjole el Rey a Repsol: yo te doy el mar del Esequibo y tú sigues perforando en el de Cuba. Hecho el trato el Rey Fidel, en ejercicio de su poder soberano sobre la colonia, y sin consultar con sus súbditos, decidió que el Esequibo sea definitivamente de Guyana. Diabólico como es montó la trampa: Guyana le envía una carta a mi colonia diciéndole que el mar territorial del Esequibo es suyo, pero a esta carta la esconderemos para que se interprete como aceptación. Y, a cambio, Guyana le da las concesiones petroleras en este mar territorial a Repsol, como efectivamente ha sucedido. En este relato no aparecen los jefes militares porque estaban en otro teatro echándoselas de machotes ante la oposición.

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