viernes, 1 de julio de 2011
CHARITO ROJAS: Próstatas que torcieron la Historia
CHARITO ROJAS
Tuvo la elocuencia de un bárbaro, unida a la audacia de un beduino…entró como una ráfaga venida de la selva, llena de gritos bárbaros y confusos. Su verbo extraño, lleno de giros salvajes y de figuras desconcertantes, tomadas en plena naturaleza virgen, asombró al Congreso, que creyó loco aquel diputado venido de las sierras, con ese lenguaje rebelde a toda retórica y aquellos gestos que no tenían igual en ninguna mímica. Fue un huracán de hilaridad… asesinó la seriedad del Congreso, años antes de asesinar su libertad”. José María Vargas Vila (1860-1933), escritor colombiano, sobre Cipriano Castro en su obra “Los Césares de la Decadencia”.
opinan los foristas
En 1907 Cipriano Castro, llegado a la Presidencia en 1899 gracias a su revolución “Restauradora”, estaba bailando en una fiesta en el Club Venezuela cuando tuvo una neumaturia (expulsión de gases por el tracto urinario). Según el eminente historiador Francisco Plaza Izquierdo, el Presidente exclamó con su característico verbo andino: “¡Que bolera es ésta que me estoy peyendo por el pito!”. Los médicos José Rafael Revenga y Pablo Acosta Ortiz intentan operarlo pero en medio de la cirugía se produce una caída tensional con un paro y los médicos exclaman “¡se nos vá!” y los guardias pretorianos gochos que estaban presenten alli con sus máuser apuntaron a los médicos diciéndoles: ¡Si se vá mi general ustedes también se van! En 1907 el Dr. Juan Iturbe realiza la primera exploración endoscópica (cistoscopia urinaria) en Venezuela, diagnosticándole una fístula colovesical al Presidente Cipriano Castro
Por eso él decide entregarse a la medicina extranjera y viaja en 1908 a Berlín, donde le realizan exitosamente una nefrectomía. Pero su ausencia es aprovechada por su compadre el vicepresidente Juan Vicente Gómez para quedarse con el coroto por 27 años. Dicen que en venganza de que su compadre Cipriano lo humillaba haciéndole capar a los gatos de la Primera Dama, Doña Zoila. Castro intenta regresar a Venezuela por Trinidad, pero se le abre la herida de la operación con un proceso infeccioso. Regresó a París y de allí deambula por el mundo hasta terminar sus días en Puerto Rico, donde muere en 1924.
El sucesor, a pesar de haber disfrutado tantos años del poder, terminó padeciendo por los mismos lados de su antecesor: el General Gómez sufría de retenciones agudas de orina, primero posiblemente por estrecheces uretrales y luego por enfermedades de transmisión sexual, frecuentes en la época. Presentó un crecimiento de la glándula prostática de origen maligno.
El Dr. H. Toledo Trujillo le realiza cateterismos uretrovesicales y atribuyen al éxito en tales actos médicos su nombramiento como Ministro de Sanidad. Gómez pide ser visto por el eminente urólogo francés el Profesor Marion y en 1932 éste llega a Venezuela. El General astutamente lo obliga primero a operar dos pacientes en el Hospital Vargas y uno de ellos muere a las 24 horas, por lo cual el médico es devuelto a Europa sin tocar al dictador, quien muere finalmente de insuficiencia renal (uremia) producto de la obstrucción de la salida vesical por la glándula prostática tumoral.
Así que enfermedades prostáticas, fístulas en salva sea la parte, vejigas y colon atascados han torcido varias veces la historia de Venezuela. Pero hasta en aquella época, lo usual era que la gente se enterara que el Presidente estaba enfermo y éste dejaba a un sustituto. A Castro le salió mal el Encargado y eso al parecer infundió temor a los sucesores, que eliminaron definitivamente el cargo de Vicepresidente… hasta ahora.
Los males de los gobernantes, que son seres tan humanos como cualquiera y por tanto susceptibles a cualquier enfermedad, sólo son conocidos si son demócratas. La gente de izquierda, los dictadores y tiranos, jamás hablan de su salud. Pretenden ser semidioses, invencibles, fuertes y además, se creen eternos. Mientras Presidentes como Fernando Lugo, Ronald Reagan, George Bush, dijeron claramente a sus países que tenían problemas cancerosos, los dictadores como Fidel Castro solamente asoman que “tiene algunos problemas de variada especie”, cuando realmente estan al borde de la muerte.
El dictador de Egipto, Hosni Mubarak, tiene cáncer de estómago, cosa que se rumoreaba desde hace años y sólo ahora que está derrocado lo reconoce. Otros saben que están enfermos y aún así, se lo ocultan a sus pueblos y siguen adelante en sus planes de permanencia en el poder. Francois Miterrand se lanzó a una segunda reelección sabiendo que tenía cáncer de próstata, al igual que el Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, quien no renunció cuando le diagnosticaron casualmente la misma enfermedad.
Venezuela tiene a su Presidente enfermo, recluido en otro país, en manos de médicos extranjeros y siguiendo la misma tónica prediluviana castrista del secretismo sobre la salud del líder, no hay un solo parte médico que informe al país sobre la condición del Presidente.
Lo que tiene es lo suficientemente grave como para haberlo mantenido sin comunicarse verbalmente, cosa realmente extraordinaria en él. A menos que tenga una enfermedad en las cuerdas vocales, el hombre tiene algo serio. ¿Tratable? Probablemente. ¿Curable? Tal vez. Las especulaciones son el producto del secretismo y a estas alturas los venezolanos han pasado por toda clase de rumores y especulaciones, por diversos estados de ánimo como una poco católica alegría, o una muy chavista tristeza, o una gran indignación por el silencio o una tremenda preocupación por la situación política de un país acéfalo.
Como si no hubiera pasado más de dos semanas en silencio médico aterrador, como si no hubiese pasado nada, ahora anuncian que vendrá triunfante a presidir el desfile del Bicentenario el 5 de julio. ¿Triunfante de qué? ¿Acaso es como dijo Maduro, de una batalla por su vida? Entonces sí estaba bien enfermo. Y si lo estaba, ¿hasta qué punto está en condiciones físicas para reasumir la Presidencia al ritmo de batalla electoral que él lleva? Confieso que me da hasta lástima, un hombre que no se puede enfermar porque él mismo ha destruido toda posibilidad de sucesión, de liderazgo en su movimiento.
La dramática pobreza de espíritu, la cobardía, la vileza e incompetencia del equipo que en su nombre ha manejado al país en estos días, revelan la verdad más cruda: no son nadie sin Chávez. Y Chávez está solo porque quiere estarlo, porque ha sustituido la capacidad por la incondicionalidad en sus colaboradores, porque para hacerse indispensable ha anulado cualquier dirigencia que le haga sombra, porque ha escogido a sus inferiores, que por eso son de hecho bastante inferiores, para él sentirse superior. Qué tragedia. Si reaparece el 5 de julio, claro que sus seguidores lo recibirán alborozados. Porque, al menos aparentemente, se salvó.
Pero tal vez le hubiese quedado mejor y sería la gran solución para su salud, reconocer que no ha sido capaz en 12 años ni será capaz en los 18 meses que le quedan en la Presidencia, de resolver los inmensos problemas que su revolución de pacotilla ha originado o acrecentado en el país.
Regresa el Comandante con las cárceles oliendo a sangre y a pólvora, con la crisis eléctrica en ebullición, con la protesta laboral regada por todo el territorio, con las empresas de Guayana colapsando en medio de asesinatos y escándalos de corrupción, con la Misión Vivienda descosiendo su gran mentira. Regresa a mirar las caras de sus colaboradores, que le darán cuenta de un país en llamas y lo estarán esperando para que con su cotorra aliñada aplaque los ánimos de las masas y renueve las promesas para darles un tiempo más. Como el Cid Campeador, que fue montado en su caballo después de muerto para que el enemigo se atemorizara con su presencia y sus soldados se llenaran de valor para enfrentar la lucha, así lo veremos en el trono de Los Próceres. Quizás estos días en la soledad de sus pensamientos y sin escucharse su tormentosa cháchara, pueda haber descorrido el telón de su fracaso.
Librar batallas contra la muerte a veces hace que el enfermo revalué su vida, replantee sus metas, deshaga errores y enderece las metas. Ya veremos qué le dijo la Pelona al Comandante. Y si éste la escuchó.
Charitorojas2010@hotmail.com
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