El momento de McGwire
VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
La confesión de parte de Mark McGwire, de haber consumido esteroides, ha caido como un porfiado entre los aficionados y profesionales. Es decir, cayó de muchas formas.
Un primer paso fue confesarle a Bud Selig su pecado, luego a su jefe de ahora y amigo de siempre Tony Larussa, para luego llamar a la Associated Press y al periodista Bob Costas para una entrevista de una hora que concluyó con la frase:” Al fin estoy limpio”.
En realidad, no. McGwire no está limpio y tampoco esto terminó.
Mark McGwire dio un paso importante, tal vez el más importante en su vida. Él mismo lo calificó como el día más terrible de su existencia.
El jonronero tiene a su favor que, caso contrario de Roger Clemen, jamás afirmó o negó nada bajo juramento, dentro o fuera del Congreso de los Estados Unidos. Mark McGwire no incurrió el perjurio, pero su imagen pública se deterioró mucho. Tanto que un bateador de más de 500 cuadrangulares apenas cumbre un 23 por ciento de los votos de los Cronistas del Beisbol, cuerpo elector para el Salón de la Fama.
“No vengo a mentir”, fue la frase que dijo McGwire cuando se presentó ante la Comisión del Congreso, aquella histórica reunión cuando se le preguntó sobre los esteroides y él respondió “No vine a este recinto a hablar del pasado”.
Hoy, cinco años más tarde, lo confiesa todo ante el Comisionado, el Manager de San Luis y el periodista Bob Costas en una entrevista que duró una hora y fue transmitida de “costa a costa”.
McGwire admitió a Bob Costas haber ingerido esteroides por un largo período, y daba pena escuchar su voz quebrada y actitud arrepentida, sin estar frente a la Comisión del Congreso. Una entrevista que concedió cuando consideró que era la oportunidad para hacerlo, no ocurrió que fuera sorprendido fuera de base, como ocurrió con Sports Illustrated y Alex Rodríguez.
¿Habrá sido este de ahora el momento oportuno?
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