FREDDY BRANDT

Un gran portero, un destacado venezolano

Víctor José López

Venezuela ha sido siempre un país de buenos porteros en el fútbol, allá por los años cincuenta, e incluso antes destacaban los “golkeepers” como los muchachos de la película. Lejos en la memoria, más por su presencia en hemerotecas, dos soberbios arqueros, Eloy Dubois y “El Viejo” Viso. Más tarde Reynaldo Story y Perecito, y luego tres porteros que sí petenecen a nuestra memoria testimonial, Miguel Sanabria, Pepino Delfino, y el gran Freddy Brandt del Loyola.
Fue de los grandes protagonistas en el deporte yen la vida. Una vida plena, pues destacó en todo lo que en ella se propuso hacer, como en el fútbol, a lo que nos referiremos, el automovilismo y las artes, por que Freddy fue un estupendo artista plástico.
Le recordamos cuando vivimos a corazón batiente la rivalidad La Salle Loyola a principio del decenio de los años cincuenta, cuando jesuitas y lasallistas llenaban los estadios de muchachos y muchachas, llenos de pasión deportiva y de orgullo por sus divisas como nunca antes se había vivido en Venezuela y como no se ha vuelto a vivir.
En 1951 descubrimos en los Juegos Deportivos Bolivarianos a Brandt bajo el travesaño defendiendo los colores de Venezuela, vinotintos por cierto, en el estreno del Estadio Olímpico.
Su primer año en Primera Categoría, el Círculo de Periodistas le homenajeó considerándolo el “mejor futbolista de Venezuela”. Freddy recibió ofertas para jugar en España, Colombia y Brasil, esta última en 1957, pero siempre se sintió a gusto viviendo en Venezuela y jugando en Caracas.
En 1953, durante la serie que contó con River Plate de Argentina, Brandt defendió el arco del Loyola que tuvo en la delantera al gran Alfredo Di Stefano, en el empate a 3 goles frente al Rapid de Viena, en la única presentación de la “Saeta Rubia” con un equipo venezolano.
Con el adiós de Freddy Brandt, llegaron los recuerdos.