TED WILLIAMS Y JOE DIMAGIO
SIN PARALELO
OÍDO EN LA CHATA
Si no puedes imitarle, no le copies
YOGI BERRA
EL FASCISMO se había apoderado de Europa al llegar la primavera del año de 1938. El presidente de la República Española, Azaña dimitió al día siguiente que la Gran Bretaña y Francia reconocieran al gobierno del general Franco. Murió Pío XI, Eugenio Pacelli era el nuevo Papa y Benito Mussolini envió a Madrid sus unidades motorizadas para rendirle homenaje a El Caudillo. Hitler y Stalin firmaron un pacto de no agresión.
Al llegar el verano en los Estados Unidos tres nombres ocupaban los titulares de la prensa deportiva. Un serpentígero, llamado Bob Feller impresionaba en Cleveland con su recta de humo, un novato ilusionaba a Medias Rojas de Boston, Ted Williams y Joe DiMaggio llegó a marcar un astronómico .381 para conducir, a Yankees de Nueva York a su cuarto campeonato consecutivo
HIJO DE UN FOTÓGRAFO admirador de Teodoro Roosevelt, y de una fanática religiosa, mitad mexicana y mitad francesa, Teodoro Samuel Williams en 1939 logró destacarse entre todos como el prospecto más impresionante del béisbol. Había sido centro de atracción en el Hoover High School, cuando sus compañeros de clase organizaban viajes en bicicleta para disfrutar sus prolongados batazos de impresionante altura. Ted lo ogró escapar de las “locuras” de su madre, prédicas en burdeles, bares y barrios bajos, para meterse en el uniforme de Padres de San Diego por 150 dólares al mes.
Entre todos descatcó y firmó con Medias Rojas de Boston:”Habría sido más feliz de haberlo hecho con un equipo con más prensa”, dijo Williams a los periodistas de Boston en su primera entrevista, “más prensa como Yankees, Cubs o Cardenales”. Ese día nació una relación de amor y odio entre Ted Williams y la prensa deportiva de Boston.
Su irreverencia le hizo famoso. En el spring training se refirió a Lefty Grove como ”un viejo excéntrico”, a Joe Cronin, toda una leyenda, “a good sport”, le dijo a Tom Yawkey “no te preocupes, que entre Jimmy (Foxx) y yo te arreglamos la temporada”.
En Triple A, con Minneapolis, Roger Hornsby le inculcaría la máxima que sería su filosofía de vida: “No le tires si no es buena. Espera la buena. No te impacientes”
Ted Williams siguió al pie de la letra, toda su vida, el consejo de Hornsby. Su vista 20 – 20 y la velocidad en sacar el bate fueron de gran ayuda. Siempre utilizó bates livianos, de 33 o de 34 onzas, y alguna vez recurrió a un 31.
Era un maniático con los maderos. Al inicio de la temporada los usaba más pesados, por que los lanzadores aún no lograban su forma. A medida que pasaban los días los usaba más livianos. Tan maniático que constantemente los pesaba en las oficinas de Correos de las ciudades donde jugaba, pues decía que la madera al contacto del suelo o la humedad del ambiente absorbía agua y variaba en el peso.
En la primavera de 1939llegó al béisbol de las grandes ligas el mejor bateador de todos los tiempos.
EL 14 DE ABRIL DE 1941 Hungría entró en guerra contra Yugoslavia, ya las bombas alemanas caían sobre Belgrado el día que en el Griffith Stadium, Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, inauguraba el Campeonato de las Grandes Ligas. Washington recibió a Nueva York y Joe DiMaggio conectó un triple que impulsó la primera carrera del partido que ganó Yankees 3 x 0. Aunque Roosevelt sería presidente de los Estados Unidos por cuatro años más, ese sería el último partido de pelota que disfrutaría en Washington. Gran aficionado el presidente, incluso llegó a ser manager de un equipo en ligas menores y perdió el trabajo como abogado por distraerse en los diamantes del béisbol.
El tribey de DiMaggio sería uno de los imparables en la cadena de 56 juegos consecutivos que impondría una de las marcas imposibles de superar en las grandes ligas. Joe era toda una novedad en el béisbol. Hijo de pescadores italianos de la Bahía de San Francisco, de niño hablaba el inglés con acento. Estados Unidos estaba en conflicto con el Eje Roma – Berlín, entonces los norteamericanos discriminaban a los italianos. Joe se convirtió en una especie de fantasma, apenas hablaba pero sí jugaba mucho al béisbol. Quería distinguirse entre los italianos, no comía espaguetis y era todo lo opuesto en su carácter a Bebe Ruth, a quien había remplazado en el equipo. Hank Greemberg decía que cuando DiMaggio expresaba un “Hola”, había dicho un largo discurso.
La prensa en el verano de 1939 se sentía incómoda con el joven italiano y no sabía cómo tratarle, pues DiMaggio no respondía sus preguntas.
La entrega de DiMaggio en el terreno de juego era total. Hubo quien le preguntó el porqué se esforzaba tanto en cada juego, si a veces el partido no lo ameritaba. Dijo como también en una oportunidad dijo Manolete, cuando alguien le hizo la misma pregunta:”Es que hay muchos que han pagado su entrada y nunca me habían visto jugar”.
Ted Williams comentaba de DiMaggio que “se ve bien incluso cuando se poncha”. En 1941, el año del récord, Joe DiMaggio se ponchó en 13 turnos, y en toda su carrera 369 veces y conectó 361 jonrones.
La histórica seguidilla de los 56 partidos consecutivos conectado por lo menos un imparable se inició el 15 de mayo de 1941 en el Yankee Stadium. Ese mismo día en Paris se realizaba “la gran redada” contra los judíos. Estados Unidos ocupaba territorio de Panamá para instalar bases militares.
Fue contra Medias Blancas de Chicago, el primero de los 56 partidos, El 17 de julio llegó a 29 juegos consecutivos, superando la marca impuesta en Yankees de Nueva York por Roger Peckinpaugh y Earle Combs, A Rogers Hornsby lo igualó al lograr 33 juegos, era el récord de la Liga Nacional. La marca de la Americana, impuesta por George Sisler en 41 partidos fue superada, también la de todos los tiempos que ostentaba Willie Keeler desde 1897 con 44 partidos consecutivos.
EL 17 DE JULIO DE 1941 en La Habana el sargento Fulgencio Batista anunció un nuevo Gabinete Ejecutivo, mientras que Adolfo Hitler hacía planes para desmembrar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ese día los Yankees jugaron en Cleveland, en el Estadio Municipal, para enfrentar a los Indios de Cleveland. Ese día Dimaggio se fue sin hits en tres turnos oficiales al bate contra los zurdos de Cleveland Al Smith y Jim Bagby. Dos jugadas sensacionales del tercera base Ken Keltner y dos boletos impidieron a Joe DiMaggio continuar la racha.
Al día siguiente el The New York Times comentaría. “dos veces el tremendo Joe conectó muy fuerte la bola por la línea de tercera base pero Keltner, tercera base de Cleveland, paró esos cañonazos. Los que estuvieron allí dicen que fueron dos jugadas sensacionales con el guante de revés sobre la raya de tercera base, teniendo que levantarse y pintar los outs en la primera”.
En 56 juegos DiMaggio conectó 56 sencillos, 16 dobles, 4 triples y 15 jonrones.
Al abandonar el Municipal de Cleveland le comentó a Phil Rizzuto que había perdido 10 mil dólares. “La Salsa Heinz 57 me ofreció 10 mil dólares si llegaba a los 57 juegos… ¿Te invito a un trago, me prestas 20 dólares?”
LA TEMPORADA DE 1941 fue inolvidable para Ted Williams. En el 39 logró la distinción del Novato del Año, pero bajó mucho su rendimiento en 1940. Ted Williams protestaba por todo, deseaba salir de Boston. Manifestaba su desagrado por la ciudad, por el público de Fenway y la prensa deportiva. Dividía afectos, no aceptaba la crítica. Dicen que su relación con la madre y el abandono de su padre se reflejaron en su vida. Jimmy Foxx llegó a decir que Williams” es un muchacho dañado, que de madurar podría ser importante”. Todo cambió en 1941. Un gran año, no cabe duda, aquella temporada creció su rivalidad con Joe DiMaggio. Williams se inspiró como bateador, y llegó a declararle a un periodista que “todo lo que le pido a la vida es que cuando me vean en la calle caminar me señalen como “Ahí va el mejor bateador de todos los tiempos”.
Llegó al último juego del año frente a Filis de Filadelfia con un promedio de .399.5. Una cifra que significaba, oficialmente, .400.
Joe Cronin, manager de los Medias Rojas, lo dejó en libertad para que decidiera si jugar o no, para asegurar la corona de bateo, y con ello no arriesgar la hazaña de los .400.
Williams quería ser “el mejor de todos los tiempos” y debía dar la cara: ganar o perder la batalla con honor. Salió al terreno de juego y conectó seis imparables en ocho turnos para terminar con promedio de .406. En la misma campaña de 1941 alcanzó un porcentaje de bases de .551. Esta marca permaneció vigente por 61 años, hasta que fue rota por Barry Bonds (.582) en el 2002. Ganó dos veces el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana, en 1946 y 1949. En 1941 perdió la elección con Joe DiMaggio, año en que el llamado "Yankee Clipper’’ estableció el récord de 56 juegos consecutivos pegando imparables.
EN 1947, concluida la II Guerra Mundial, luego de una muy larga noche de tragos y de tertulia, los señores Dan Tooping, propietario de Yankees y Tom Yawkey, propietario de Medias Rojas, acordaron un cambio por demás inusitado: ¡DiMaggio por Ted Williams!, Cuentan que al amanecer, Toppng y llamó a Yawkey para deshacer el trato. “Fue una cuestión de palos”. Hay quien dice que en realidad el trato se cayó cuando Yawkey pidió “al hombrecito ese que juega right field...” Se refería a Yogi Berra. Yawkey no estaba contento, conocía muy bien los numeritos de Joe DiMaggio en Fenway Park: 29 jonrones de por vida. ¿Cuántos hubiese pegado de haber jugado con Medias Rojas? Ese año terminó con .320, lejos del .369 del campeón bat, Ted Williams, pero encabezó al circuito en jonrones (39) e impulsadas (155), su cifra más alta desde 1937. Fue la vez en que más cerca quedó de llevarse la Triple Corona de bateo y, como recompensa tras pedir 70 mil por compaña, los Yankees le firmaron por ¡100 mil! para convertirse en el mejor pagado en la historia de Ligas Mayores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario