UN PUEBLO ENCADENADO

¡Fin de mundo! Dirían las abuelas.
Ya Chávez no respeta ni la paz de los sepulcros, y mucho menos el derecho que tiene el pueblo de distraerse.
Ayer en presidente de la República se atrevió a lo que sospechábamos se atrevería, pero creíamos no haría: interrumpió un Caracas – Magallanes con una Cadena de Radio y Televisión., contraviniendo las leyes y la voluntad del Consejo Nacional Electoral, es decir irrespetando un derecho público en actitud dictatorial al hacer campaña política.
Una cadena para ofrecerle al pueblo cosas que debió haber hecho y lo hace sin presentar un solo ladrillo de una árida gestión de gobierno.
Y el presidente encadena al pueblo con la fuerza que le da el poder, un poder sentado sobre bayonetas y represión, a la vez que reclama se le reconozca como un régimen democrático.
Los venezolanos, cada día más, vivimos recluidos tras las rejas de nuestras viviendas, por temor a salir a las calles de nuestros pueblos, barrios y urbanizaciones ya que en el solar impera el hampa, el malandraje y la inseguridad.
El presidente, por ejemplo, no se atreve ir al Estadio y compartir con el pueblo la pasión por la pelota. No, él evita el repudio público. Sabe que le abuchearán, igual como el próximo 23 de noviembre en lo que será un referendo, otro más, la nación dirá que no le quiere a él y tampoco quiere seguir oprimida por la bota militar que le obedece a ciegas.
Ya basta. Es hora de revelarnos, pero debemos hacerlo cívicamente y borrar la bota aplastante con el voto reivindicador.
¿Hasta cuándo vamos a escuchar tantas mentiras? ¿Hasta cuándo permitir tanta opresión de nuestros derechos? ¿Hasta puándose seremos el pueblo necio que un ególatra utiliza como pantalla, exigiéndole una actitud de foca para aplaudir lo irrealizado?