Nuestros peloteros son especiales.
Nos llena de orgullo ver a Luis Sojo junto a Carlos Ocariz en Petare, inaugurando una cancha de beisbol con grama sintética. Sojo, que es petareño pura cepa, confesó haber visto grama artificial por primera vez cuando fue a las Grandes Ligas. Hoy él comparte la alegría de entregarle a los muchachos de Petare un terreno de juego con el que jamás soñaron Carrasquelito o Luis Aparicio.
Oswaldo Guillén recién acaba de darle una lección a mandatarios y políticos, en breve y sustancioso discurso, donde pide una combinación de jugadas para lograr la paz social. Él, Guillén, cada año hace bastante por cubrir su cuota, la Fundación que maneja en sociedad con su esposa y familia batea más de trescientos en el torneo llevando alegría a muchos muchachos. Él ha confesado “quedarse corto” en su empeño, porque Guillén quiere en esto de ayudar a los muchachos también ser Campeón Mundial.
Tenemos el caso de El Gato Galarraga, a quien hoy le retirarán en “41” del uniforme de Leones del Caracas.
Andrés es de Chapellín, y siendo un muchachito de caimaneras explotó su talento de chocador de bolas, que como en el tiempo confesaría Don Zimmer “nació ungido con la bendición de pegarle a la pelota como muy pocos pueden hacerlo. Basta escuchar sus contactos con el bate para saber de qué hablamos”.
Galarraga ha sido el héroe de la Venezuela contemporánea. Su ejemplo ante el cáncer, su mensaje a los enfermos de cáncer y su actitud optimista ante la vida han sido factores mucho más positivos ante sus compatriotas que todos los muy merecidos galones de su jerarquía como pelotero.
Hoy somos muchos los que estaremos muy contentos al saber que él, “El muchacho de Chapellín”, el “Hijo de Juana”, el esposo de Eneida estará feliz cuando se retire el “41” del uniforme del Caracas.
Es que además de un pedazo de tela sobre una franela, detrás de ese número hay mucha historia que contar.
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