POR VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
El escándalo de 1919, cuando Arnold Rothstein compró ocho medias blancas en la serie Mundial disputada entre las novenas de Chicago y Cincinnati, provocó la caída de los dos hombres más poderosos del beisbol: Ban Johnson y Garry Herman, presidentes omnipotentes de las organizaciones rectoras del beisbol: Liga Americana y la Liga Nacional, respectivamente.
En medio del ruido del escándalo provocado por “la venta” de la serie Mundial por los ocho malditos de Chicago, surgió como un arcángel demoníaco el hombre con mayor poder que jamás haya conocido el juego de pelota, el juez Kenesaw Mountain Landis. Oloroso a azufre, de mirada mefistofélica y cabello tan blanco como las plumas de los arcángeles Gabriel y Miguel, se discurso que fundamentaba en frecuentes frases bíblicas que no necesariamente apoyaron sus acciones.
Aquel escándalo fue el fraude más famoso de los muchos que han existido en las grandes ligas, fue cuando ocho jugadores de Medias Blancas de Chicago se vendieron a los bookers de Chicago para controlar los resultados de los juegos de la Serie Mundial, entregarle a Rojos de Cincinnati el pennat y estafar los sueños e ideales de una nación que recién salía de la Gran Guerra con terribles bajas humanas y económicas. Eran grandes jugadores, hombres con talento, que veían con rabia como los propietarios de los equipos, avaros y tacaños, se enriquecían a costa de su grandeza deportiva mientras ellos seguían hundidos en la miseria. Los nombres de los “malditos” son Ed Cicotte, Joe “Shoeless” Jackson, Happy Flesh, Chick Gandil, Buck Weaver, Swede Risberg, Lefty Williams y Fredd McMullin.
Fueron acusados de conspirar para que Cincinnati perdiera la Serie Mundial. Después se les conoció como ''los Medias Negras'' y fueron expulsados del beisbol organizado de por vida por Kenesaw Mountain Landis, el primer Comisionado de Beisbol.
Shoeless Jackson, el lanzador Eddie Cicotte y el segunda base (del Hall de la Fama) Eddie Collins, los Medias Blancas se consideraban en aquel momento el mejor equipo de béisbol, aunque sus peloteros sentían y manifestaban hostilidad hacia el tacaño propietario de Medias Blancas Charles Comiskey. Los apostadores profesionales Arnold Rothstein y Joe ''Sport'' Sullivan fraguaron la trama de ''arreglar'' la serie.
El primera base Chick Gandil se hizo cargo por parte de los White Sox, pidiendo dinero adelantado y reclutando compañeros, incluyendo a Cicotte y a otro lanzador estrella, Lefty Williams. La trama se descubrió prontamente, y en cuestión de un año, había un jurado de investigación asignado al caso. Jackson, Cicotte, Gandil y Williams estaban entre los ocho jugadores encausados y después suspendidos por Comiskey. En junio de 1921 los jugadores fueron hallados inocentes en corte, pero no dentro del béisbol. Landis, contratado para limpiar el deporte, los prohibió a todos de por vida. Medias Blancas, que había ganado la Serie Mundial de 1917, no ganó otro campeonato hasta el 2005.
Aquel año de 1919 apareció en el firmamento de las Grandes Ligas el primer pelotero latinoamericano en participar en una Serie Mundial. Fue el cubano Adolfo Luque, lanzador de Rojos de Cincinnati. Luque relevó en cinco episodios durante e los juegos tercero y séptimo de aquella Serie. No ganó ni perdió u apenas permitió un imparable.
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Han pasado 88 años desde aquel aciago momento cuando se pensó que el beisbol de las grandes ligas desaparecería, envuelto en turbios y deshonestos arreglos tras bastidores. Temor que se repetiría varias veces en el tiempo y que ahora vuelve a estar latente al conocerse los alcances del Informe Miller, donde se han visto envueltos casi un centenar de peloteros quienes han recurrido al uso de esteroides y sustancias no permitidas y, además, algunos de ellos han caído en perjurio ante el Gran Jurado, siendo esta falta mucho más grave que la de la sospecha de la trampa, la falta de la mentira y el falso testimonio. Pecados mortales en la tabla de mandamientos del Juez Landis a quien unos desorientados propietarios, preocupados por el destino de su negocio, le dieron poderes para restaurar la imagen del juego manchada por el escándalo. En esa época pocos observadores podían darse cuenta que el béisbol de ligas grandes se estaba moviendo hacia otra época de oro de dinero y gloria cuyos puntos más luminosos estarían marcados por la explosión de Babe Ruth, quien ya estaba cautivando. La temporada “de la culpa”, 1920, fue el divertido Ruth, y no el duro moralista Comisionado Landis, quien distrajo la atención de los fanáticos alejándola del escándalo de los Black Sox. Ruth logró 54 jonrones y cobró US$ 125,000.00 que los Yankees desembolsillaron el año previo a 1920 para obtener al antiguo as de pitcheo de los Medias Rojas.
El informe del ex senador demócrata George Mitchell provocó un escándalo luego de denunciar situaciones de consumo, tráfico, complicidad y otros rangos de culpabilidad en el caso del dopaje. Luego de publicado y leído el Informe Mitchell, quedan dudas de la “inocencia” del sucesor del Juez Landis, el Comisionado de las Grandes Ligas Bud Selig y del Presidente de la Asociación de Peloteros, Donald Fehr, quienes están en la mira porque se les acusa de haber tenido conocimiento de todo lo que ocurría con el tráfico y mercadeo de esteroides y que, por proteger la producción de récords y dinero en las taquillas del espectáculo, se hicieron los sordos y los ciegos ante la patraña del dopage. Mitchell, Selig y Fehr tendrán que rendir testimonio ante comité de la Cámara de Representantes el próximo martes."Durante más de una década se extendió el uso de esteroides y otras substancias prohibidas que mejoran el rendimiento deportivo en peloteros de las Grandes Ligas en violación a leyes federales y de la política del béisbol", destacó Mitchell en rueda de prensa. Mitchell denunció que en cada equipo de los 30 que configuraran las Grandes Ligas, tenía a uno, dos o más jugadores consumiendo esteroides, sin que el Comisionado o los propietarios de los equipos, conociendo estos problemas, hiciesen nada por corregir la situación. "La respuesta del béisbol fue lenta e inicialmente ineficaz, pero ganó impulso tras la adopción en el 2002 de pruebas de dopaje obligatorias y al azar", añadió. "Todavía queda mucho por hacer, pero también es el momento de mirar hacia adelante y de poner todos los elementos para dar solución al grave problema del dopaje".La "cultura del dopaje" denunciada por Mitchell se extendió a grandes leyendas y cuyos nombres fueron incluidos en el informe, siendo la gran sorpresa el del lanzador estelar Roger Clemens, un ganador de siete premios de Cy Young. También, como se esperaba aparecieron los nombres de Barry Bonds, Jason Giambi, el único que colaboró con Mitchell, Gary Sheffield, Eric Gagne, el dominicano Miguel Tejada, David Justice, Chuck Knoblauch, Andy Pettitte y José Canseco. Fehr reconoció que la aparición de los nombres de los peloteros en el informe les iba a afectar negativamente y tal vez para siempre.
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