El periodista Antonio D. Olano fue encargado por Domingo González Lucas, hermano mayor de Luis Miguel Dominguín, para que “se encargara” de la visita de El Ché Guevara a Madrid. Dominguito era el rojo de los dominguines, mientras que Luis Miguel mantenía las más cercanas relaciones con el generalísimo Francisco Franco y el entorno del poder.
Una noche de jueves taurinos, concluida la novillada y reunidos en la barra de Los Timbales. Olano me contó que fueron dos las oportunidades que el guerrillero estuvo en la capital de España, la primera en una escala de su viaje a Egipto, a una reunión internacional con Gamal Abdel Nasser y la otra de regreso a Cuba de aquel viaje al norte de África, en septiembre. La condición que Franco puso para que el héroe de Santa Clara anduviera a sus anchas, uniformado, armado y en compañía de un grupo de cubanos y soviéticos fue que “no haga contacto con la oposición”. El gobierno de Franco no le distinguió con recibimientos o entrevistas. Aquel año Franco recibió al general Dwight D. Eisnhower, presidente de los Estados Unidos, enemigo de Fidel Castro y gran arquitecto del Plan Marshall que tantos beneficios económicos llevó a la aislada España. Fue el 13 de junio DE 1959. No hubo recibimiento oficial para quien sólo un año después sería ministro de Industria de Cuba, aunque los servicios secretos del Gobierno español no le perdieron de vista durante las horas que pasó en Madrid.
El Ché Guevara, uniformado con el mismo uniforme chino, que ahora viste el Ejército Bolivariano de Venezuela, y con su puro Cohíba se paseó por las calles de Madrid el 13 de junio de 1959. Visitó la plaza de toros de Vistalegre, que era propiedad de Luis Miguel Dominguín y administrada por Dominguito. Pidió conocer la Ciudad Universitaria de Madrid, la Plaza de Oriente y el Palacio Real, y en compañía de Antonio D. Olano y de Dominguito Dominguín recorrió algunos barrios y tascas de Madrid.
En septiembre, a su regreso de la Cumbre de Países no alineados, volvió a Madrid. Olano le había reservado en el Hotel Suecia, y el primer día visitó Galerías Preciados, los almacenes propiedad de Carmen Polo de Franco, que marcaron la pauta comercial en España y que en el tiempo serían sustituidos por El Corte Inglés, los almacenes del escandaloso negocio entre Felipe González y Gustavo Cisneros. Esa visita a Preciados fue informada por El Diario de la Marina de La Habana, sin aturorización de El Ché. Ese reportaje provocó el cierre del periódico más importante de Cuba y fue el primero de los pasos de una larga y penosa caminata contra los medios de comunicación cubanos, hasta llegar al monopolio absoluto de la información por el régimen fidelista y la eliminación de cualquier medio que intentara oponerse a la revolución.
De su segunda visita es la foto que reproducimos hoy, gracias a la diligencia del periodista Federico García de la Agencia EFE de Madrid. Aquí vemos al guerrillero en barrera de primera fila, junto a cubanos con sus puros, uniformado y con un catire a su izquierda que a todas luces debe ser un ruso.
Hubo un tercer viaje en octubre de 1966, pero El Ché en el pasaporte no se identificaba como Ernesto Guevara Lynch, sino como Ramón Benítez, una falsa identidad, nombre que continuó utilizando después en su actividad guerrillera en Bolivia para su proyecto de insurrección en toda América Latina.
Steven Sohderberg rueda dos películas en las que Benicio del Toro encarna al guerrillero: El argentino y Guerrilla, mientras que Barcelona presentará para fines de este año la exposición Che, revolucionario e icono. La Fiesta del Partido Comunista de España se cerró en septiembre con un coloquio sobre la figura del comandante, de quien hay un monumento en la ciudad madrileña de Leganés.
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