sábado, 20 de octubre de 2007
APUESTA ANTE LA INDIFERENCIA
Anunciado el 11 de noviembre en Valencia
Eduardo Valenzuela
una apuesta ante la indiferencia
por EL VITO
El domingo 11 de noviembre luce sobre el papel como el cartel de la indiferencia, para el aficionado común, para el que sigue los escalafones de la temporada europea y no se da cuenta que la resaca del mar cambia constantemente la plaza del toreo.
Ese día, en la Monumental de Valencia, se lidia una corrida de toros de la ganadería de La Cruz de Hierro, en nuestro criterio el esfuerzo ganadero más importante realizado en el continente americano en los últimos cuatro lustros de la historia del toreo. Su propietario, Orlando Echenagucia, quien ha de morir como los peces, por la boca y por bocón, ha invertido en tiempo, dinero, sacrificios, desvelos y errores lo que nadie en Venezuela y América.
Todo este magnífico esfuerzo se resume en un fruto: el toro de La Cruz de Hierro.
Astado único en Venezuela y Sur Amér4ica, con personalidad y hasta con leyenda, al que Echenagucia se atreve echar a la plaza con los cuatro años cumplidos, en plenitud de su desarrollo e intacto de sus defensas, virtudes reclamadas por el buen aficionado, el taurino honesto y que son las únicas virtudes que sacarán al toreo del marasmo en que se ha hundido en Venezuela.
Entiendo que estas líneas no son nada simpáticas, y debe entender usted, amable lector, que no es la intención de este reportero taurino ser grato a quienes mueven los hilos de la fiesta. Hilos que han convertido el toreo en un guiñol, un títere sin gracia, sin mensaje, que se mueve a los intereses de las figuras de la fiesta, complaciente y con penoso espíritu hasta convertirse en parte de la patraña que es el toreo nacional, donde, por cierto, no le veo continuidad a Orlando Echenagucia, quien destaca como una isla en el inmenso océano de la soledad vocacional en la cría del toro de lidia.
Pues amable lector, este cartel de la indiferencia reúne a tres toreros muy interesantes.
En primer término el extremeño Martín Quintana, torero de escasos méritos, mucho menos que la mayoría de los espadas nacionales que se quedarán si hacer el paseíllo en Valencia mientras en el consulado español en Caracas maltratan a los venezolanos en su intento de ir a torear a España.
También el sevillano Manolo Escribano, quien con valor, ganas de estas y mucha disposición firmó esta corrida con la espada en Tovar cuando se hizo de todos los trofeos de la Feria de Nuestra Señora de Regla.
En tercer lugar está Eduardo Valenzuela, un torero al que se le hace justicia y mucho más en esta oportunidad que se le coloca ante una corrida de calidad, de mucha calidad ante cuyos ejemplares los buenos aficionados sabrán valorar el talento, disposición y sentido del toreo de este espada por el que apostamos fuerte en esta tarde del cartel de la indiferencia.
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