Tanto para las presidenciales, como para las primarias no debemos caer en la falacia del Nirvana o de la solución perfecta. Habrá que dar la pelea en condiciones de inferioridad
El régimen tiene la voz cantante sobre la elección presidencial. La fecha y las condiciones dependerán de las decisiones del grupo de malandros que usurpan el poder. Evidentemente, la presión de la gente en la calle y la de algunos países democráticos podrían obligarlos a realizar ese mandato constitucional comme il faut, o sea como debe ser. Sin embargo, en este momento está un poco rueda libre y por lo tanto impondrá la fecha y las restricciones que le convengan. En el caso de las primarias, corresponde a la dirigencia democrática decidir si se van a efectuar y en qué condiciones. Los electores tendremos la responsabilidad de votar por el que nos parezca mejor.
Tanto para las presidenciales, como para las primarias no debemos caer en la falacia del Nirvana o de la solución perfecta. Esta figura la postuló el economista Harold Demsetez a finales de la década de los años sesenta del siglo pasado. Básicamente, consiste en el error de querer comparar una solución ideal, pero inviable, con otra menos buena pero real. Dicho en otros términos, lo ideal es enemigo de lo bueno.
Es necesario confiar en la comisión designada para conducirlas. Todos son ciudadanos honorables que no se prestarán a que el CNE ejerza influencia. Por ejemplo, es imprescindible que haya un número apropiado de centros de votación, para lo cual se requiere autorización para utilizar muchos de ellos.
Lo ideal sería que la Fuerza Armada no participe a través del Plan República, pero hay que considerar que los paramilitares rojos tendrían la libertad de robarse las urnas y de agredir a los votantes. Cierto que en el estado Bolívar, en la elección de gobernadores del 2008, la Fuerza Armada se apropió de las urnas para desconocer el triunfo de Andrés Velásquez. Sin embargo, esa fue una excepción, al igual que el abuso de autoridad de algunos efectivos militares el día de elecciones. Las máquinas del CNE no son las que han alterado los resultados en pasados eventos, sino la ausencia de muchos de nuestros testigos. Sin embargo, son causa de desconfianza y no hay justificación para utilizarlas.
Ojalá que todos los precandidatos entiendan esto. Puede que algunos decidan no participar si no se aceptan sus condiciones. Unos lo harán porque están conscientes de que sus probabilidades de triunfo son bajas; otros, por pretender lo ideal, pueden caer en la falacia del Nirvana, lo cual sería lamentable.
En la elección presidencial lo ideal sería que se realice de acuerdo a todos nuestros derechos constitucionales, pero esto nunca lo aceptará Maduro. Por lo tanto, habrá que dar la pelea en condiciones de inferioridad y, además, expuestos a que el usurpador arrebate a lo Jalisco. Por ello, en las primarias debemos elegir al mejor candidato o candidata, al que tenga menos rechazo, y que esté dispuesto a defender su victoria.
Hay otras opciones mejores que acudir a una contienda electoral en la que el régimen hará lo posible por torcer la voluntad de los electores, tales como una insurrección popular que obligue a Maduro a salir de Miraflores o que la Fuerza Armada haga respetar la Constitución, pero cifrar nuestras esperanzas en estas opciones es caer en la falacia del Nirvana. El expediente en la Corte Penal Internacional avanza más lento de lo que deseamos, pero más rápido de lo que le gustaría a Maduro. Lo real y lo que está en las manos de los ciudadanos es acudir a votar en las primarias mediante un sistema de voto múltiple. Luego, volcarnos masivamente a depositar nuestro voto en la presidencial.
Las utopías siempre han atraído a muchos desde que el hombre disfrutó de tiempo para meditar y filosofar. Casi todas, se quedaron en el tintero. La que más daño ha ocasionado es la del comunismo. Casualmente, hoy 21 de febrero se cumplen 175 años de la publicación del Manifiesto Comunista. Para imponerlo, sus líderes asesinaron a millones de personas. Hoy está demostrado que es inviable.
La dirigencia opositora debe crear un frente común. No es tiempo de predicar soluciones óptimas. Hay que salir del régimen con las herramientas que tenemos a mano.
Como (había) en botica
Los editoriales de Gladys Rodríguez son una lección de civismo. Nuestros excelentes comunicadores sociales en el exilio son un baluarte en la lucha contra el régimen.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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