En enero de 1944 ya es jefe de la primera sección del Estado Mayor y comienza a soñar con un destino personal. Funda una organización clandestina dentro de las Fuerzas Armadas. Tienen en común sentirse “superiores” a sus superiores. Creen merecerse un destino con las riendas en la mano. Detrás de los acontecimientos que se desarrollan en Venezuela a partir de 1945, la impronta de Marcos Pérez Jiménez fue la marca distintiva.
Marcos Evangelista Pérez Jiménez es el hijo número dieciséis de los diecisiete que tuvieron Juan Pérez Bustamante y Adela Jiménez Cobos. Nació en Michelena, estado Táchira, el 25 de abril de 1914. Su padre era tachirense y su madre cucuteña. De hecho, el adolescente Marcos estudia el bachillerato en Cúcuta, en el Colegio Gremios Unidos, y al egresar se inscribe en la Escuela Militar, en Caracas. Tiene diecisiete años. Hasta allí llegó su vida andina.
En 1934 egresa como subteniente y en 1936 ya es teniente del Ejército, destacado en Maracay. En 1939 es enviado a Perú, donde estudia entre marzo y octubre en la Escuela de Aplicación de Artillería. Luego, estudia Comando y Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra de Chorrillos, entre 1939 y 1943. Entonces, regresa a Caracas con grado de capitán. Estos años en Perú serán decisivos para su “visión del mundo” y del papel que cree le corresponde a las Fuerzas Armadas en América Latina.
En enero de 1944 ya es jefe de la primera sección del Estado Mayor y comienza a soñar con un destino personal. En 1945 funda una organización clandestina dentro de las Fuerzas Armadas: la UMP (Unión Patriótica Militar) con sus compañeros de armas Mario Vargas, Edito Ramírez, Martín Márquez Añez, Oscar Tamayo Suárez y Julio César Vargas. Tienen en común sentirse “superiores” a sus superiores en temas de la profesión militar. Creen merecerse un destino con las riendas en la mano.
En 1945 se casa con Flor Chalbaud, hija del general Antonio Chalbaud-Cardona (quien había juntado los dos apellidos de su padre, el también general Esteban Chalbaud Cardona), y Angelina Castro Tejera. El general Chalbaud Cardona era un hombre muy respetado dentro de las Fuerzas Armadas. Marcos Pérez Jiménez con Flor Chalbaud Castro tendrá cuatro hijas: Margot, Flor Ángel, María Sol y Flor de María Pérez Chalbaud.
Golpe de Estado Civil-Militar del 18 de octubre de 1945
Rómulo Betancourt en su libro Venezuela, Política y petróleo apunta que Acción Democrática (AD) convino con el candidato del presidente Isaías Medina Angarita, el doctor Diógenes Escalante, entonces Embajador de Venezuela en los Estados Unidos de Norteamérica, respaldar su candidatura y Escalante se comprometió con la reforma de la Constitución Nacional para convocar elecciones universales, directas y secretas al final de su quinquenio presidencial. Ese acuerdo fue producto de un viaje discreto que hicieron Betancourt y Raúl Leoni a Washington a conversar con Escalante, según explica Betancourt.
Antes de este acuerdo verbal, la logia militar Unión Militar Patriótica, mencionada antes, venía trabajando subrepticiamente para derrocar al gobierno de Medina Angarita. Sus razones eran más militares que políticas, y se fundamentaban en el resquemor que sentían estos jóvenes oficiales hacia sus superiores, ya que estos estaban formados dentro de la modernidad profesional, mientras sus superiores eran todavía herederos del sistema anterior. Sobre este particular, Pérez Jiménez en el libro de entrevistas con Agustín Blanco Muñoz, Habla el general, afirma lo siguiente:
“Al poco tiempo que yo regresé del Perú me ascendieron a Mayor. Comenzó entonces a gestarse la revolución de octubre. No la rusa, sino la nuestra. Era un movimiento contra el general Medina. A mi regreso ya había encontrado que había inquietud entre los oficiales. Entre otras cosas, se habían establecido unos cursos para sargentos y los ascendían a oficiales. Esto no caía bien entre los oficiales procedentes de la Escuela. Por otra parte, la nueva Escuela Militar que estaba haciendo el general Medina tenía una capacidad exigua. No tenía la capacidad para el número de alumnos necesarios a fin de producir suficientes oficiales para los reemplazos indispensables en un buen encuadramiento de las Fuerzas Armadas. Y se corría el rumor de que lo que había era el deseo de convertir a las Fuerzas Armadas en algo así como una policía nacional. Y nosotros veíamos esto como una manifestación, entre tantas, del grado de atraso en que estaba el país con respecto a otros países suramericanos, comenzando por la misma Colombia” (Blanco Muñoz, 1983:51-52).
Esta logia se desactivó cuando se llegó al acuerdo secreto entre Escalante, Betancourt y Leoni. Por otra parte, el descontento del expresidente Eleazar López Contreras y sus seguidores era absoluto, ya que el general quería regresar al poder y Medina pensaba que no era conveniente. Este descontento era de tal naturaleza que López Contreras y Medina Angarita ni siquiera se hablaban, y tampoco aceptaban intermediarios de buena fe que compusieran un acuerdo.
Todo lo anterior indica que convivían en el país tres proyectos de poder: a)Isaías Medina Angarita con su candidato Diógenes Escalante, apoyado in péctore por AD, sobre la base de un acuerdo de democratización electoral; b) El expresidente Eleazar López Contreras y sus deseos de regresar a la Presidencia de la República; y c) La logia de jóvenes militares que también buscaba el mando.
No es necesario recordar con detalle que Escalante perdió sus facultades mentales súbitamente en el Hotel Ávila, cuando se preparaba para asumir la Presidencia de la República. La enfermedad de Escalante descompuso el cuadro. Al proponer Medina Angarita a su ministro de Agricultura y Cría, el doctor Ángel Biaggini, en sustitución de Escalante, este no recibió el apoyo de AD, porque no había un acuerdo verbal con él y, por otra parte, se activó la logia militar de nuevo, manifestando que buscarían el poder al margen de la candidatura de Biaggini.
Esta vez AD optó por acompañar a los jóvenes militares y tuvo lugar el Golpe de Estado el 18 de octubre de 1945. Los conjurados contaban con un significativo apoyo dentro de las Fuerzas Armadas, pero sí Medina Angarita hubiera querido resistir tenía con qué hacerlo. Incluso, la Policía de Caracas le era fiel, pero optó por entregarse, para evitar un derramamiento de sangre. Fue encarcelado, al igual que el expresidente López Contreras, y otros altos funcionarios de su gobierno. A los pocos días fueron todos aventados al destierro.
En los primeros momentos se pensó que había sido el expresidente López Contreras y sus seguidores dentro de las Fuerzas Armadas quienes dieron el golpe, pero la sorpresa fue mayúscula cuando se supo que fueron otros actores. Un pacto entre la joven logia militar (UMP) y Acción Democrática (AD), condujo a la constitución de una Junta Revolucionaria de Gobierno el 19 de octubre, integrada por siete miembros y presidida por Rómulo Betancourt. Los miembros eran Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Gonzalo Barrios por AD, el mayor Carlos Delgado-Chalbaud y el capitán Mario Vargas, por parte de las Fuerzas Armadas, y el médico Edmundo Fernández, quien sirvió de enlace entre estos dos grupos.
Se necesitaron tres años para que las diferencias entre AD y los militares de la fórmula que dio el Golpe de Estado se hicieran notorias. Cuando otro Golpe de Estado derrocó al presidente Rómulo Gallegos en noviembre de 1948, y el mismo fue comandado por Carlos Delgado-Chalbaud, se hizo evidente para todos que el proyecto de AD y de los militares no era el mismo, pero eso lo veremos más adelante.
El día del Golpe de Estado del 18 de octubre de 1945 Pérez Jiménez había sido hecho preso en Maracay, fruto de una delación de la conjura. Una vez controlada la situación militar por parte del nuevo gobierno encabezado por Betancourt, el mayor Pérez Jiménez es ascendido a jefe del Estado Mayor del Ejército, y luego a jefe del Estado Mayor General. En otras palabras, mientras el comandante Carlos Delgado-Chalbaud era ministro de la Defensa, Pérez Jiménez tenía el control de las Fuerzas Armadas. En esta posición se mantuvo durante los dos años del gobierno de Betancourt (1945-1948) y los nueve meses del gobierno de Gallegos, y desde allí conspiró y orquestó el golpe del 24 de noviembre de 1948.
Golpe Militar del 24 de noviembre de 1948
La iniciativa del golpe militar contra Rómulo Gallegos la tuvieron Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, mientras Delgado-Chalbaud se sumó a última hora, y con muchas dudas. Se cuenta con testimonios que indican que si Delgado no se sumaba a la conjura sería dejado de lado. De modo que su dilema era álgido: o se sumaba y encabezaba la Junta Militar de Gobierno, siendo presidente, o se preservaba en honor a la legitimidad democrática y Gallegos, e iba preso. Optó por lo primero.
Junta Militar de Gobierno, encabezada por el comandante Carlos Delgado-Chalbaud (1948-1950)
Con la extraña aclaratoria según la cual la Junta Militar sustituye a un gobierno electo democráticamente para disponerse a convocar elecciones en lo sucesivo, comienza el gobierno de Carlos Delgado-Chalbaud. Entre sus primeras medidas está la de invalidar los juicios del Tribunal que condenó por peculado a los funcionarios de los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita. Muchos de ellos, entre otros Uslar Pietri, recuperaron sus casas. De inmediato, además, se ilegalizó a Acción Democrática, y muchos de sus dirigentes salieron al exilio o pasaron a la clandestinidad.
Al año siguiente (1949) la Junta ordenó la disolución de la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela) y la de las Federaciones sectoriales, con lo que se le asestaba un duro golpe a una de las instituciones fundamentales del proyecto político de AD. También de inmediato, la Junta desconoció las disposiciones de la Constitución Nacional de 1947, y afirmó que imperaría la de 1936, salvo en los casos en los que la de 1947 fuese “más progresista”, afirmación difícil de comprender en su extensión y sentido. Conviene recordar que la de 1947 fue el producto de una Asamblea Nacional Constituyente y consagró la elección universal, directa y secreta.
La obra de dos años que encabezará Delgado-Chalbaud puede dividirse por áreas. Por una parte, lo que Pérez Jiménez y Llovera Páez hacían en las Fuerzas Armadas, donde ejercían un liderazgo indiscutible; y por otra, lo que Delgado hacía puertas afuera de los cuarteles, siempre insistiendo en que se trataba de un gobierno interino, que muy pronto convocaría a elecciones, en busca de una “democracia liberal, alternativa y representativa”.
Magnicidio de Delgado-Chalbaud (1950)
Han corrido ríos de tinta analizando el episodio, y sus causantes, del único magnicidio que ha ocurrido entre nosotros. Testimonios de bando y bando abundan, pero lo único cierto es que el comandante Delgado murió y, de inmediato, la Junta Militar comenzó a buscarle un sustituto, ya que Pérez Jiménez se cuidó mucho de no sucederlo él para no darle crédito a la hipótesis del interés en su muerte.
En los días sucesivos, se pensó que el doctor Arnoldo Gabaldón sucedería a Delgado, como había sido su voluntad, y de hecho comenzó a despachar desde Miraflores a la espera de la confirmación en el cargo por parte de la Junta Militar, pero ello no ocurrió, sino que la Junta prefirió al doctor Germán Suárez Flamerich, entonces Embajador de Venezuela en Perú, quien tomó posesión el 27 de noviembre, modificándose entonces la denominación de la Junta, pasando a llamarse Junta de Gobierno, ya que el nuevo integrante era civil.
Designación como Presidente de la Junta de Gobierno de Germán Suárez Flamerich (1950-1952)
Aunque buena parte de la historiografía simplifica los años que van de 1948 a 1958 como los de la dictadura militar de Pérez Jiménez, la verdad es que hay matices que no deben soslayarse. Uno es el de Suárez Flamerich, por más que sea unánime la opinión según la cual quien ejercía el poder era Pérez Jiménez y no el designado; ya que se trataba de una Junta de Gobierno en la que las Fuerzas Armadas tenían el mayor peso. Lo que podía hacer el civil que la encabezaba era muy poco, además de que no se cuenta con pruebas que certifiquen que pensaba distinto a los otros integrantes de la Junta de Gobierno.
El tema de las elecciones presidenciales y de los representantes al Congreso Nacional, que estaba pendiente para diciembre de 1952, la Junta de Gobierno lo resolvió decidiendo convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que redactara una nueva Constitución Nacional, en vez de elegir nuevo mandatario. En abril de 1951 se aprobó el nuevo Estatuto Electoral, que impedía que AD y el PCV se presentaran con candidatos a la contienda, no así URD y COPEI, con Jóvito Villalba y Rafael Caldera a la cabeza. La mano militar apretaba cada vez más sobre el cuello de la disidencia, y las persecuciones contra los integrantes de AD y el PCV arreciaban. De hecho, Alberto Carnevali, dirigente de AD, es hecho preso en mayo de 1951.
La escalada represiva
Pero la escalada represiva de la Junta de Gobierno va a incrementarse a partir del nombramiento de Pedro Estrada al frente de la Seguridad Nacional el 31 de agosto de 1951. La experiencia policial de Estrada se inició durante el gobierno de López Contreras, en 1936, cuando es nombrado jefe de la Policía de Maracay, para luego trabajar en la Policía de Caracas durante el gobierno de Medina Angarita. Vivió en los Estados Unidos en funciones de agregaduría en la Embajada de Venezuela allá, hasta que regresó en 1949.
Para octubre de 1951 el número de presos políticos asciende a cerca de dos mil, en su mayoría dirigentes de AD y el PCV, encarcelados en la Cárcel Modelo de Caracas y en las de las capitales de los estados, en particular en la Penitenciaría General de Venezuela en San Juan de los Morros. El campo de concentración de Guasina, una de las islas del Delta del Orinoco, se abre en noviembre de 1951, habitándolo cerca de cuatrocientos presos políticos.
La libertad de prensa no tenía vigencia en Venezuela, y los periódicos que se atrevían a publicar noticias contrarias a los intereses de la Junta de Gobierno padecían severos problemas de toda índole; de modo que de la permanente violación de los Derechos Humanos en Guasina, y en todas las cárceles del país, no se informaba regularmente, y la gente se enteraba con base en relatos orales, que se pronunciaban en voz baja, y corriendo todos los peligros. Las denuncias sobre la insalubridad de Guasina fueron insistentes, hasta que el campo de concentración se cerró en diciembre de 1952, fecha en que los presos políticos fueron trasladados a la cárcel de Ciudad Bolívar.
El año electoral de 1952 comienza con problemas en la Universidad Central de Venezuela, hasta que se suspenden las actividades, yendo a parar a la cárcel muchos alumnos y profesores, mientras otros lograban salir al exilio. Las detenciones no cesan, mientras el Gobierno se prepara con su agrupación electoral FEI (Frente Electoral Independiente) a participar en las elecciones de noviembre. AD y el PCV, que están ilegalizados, no pueden participar, mientras COPEI y URD deshojan la margarita en cuanto a hacerlo, hasta que optan por concurrir. Tienen lugar alzamientos puntuales en los cuarteles, a la par que el juego de inventos de atentados por parte del gobierno le da pie para seguir deteniendo a dirigentes, o asesinándolos, como fue el caso de Leonardo Ruiz Pineda, jefe de AD en la clandestinidad, el 22 de octubre de 1952 en San Agustín del Sur.
Las elecciones de 1952
Los comicios tuvieron lugar el 30 de noviembre de 1952, después de una campaña en la que URD recogió un apoyo notable, al punto que la concentración que logró en el Nuevo Circo de Caracas el 27 de noviembre es la más grande que se recuerda en aquellos años. Rafael Caldera y su partido COPEI recorrieron el país dando discursos. La asistencia del pueblo a las elecciones fue masiva, y las primeras cifras daban la victoria a URD, con una votación considerable de COPEI, mientras el partido del gobierno, el FEI, quedaba rezagado.
Marcos Pérez Jiménez y la negación de la libertad (y II Parte)
Incurrió en fraudes electorales para imponer su autoridad; y aunque durante su mandato construyó una parte de la infraestructura del país, fue mucho menor de lo que el imaginario colectivo cree. De lo que no cabe duda es que durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez la violación de los Derechos Humanos y la tortura estaban a la orden del día, porque fue un enemigo frontal de la libertad y de la democracia. lea más en
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Bibliografía:
-Arráiz Lucca, Rafael (2012). El trienio adeco (1945-1948) y las conquistas de la ciudadanía. Caracas editorial Alfa.
—Venezuela 1830 a nuestros días (2006). Caracas, Editorial Alfa.
-Blanco Múñoz, Agustín (1983). Habla el general. Caracas, Universidad Central de Venezuela.
-Castillo D’imperio, Ocarina (1990). Los años del Buldozer. Ideología política 1948-1958. Caracas, Fondo Editorial Tropycos-CENDES.
-Catalá, José Agustín. (1977). La resistencia en el régimen de Pérez Jiménez 1948-1952, Vol I. Caracas, ediciones El Centauro.
-Gómez, Carlos Alarico (2007). Marcos Pérez Jiménez. El último dictador. Caracas, Los Libros de El Nacional.
-Sierra, Manuel Felipe (2009). Marcos Pérez Jiménez. Caracas BBV N° 112, El Nacional-Banco del Caribe.
20 DICIEMBRE 2022
Marcos Pérez Jiménez y la negación de la libertad (y II Parte)
Incurrió en fraudes electorales para imponer su autoridad; y aunque durante su mandato construyó una parte de la infraestructura del país, fue mucho menor de lo que el imaginario colectivo cree. De lo que no cabe duda es que durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez la violación de los Derechos Humanos y la tortura estaban a la orden del día, porque fue un enemigo frontal de la libertad y de la democracia.
El 2 de diciembre el nuevo CSE entrega unos resultados falsos, en los que gana por amplio margen el FEI. Marcos Pérez Jiménez asume la Presidencia Provisional de Venezuela el mismo día, mientras el Gobierno hace esfuerzos por lograr que URD acepte el resultado electoral. En vista de que no lo hacen, son montados en un avión y expulsados a Panamá el 15 de diciembre, mientras COPEI no forma parte de la Asamblea Nacional Constituyente, cuando en enero condiciona su participación, y el Gobierno no responde sus peticiones.
Si la Junta Militar de Gobierno presidida por Carlos Delgado-Chalbaud llegó al poder infringiéndole un golpe de Estado a un Presidente electo por la mayoría, la Presidencia Provisional de Pérez Jiménez se impuso sobre un fraude electoral, perpetrado contra el mismo pueblo que veía burlada su voluntad. Habían pasado apenas cuatro años.
Dictadura del coronel Marcos Pérez Jiménez (1952-1958)
Una vez perpetrado el golpe de Estado por parte de Pérez Jiménez -ya que desconocer la voluntad popular expresada el 30 de noviembre lo era-, la Asamblea Constituyente se instala el 9 de enero de 1953. De inmediato, ratifica la provisionalidad de la Presidencia de Pérez Jiménez y se enfrasca en la redacción del nuevo texto constitucional. El 15 de abril el Presidente Provisional firma el Ejecútese de la nueva Carta Magna y el 17 la Asamblea Constituyente designa a Pérez Jiménez Presidente Constitucional para el período quinquenal que correría entre abril de 1953 y abril de 1958, con elecciones en diciembre de 1957.
La Constitución Nacional de 1953
En relación con el período presidencial la nueva Carta Magna, esta mantuvo el quinquenio y el sistema electoral de la Constitución de 1947, pero en otros aspectos regresó a lo pautado por la Constitución de 1936, en particular en lo relativo a los derechos de los ciudadanos. Cambió la denominación de Estados Unidos de Venezuela por República de Venezuela, con lo que se reconocía que el federalismo venezolano de la Constitución de 1864 no se había materializado.
Bajo el “Nuevo Ideal Nacional”
Al no más iniciar formalmente su mandato, que ya de hecho venía gobernando desde hace años, Pérez Jiménez habló de “El Nuevo Ideal Nacional”, suerte de espíritu programático que animaría a su gobierno, que colocaría especial énfasis en la “transformación del medio físico”. Esto es: obras de infraestructura.
En tal sentido, la obra de gobierno fue intensa en relación con Caracas. Veamos una lista de realizaciones: Avenida Bolívar (1949); Avenida Andrés Bello (1949); se decreta el Área Metropolitana de Caracas (1950); Urbanización Francisco de Miranda, Casalta (1950); Urbanización Carlos Delgado-Chalbaud (1950); el Plano Regulador de Caracas (1951-1952); Avenida Nueva Granada (1951); Avenida Abraham Lincoln (hoy Bulevar de Sabana Grande, 1951); Autopista del Este, tramo Puente Mohedano-La California (1951-1955); los espacios ceremoniales de la década de los años ‘50; Autopista Caracas-La Guaira (1953); Avenida Urdaneta (1953); Avenida Guzmán Blanco -Cota 905- (1953); Avenida Francisco de Miranda (1954); Avenida Morán (1954); Avenida San Martín (1954); Torres de El Silencio, Centro Simón Bolívar (1954); Viaducto Nueva República (1954); Autopista Valle-Coche (1955); Avenida Fuerzas Armadas (1955); Autopista Caracas-Valencia (1955-1965); Urbanización 2 de Diciembre, hoy 23 de Enero (1955-1957); Paseo Los Próceres (1956); Avenida Páez (1956); el Hotel Humboldt (1956) y el Teleférico de El Ávila; el Hipódromo La Rinconada (1956-1959); y buena parte de la Ciudad Universitaria de Caracas, entre otras obras.
En el interior del país construyó una serie de hoteles, como el del Lago, en Maracaibo; el Bella Vista en Porlamar; el Miranda; el Aguas Calientes; el Maracay; la Ciudad Vacacional Los Caracas; la represa de Guárico; el dique de Puerto Cabello, y el Teleférico de Mérida.
La situación nacional
Por otra parte, la persecución por parte de la Seguridad Nacional contra Acción Democrática (AD) recrudece notablemente. No solo es detenido Eligio Anzola Anzola, secretario general de AD en la resistencia, sino que Alberto Carnevali muere en la cárcel en mayo, mientras Antonio Pinto Salinas, es asesinado en junio de 1953. Quizá, ante el desconcierto de la población por la política de terror, el Gobierno decidió en enero de 1954 liberar a 400 presos políticos, dejando ir a la mayoría al exilio. Pero el hostigamiento no cesó, tampoco la censura severa. Para colmo, dentro del marco de la Guerra Fría, los Estados Unidos condecora en octubre de 1954 a Pérez Jiménez con la Legión del Mérito, entendiéndose que sus “méritos” se refieren a su anticomunismo militante.
En perfecta sintonía con su proyecto político, el Gobierno se retira de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1955, luego de fricciones naturales entre dos instancias de poder tan disímiles. Como vemos, en estos años las tensiones entre el Gobierno y la oposición siguen creciendo, así como las persecuciones y las violaciones de los Derechos Humanos en contra de los presos políticos. Las torturas que muchos dirigentes de la oposición padecieron están suficientemente documentadas como para que el tema no esté en discusión.
El ingreso per cápita venezolano en 1956 llegó a estar entre los primeros del mundo. Los recursos provenientes de la explotación petrolera eran cuantiosos para una población que no llegaba a los siete millones de habitantes. Esta fue una de las causas por las que los flujos migratorios hacia Venezuela, después de la Segunda Guerra Mundial, fuesen notables, en particular los provenientes de Portugal, España e Italia.
Venezuela, más allá de la represión política, era una tierra de oportunidades para el extranjero que venía a reconstruir su vida, después de que sus países habían quedado devastados por la guerra. Este mismo año de 1956 el Gobierno otorga nuevas concesiones a las compañías petroleras, que presionaban para que ello ocurriese, haciendo grandes inversiones en la industria petrolera en el país.
Las elecciones de 1957
El año comenzó con agitaciones, dado que sería electoral. El primer síntoma de que la dictadura no tenía a todos los factores de poder a su favor fue la Pastoral del Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco, el 1 de mayo. A ella la antecedían las reiteradas protestas estudiantiles durante los meses de febrero y marzo. La Pastoral de Arias Blanco se detiene en la reivindicación del movimiento obrero, de la necesidad de la sindicalización, muy a contracorriente de lo que pensaba la dictadura. De tal modo que el hecho fue interpretado como una delimitación franca entre el Gobierno y la Iglesia católica y, siendo esta la institución con más tradición en el país, significó mucho para la disidencia, y para el gobierno mismo, al constatar que no contaba con el respaldo de la Iglesia. La Pastoral merece ser leída en su totalidad, ya que constituye una pieza doctrinal importante por el significado político coyuntural que tuvo. Además del tema sindical, toca el de los altísimos ingresos per cápita del venezolano, pero la pésima distribución de la riqueza y las enormes desigualdades existentes, hacían todavía más lacerantes las diferencias. El punto es importante, ya que la deficiencia de ingresos fiscales no fue lo que llevó a la dictadura a una crisis, sino factores políticos, sumados a los sociales. Otro aspecto importante señalado por Arias Blanco es el tema del cambio poblacional súbito, en la relación de los habitantes en el campo y la ciudad, variando notablemente hacia esta última.
Al mes siguiente, en junio, se constituyó la Junta Patriótica. Por iniciativa de tres dirigentes de URD, José Vicente Rangel, Fabricio Ojeda y AmílcarGómez, se reúnen con Guillermo García Ponce, del PCV, para formar la agrupación que se propone luchar por un “gobierno democrático, mediante elecciones libres, y el logro de una amnistía general en el país”. Luego, en agosto, se suman a la organización clandestina Moisés Gamero, por AD, y Enrique Aristeguieta Gramcko, por COPEI. Meses después es sustituido Gamero por Silvestre Ortiz Bucarán. Desde el comienzo se valen de la publicación de boletines y manifiestos que van marcando la pauta de la resistencia al régimen. En ellos hicieron énfasis en la fractura interna en las Fuerzas Armadas en relación con el apoyo al régimen dictatorial.
Esta separación entre Pérez Jiménez y los militares vino dándose marcadamente a partir de 1952, cuando el dictador comenzó a confiar particularmente en su jefe de policía y director de la Seguridad Nacional, Pedro Estrada, y su ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla-Lanz Planchart, ambos civiles, a quienes cierto estamento militar veía con recelo. Además, los jóvenes militares venían formándose sin la influencia de Pérez Jiménez y su generación, con lo que no podían señalarse vínculos particulares entre el Alto Mando Militar y la tropa. Como vemos, es casi una circunstancia de “manual de historia política” la de la relación estrecha que se da entre el jefe de policía y el tirano, que fundamenta parte sustancial de su apoyo en la represión y el espionaje. Esta relación fue determinante en la trama de poder de la dictadura perezjimenista. En lo personal, Pérez Jiménez es ascendido a general de Brigada en 1955 y a general de División en 1957.
Hacia el 23 de enero de 1958
En noviembre de 1957 anunció el Gobierno que las elecciones tendrían lugar bajo la modalidad de un plebiscito, en el que los electores optarían por la continuación del gobierno de Marcos Pérez Jiménez o no. Por supuesto, el resultado de los comicios del 15 de diciembre fue abrumadoramente favorable a Pérez Jiménez, cosa que la resistencia denunció, de la manera que pudo en medio de la censura, como un fraude. El 21 de diciembre el Consejo Supremo Electoral proclama a Pérez Jiménez como Presidente de la República, y el 29 la Junta Patriótica llama a las Fuerzas Armadas a manifestarse a favor de la Constitución Nacional.
El 1 de enero de 1958 se alza la Fuerza Aérea acantonada en Maracay, con el coronel Hugo Trejo a la cabeza, mientras el 7 los estudiantes manifiestan en contra del Gobierno. Trejo venía, desde 1955, tejiendo una red de conjurados que llegaba a casi 400 oficiales en contra de la dictadura. Es hecho preso, y sofocada la rebelión maracayera. Sectores de la Armada se suman a la protesta. La crisis está en marcha. El Gabinete Ejecutivo renuncia el 9 de enero, y el 13 Pérez Jiménez asume personalmente el Ministerio de la Defensa. Un sector importante de las Fuerzas Armadas le impone condiciones al Gobierno, entre otras la salida de funcionarios públicos a quienes consideran inconvenientes. Salen del Gobierno, y del país, Laureano Vallenilla y Pedro Estrada. A partir del 10 de enero en las cárceles no hay sitio para más nadie.
Los gremios profesionales, los intelectuales, y otros sectores de la vida nacional van manifestándose públicamente, reclamando el regreso de las formas democráticas de convivencia. El 21 de enero comienza una huelga de prensa y de inmediato una huelga general. El Gobierno responde con un toque de queda. La crisis se precipita hacia su final. El 22, sectores mayoritarios de las Fuerzas Armadas se suman al clamor popular. Pérez Jiménez ha perdido todo apoyo, de modo que en la madrugada del 23 se dirige al Aeropuerto de La Carlota, toma el avión que la conseja popular bautizó como “La vaca sagrada”, y alza vuelo hacia Santo Domingo, República Dominicana: allí lo recibiría el dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Antes de partir, los pocos militares fieles a Pérez Jiménez le manifiestan que ellos permanecerán al mando, a lo que el tachirense responde que nombren una Junta de Gobierno presidida por el oficial de mayor antigüedad y más alto rango: el contralmirante Wolfgang Larrazábal. Así fue.
Exilio y cárcel
Recibido en República Dominicana por su homólogo Rafael Leónidas Trujillo, muy pronto se muda a Miami, donde el gobierno de Rómulo Betancourt logra su extradición a Venezuela. Es hecho preso en Coral Gables y trasladado a la Penitenciaría General de Venezuela en San Juan de los Morros en agosto de 1963. Se le siguió juicio por peculado y malversación de fondos públicos (no por violación de los Derechos Humanos) y fue sentenciado el 1 de agosto de 1968 a cuatro años, un mes y quince días de prisión. Entonces, fue liberado de inmediato por haber cumplido la pena. Se va a España.
Construyó un palacete en La Moraleja, una de las urbanizaciones más exclusivas de Madrid, en un terreno de grandes dimensiones que en el año 2017 estaba en venta en 10 millones euros. Todavía se ignora de donde salieron los recursos para la compra, además del yate Guaicamacuto y dos apartamentos en Palma de Mallorca, entre otras propiedades donde Pérez Jiménez pasó un largo exilio que, sin embargo, fue interrumpido por él mismo en mayo de 1972, cuando regresó a Venezuela a presentarse como candidato presidencial.
Candidato fallido (1972)
Antes, su partido, la Cruzada Cívica Nacionalista (CCN), había obtenido 21 diputados y 4 senadores en las elecciones de 1968. Entre ellos, el senador Marcos Pérez Jiménez, cuya envestidura invalidó la Corte Suprema de Justicia en 1969. Algo de similar tenor y mayor profundidad ocurrió en abril de1973, cuando el Congreso Nacional aprobó la Enmienda Constitucional que impedía que personas condenadas por peculado y malversación de bienes públicos se presentaran a cargos de elección popular. Entonces, Pérez Jiménez salió del juego del poder y se dedicó durante varios años a recibir a candidatos presidenciales que buscaban su apoyo en el palacete de La Moraleja. En 1973, buscó su respaldo el candidato Pedro Tinoco, pero no lo logró. Tampoco alcanzaron su apoyo en las elecciones de 1998 los candidatos Hugo Chávez y Henrique Salas Römer, por citar otros ejemplos.
No escribió sus memorias, pero sí le concedió una larga entrevista a Agustín Blanco Muñoz en 1983, que sirve como testamento político. Sobrevivió muchos años más a este diálogo. Falleció el 20 de septiembre de 2001 a los 87 años. Ya para entonces se había creado un mito en Venezuela: pareciera que toda la infraestructura del país la hubiese construido durante su gobierno de facto, y no fue así. Es cierto que construyó mucho, pero también lo es que contaba con enormes recursos provenientes de las regalías que pagaban las empresas petroleras norteamericanas e inglesa-holandesa que trabajaban en el país. Entonces, con una población que no llegaba a los siete millones de habitantes y una producción petrolera de alrededor de 2.500.000 barriles diarios, Venezuela tenía uno de los 10 ingresos per cápita más altos del mundo.
No niego su obra infraestructural, pero señalo con fundamento que fue mucho menor de lo que el imaginario colectivo cree. Lo que no cabe la menor duda es sobre la violación de los Derechos Humanos, la tortura (documentada por el editor José Agustín Catalá) y la corrupción de Pérez Jiménez y de algunos (no todos) de sus colaboradores más cercanos. Tampoco cabe la menor duda de que fue un enemigo de la libertad y la democracia, que las dañó cuanto pudo, que no creía en ellas, que incurrió en fraudes electorales, que afectó gravemente las libertades políticas (entre ellas la de expresión, la de asociación) y en menor medida las libertades económicas. Por supuesto, el balance no le es favorable.
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Bibliografía:
-Arráiz Lucca, Rafael (2012). El trienio adeco (1945-1948) y las conquistas de la ciudadanía. Caracas editorial Alfa.
–Venezuela 1830 a nuestros días (2006). Caracas, Editorial Alfa.
-Blanco Múñoz, Agustín (1983). Habla el general. Caracas, Universidad Central de Venezuela.
-Castillo D’imperio, Ocarina (1990). Los años del Buldozer. Ideología política 1948-1958. Caracas, Fondo Editorial Tropycos-CENDES.
-Catalá, José Agustín. (1977). La resistencia en el régimen de Pérez Jiménez 1948-1952, Vol I. Caracas, ediciones El Centauro.
-Gómez, Carlos Alarico (2007). Marcos Pérez Jiménez. El último dictador. Caracas, Los Libros de El Nacional.
-Sierra, Manuel Felipe (2009). Marcos Pérez Jiménez. Caracas BBV N° 112, El Nacional-Banco del Caribe.
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