Terminado el mundial de fútbol y sentado ante la pc, me pongo a repasar mi admiración por Lionel Messi. Descubro enseñanzas y lecciones, lo hago pensando en ese agradecimiento que le tengo: divertir y alegrar es algo que honro, y acá te las comparto.
Mi mejor discurso no es en el escenario, es en mi cotidianidad. Muchas veces me esfuerzo por dar un mensaje impactante en el escenario. Estudio, organizo ideas, estructuro secuencias comunicativas. Me esfuerzo para que el público la pase bien, pero eso en más de una ocasión me hace obviar mis otros roles: padre, esposo, estudiante o profesor. De allí que observo en Lionel Messi un equilibrio dentro y fuera de la cancha. Ama jugar al fútbol, pero no olvida su familia, ama a su familia y se entrega al jugar fútbol, un equilibrio que admiro y que lucho por lograr.
La verdadera inteligencia no es poseer información, es reconocer tus limitaciones y valorar tus talentos. Viendo una entrevista me impactó cuando afirmó que "ya no me la puede tirar larga y correr detrás de la pelota. Tengo 35 años y debo ser inteligente". Esta declaración, más allá de ser un acto de humildad, es una evidencia firme que aquel que se conoce y se acepta, es capaz de trascender positivamente. Soy muy dado a querer ser protagonista, un todopoderoso, un centralista de responsabilidades, pero me toca aceptar mis limitaciones y aprovechar mis virtudes para construir sanamente, para comunicar desde mi vulnerabilidad, esa que tanto escondo.
El "querer no es poder". La verdad de la vida es que no todo lo que queremos lo podemos obtener, pero insistir sin desfallecer es la clave para estar en paz con uno mismo, eso fue algo que Messi repitió mucho durante la Copa del Mundo. Finales pérdidas, frustración, enojo, llanto y muchas noches oscuras adornaban su palmarés, un día renunció a jugar con la selección de su país hasta que logró estar en paz, valorando lo que había dado y el empeño que había puesto, eso en una sociedad como la nuestra donde todo debe ser cuantificable, es una lección extraordinaria y digna de vivir.
La familia es primero. Ver a Messi arropado por su familia y feliz por tenerla cerca me ayuda a reafirmar mi postura, porque creo firmemente que si no somos felices a nivel familiar, ninguna empresa, título o reconocimiento que obtenga valdrá la pena. Mi esposa, mis padres, mi hija y así como otros muchos miembros de mi familia son la base que sostiene los pasos que doy. De allí que este aspecto de Messi me genere tanta empatía y lo agradezca.
La fe alimenta y sostiene. Messi no es alguien que cree en Dios, es alguien que le cree a Dios, de allí que sus acciones sean una demostración permanente de agradecimiento, expresando siempre la gracia que Dios ha tenido con él, al darle un talento extraordinario, lo que lo ha llevado a aceptar su voluntad. Muchas veces soy lo contrario, un creyente que no cree, que a pesar de profesar una fe, no termino de creerle a Dios, derrumbándome por circunstancias o sufriendo por situaciones que no resultan como yo las quiero. Hoy debo alimentarme más de ella, sostenerme y caminar en ella.
Escribí cinco, pero tengo un cúmulo de enseñanzas de un ser humano decente y educado, alejado de las polémicas propias del mundo de la fama, a quien agradezco, no se haya rendido cuando todo hacía indicar que debía hacerlo.
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