Arancha González Laya le envió un mensaje al Gobierno de Nicolás Maduro: las elecciones deben ser «democráticas, legítimas y limpias»
Arancha González Laya le envió un mensaje al Gobierno de Nicolás Maduro: las elecciones deben ser «democráticas, legítimas y limpias». La buena voluntad de la ministra de Asuntos Exteriores, se da de bruces con la realidad. En Venezuela, desde que llegó Hugo Chávez y le sucedió el cachalote de su delfín, limpio, lo que se dice limpio, no queda nada. Todo, está podrido y especialmente el sistema electoral y el poder judicial.
Las que hemos puesto un pie en Caracas (aunque hayamos vuelto con él hecho trizas) pudimos comprobar que el terreno que se pisa es puro fango y el régimen, ni siquiera se molesta en disimularlo. Se detiene en la calle a políticos, periodistas, disidentes, estudiantes y gente sin «carnet de la patria», a la que se somete a torturas antes de matarles o abrirles la ventana del décimo piso del Helicoide (sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia) para que salgan «volando». Esas imágenes se repiten y el que no las reconoce es porque no quiere verlas.
El Estado venezolano es una farsa, sin derechos, construida por una organización de terroristas y narcotraficantes, que se envuelven en la bandera del socialismo del siglo XXI, con la ayuda de Cuba, la izquierda latinoamericana trasnochada, el PSOE de ZP, el sector podemita del Gobierno y, ahora, con Baltasar Garzón como defensor de Álex Saab, el «presunto» testaferro de Maduro. La red, como una tela de araña, se extiende por todos los rincones e instituciones del país. Y la ministra, lo sabe.
La batalla o la guerra por el voto, que se avecina el 6 de diciembre, tiene una crónica de vencedores y vencidos anticipada. A un lado hay un ejército organizado que controla todos los resortes de las urnas. Y en el otro, un pueblo y una oposición (la de verdad) escarmentada que ha tropezado demasiadas veces en la misma piedra tramposa. Imaginar que las elecciones van a ser «limpias» es una bonita expresión de deseo aunque la realidad, salvo desembarco con intervención externa, será otra. Lo dijo hace unos días Vladimir Padrino López: «mientras exista una Fuerza Armada como la que hoy tenemos antimperialista, revolucionaria y bolivariana, la oposición nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela».
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