Blog de Víctor José López /Periodista

miércoles, 22 de abril de 2020

LA TERRIBLE PROFECÍA DE ARTURO USLAR PIETRI Por Eduardo Casanova


Arturo Uslar Pietri, uno de los intelectuales más genuinamente importantes de nuestra historia, se equivocó en muchas cosas. 
Desde luego, no era un semidiós. 
Era un ser humano, muy inteligente y muy culto, pero no infalible. En el terreno de la política tuvo mala suerte. Su decencia personal, su sentido del deber, lo llevaron a terrenos que en política no siempre dan buenos resultados. 


Por su amistad personal con los hijos de Juan Vicente Gómez no quiso participar en los sucesos del 
carnaval del 28, lo que lo distanció de sus compañeros de generación. 
Fue ministro de dos de los mejores presidentes del país (López Contreras y Medina), y se empeñó en defenderlos a capa y espada, lo que le generó, además de un exilio, un universo de enemigos no solamente políticos, sino personales. En lo que fue su peor error, hacia el final de su vida aceptó pasivamente que se le considerara algo así como el jefe de los mal llamado notables, cuando en realidad, aunque no quisiera reconocerlo, ya no estaba para esas maromas, y como los notables están entre los culpables del chavismo, esa debilidad le costó más enemistas de las que ya tenía. 
Pero en sus escritos dejó una especie de profecía que demuestra lo agudo de su pensamiento: se trata de un fragmento de su novela “Un retrato en la geografía” (1962), en el que se refiere a lo que podría pasarle a Venezuela si desapareciera el petróleo. Comienza en la página 47, y es así: “¿Es malo hablar de petróleo, Luis Sormujo, intelectual?”,a lo cual el intelectual le contesta:  “No, Saúl. Cómo va a ser malo. Si todo es petróleo, todo esto es petróleo, todos nosotros somos petróleo. Esa orquesta tan chillona toca con petróleo, aquella mujer, vestida con esa seda blanca demasiado brillante que parece un forro de urna mortuoria, es petróleo. Este whisky es petróleo. Y hasta estas palabras que estamos hablando son petróleo”. Y continúa con una propuesta concreta: “Si por arte de magia alguien quitara bruscamente, en este momento, el petróleo de la vida venezolana, sería como si quitaran el esqueleto de una persona, o el sistema nervioso. Desaparecería de repente la orquesta, y la mujer con vestido de forro de urna. Y yo con mi whisky, y Jerry con sus musiúes, y tú con tus leyes, Saúl. Y nos encontraríamos en un conuco de plátano y maíz, junto a un rancho en pierna, oyendo cacarear a unas gallinas flacas que pican gusanos en la tierra”. (p. 48). En realidad, se trata de una dura advertencia a los políticos venezolanos de todas las tendencias. Les advierte lo que va a pasar si el país sigue siendo monoproductor, monoexportador y poliimportador. Les dice que se va a hundir la economía, que se van a imponer el hambre y la ruina si no se aprovechan los ingresos petroleros para desarrollar industrias y actividades económicas que sustituyan los ingresos petroleros cuando no los haya. 
Y su profecía se acaba de cumplir: la irresponsabilidad, la corrupción, la ineptitud de los chavistas, combinada con la poca previsión de sus antecesores (salvo las iniciativas de Rómulo Betancourt y su ministro de Fomento, Lorenzo Fernández, que hicieron un esfuerzo por estimular la producción no petrolera, esfuerzo que, en general, no tuvo la necesaria continuidad por parte de sus sucesores), acaba de lograr plenamente el antimilagro que anunció Uslar Pietri. La era petrolera llegó a su fin y encontró a Venezuela en pelota, desarmada, sin porvenir. Ya nos encontramos, como lo anunció Arturo, “en un conuco de plátano y maíz, junto a un rancho en pierna, oyendo cacarear a unas gallinas flacas que pican gusanos en la tierra”. Y muy pocos tienen recursos para sobrevivir. Entre ellos, por la inevitable injusticia de la vida real, están los corruptos militares y civiles chavistas, pero que no se hagan muchas ilusiones: lo mal habido, lo que con tanta facilidad robaron, les durará poco. Porque no se lo ganaron con su esfuerzo, y lo perderán con la misma facilidad con que se lo robaron. En esa materia, el profeta soy yo.

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