Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 14 de enero de 2020

BREVE HISTORIA DE SOLISTAS DE VENEZUELA Por Eduardo Casanova


En febrero de 1974 me convertí en Director Civil y Político de la Gobernación del Distrito Federal, que tenía a su cargo todo lo relativo a la cultura en Caracas y alrededores. Allí me reencontré con Luis Morales Bance, a quien había conocido de niño: era el hermano menor de mi condiscípulo y amigo José Enrique Morales, y había colaborado ampliamente con mi predecesor, José Luis Alvarenga, que hizo una gran labor. Un día llegó Luis con Domingo García, violinista, que era el Presidente de la Orquesta Sinfónica Venezuela, y José Antonio Abreu, a quien conocí mientras estudiábamos ambos en le UCAB, él economía y yo Administración Comercial. Me proponían que la Gobernación auspiciara y financiara una Orquesta de Cámara de Caracas. Trabajamos ampliamente el proyecto, pero Diego Arria lo rechazó de plano. Una vez convencido de que no se podría hacer, me reuní con Luis, Abreu y mi segundo de a bordo, Antonio José Moreno Castillo, a almorzar en el restaurant “Cordon Bleu”, cerca de la Plaza Venezuela, para comunicar a los músicos la mala nueva y hablar de lo que se pudiera hacer. Allí le propuse a Abreu que se creara una orquesta juvenil, basado en que una de mis secretarias en la Sección Consular de la embajada de Venezuela en Dinamarca era violinista de la Orquesta Juvenil de Copenhague y yo había ido a dos o tres conciertos de la agrupación. A Abreu le pareció muy buena la idea y quedamos en hacer lo necesario, sobre la base de que el Gobernador no se negaría a aprobar una iniciativa dedicada a los niños y jóvenes de la capital. Luis, por su parte, nos anunció que se concentraría en convertirse en Presidente de la OSV, y luego pensaría en una idea que habíamos conversado previamente: una orquesta de solistas al estilo de Los Solistas de Zagreb o los Solistas de Bariloche, que podría hacerse en torno a Olaf Ilzins, el Concertino de la OSV (todas las orquestas de solistas tienen un personaje central, que es la “estrella” del conjunto). En eso quedamos, y sin mayores esfuerzos conseguí 100.000 bolívares (23.000 dólares) y dos autobuses para que el 12 de febrero de 1975 se creara la Orquesta Juvenil, que fue el inicio del famoso Sistema de Abreu. En Septiembre de ese mismo año fui designado embajador de Venezuela en Dinamarca y me fui del país. Poco después Luis ganó la presidencia de la Sinfónica y parecía que todo iba bien encaminado. Un año después recibí en Copenhague la visita del Quinteto Galzio, que se presentó con gran éxito en Copenhague. Olaf Ilzins actuaba como Primer Violín del Quinteto, y me informó que Luis, como Presidente de la OSV, enfrentaba serias dificultades en buena parte por aplicar ideas mías que la mayoría de los músicos rechazaba, como la de tocar en espacios abiertos para darle acceso a la música a las mayorías. Poco después recibí una carta de Luis: había estallado una grave crisis y Luis había tenido que salir de la OSV y se proponía pelear el asunto en tribunales (lo que acarreó una división de la Orquesta) y, paralelamente organizar a orquesta de solistas en forma de agrupación proteica, que en cada ocasión tendría la cantidad de músicos requeridos que cobrarían por actuación. Así, en 1977 se creó la Asociación Civil “Solistas de Venezuela” mediante documento suscrito por Luis Morales Bance, Olaf Ilzins y Julián Osca. Y el 15 de septiembre de ese mismo año se hizo la primera presentación de “Solistas”, cuando se montó “La Historia del Soldado” de Igor Stravinsky con José Ignacio Cabrujas como Narrador, en San Felipe, Yaracuy, organizada por Miguel Ángel Castillo, factor principal del Grupo Luango, que desde entonces fue uno de los principales apoyos de “Solistas” en el país. En la misma oportunidad se presentó la agrupación en Guama. De inmediato, Luis me envió una carta a Dinamarca. Necesitaba mi ayuda para una actividad internacional y me pedía que organizara algo en Copenhague, lo que hice con el mayor gusto. Se dio así una presentación de Olaf Olaf Ilzis, que tocó el “Tríptico para Violín” de Luis en el Spansk Institut de Copenhague, y al día siguiente Luis dio una conferencia en inglés sobre la música en Venezuela, en el Conservatorio de Copenhague. De allí en adelante fue una verdadera carrera de éxitos dentro y fuera de Venezuela: Las Cuatro Estaciones de Vivaldi en la UCV, en Barcelona, en El Tigre, en Ciudad Bolívar, en Ciudad Guayana, Maturín, Cumanacoa, Cumaná, San Felipe, San Diego de los Altos, Maracay (en varios casos fue la primera vez que la población de un lugar vio y oyó música académica en vivo). Solistas fue también a San José de Costa Rica, a Ciudad de México, Puebla, Monterrey, Filadelfia (en que también fue la primera vez que público norteamericano oía y veía una agrupación venezolana). Se montó la pieza en cuatro estaciones del Metro de Caracas y la Concha Acústica del Parque del Este. Igualmente se estrenaron obras venezolanas, como “Más música del hombre en otra historia” de Juan Carlos Núñez, el “Tríptico” de Morales Bance, “Berruecos” (José Manuel Peláez y Luis Morales Bance), estrenado en la Catedral de Cumaná y luego presentado en Caracas, en La Guaira, en San Felipe, en Bogotá, en Quito, Lima, New York San Diego de los Altos, La Asunción, Maracay, Maracaibo, Puerto La Cruz, Barcelona, El Tigre, San Cristóbal, Mérida, Petare, Tunja, La Paz, Sucre, Buenos Aires, Miami. En la obra actuaron José sucesivamente Ignacio Cabrujas, Rafael Briceño, Rómulo Rivas y Enrique León. En 1980 “Solistas” se presentó en el Carnegie Hall de New York con obras de autores universales, latinoamericanos y venezolanos, lo que se repitió en el Academy House, de Filadelfia. También Fueron a España, Francia, Austria, etc. Empezaba el camino que convirtió a SDV en la agrupación que más ha dado a conocer la música venezolana en el mundo. Igualmente se inició el programa “Música para aprender”, que ha dado a conocer los instrumentos y las particularidades de la música académica a decenas de niños en edades comprendidas entre los 7 y los 11 años en toda Venezuela. El apoyo irrestricto del presidente Luis Herrera Campíns fue de gran ayuda para la nueva institución, a la que le fue cedido en comodato un pequeño teatro en el sótano del Edificio Oeste de Parque Central, que se convirtió en sala de ensayos y espacio de muchas presentaciones. También se inició sistemáticamente la visita a casi todas las regiones del país, lo que convirtió también a SDV en la agrupación que más ha dado a conocer la música universal en el interior de Venezuela. Para ello se creó una verdadera red de instituciones y personalidades que apoyaron a SDV en el interior, con la particularidad de que muchas de ellas fueron representadas, en reciprocidad, por Solistas en Caracas: el Ateneo de Calabozo (en cuya creación Solistas tuvo un papel protagónico, el Grupo Luango, que organizó la primera presentación de Solistas, Gladys Meneses y Pedro Barreto en Puerto La Cruz, la Sociedad Dramática, Henrique León, la Orquesta Sinfónica de Maracaibo y Eduardo Rahn en Maracaibo, Jorge Barreto en Lara, Rómulo y Alfonso Rivas y el Teatro Rafael Briceño en Mérida, Ítalo Pizzolante en Puerto Cabello, y un largo etcétera. Y fueron muchos los solistas, directores, actores, etc., que trabajaron con la agrupación, a la que me sumé como Director en 1978 (mis funciones eran administrativas y de asesoramiento, Luis era el Director Musical y Olaf el Director Artístico). En resumidas cuentas, Solistas de Venezuela se convirtió en una de las agrupaciones más prestigiosas del país, hasta que José Antonio Abreu, sin duda un hombre de gran talento pero no demasiada probidad, la borró del panorama eliminándole el subsidio, como ministro de Cultura del segundo gobierno de CAP. Por desgracia, el sucesor de Abreu, mi buen amigo Oscar Sambrano Urdaneta, no se atrevió a corregir el abuso de poder de su antecesor. Así murió “Solistas de Venezuela”, una de las instituciones culturales más valiosas y productivas que ha conocido nuestro vapuleado país.

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