AÑO
DEFINITIVO
Con
estas líneas retomo la colaboración semanal con la opinión pública. Me hizo
bien el reposo de Navidad y Año Nuevo, aprovechado para el recogimiento y la
reflexión sobre el presente y el futuro inmediato del país. La más importante
conclusión no es original. Es compartida por muchos analistas y dirigentes de
los distintos sectores de la vida nacional. 2017 es un año decisivo a todos los
efectos.
Venezuela
es gobernada por una dictadura abierta. El año pasado terminó y éste se ha
iniciado con una ola de represión impresionante. Amenazas y acciones concretas
para incrementar el temor en la población. Piensan las cabezas del régimen que
el miedo paralizará las acciones por el cambio. Todo cuanto hacen o dejan de
hacer, lo anuncian. Nadie puede honestamente llamarse a engaño en cuanto a la
verdadera naturaleza de los actuales protagonistas. Los últimos movimientos
ministeriales y en algunas áreas fundamentales, ratifican lo que estamos
afirmando. Se agotaron las precarias condiciones prexistentes para un diálogo
constructivo que ha sido imposible concretar. A la actitud del oficialismo se
suman las crecientes dudas sobre algunos de los participantes que representan a
la oposición.
Sin
embargo, notamos una creciente “rebelión en la granja” en el mundo del
decadente oficialismo comunistoide. Luchas internas en el PUSV, tensiones en
las alturas. Algunas motivadas por sinceras reservas con relación al rumbo de
Maduro y anhelo de rectificación y cambio frente a quienes juegan cuadro
cerrado para mantener sus privilegios políticos y las enormes fortunas que
disfrutan algunos siguiendo de cerca capitales y a testaferros que pueden
dejarlos en la lona cuando pierdan el poder.
Por
el lado de la oposición democrática hay conciencia creciente sobre la necesidad
de definir objetivos claros para orientar las estrategias indispensables para
alcanzarlos. Esta oposición y más específicamente la MUD, es hija legítima del
pluralismo democrático característico de la vida en libertad. No podemos
pretender tratar a todos los participantes como iguales cuando son diferentes
por naturaleza. De allí la importancia de la unidad de objetivos para que cada
cual puede avanzar con su propia estrategia, pero con el rumbo claro y bien definido.
Hay cosas fundamentales que los obliga a todos por igual,
A
estas alturas resulta imperdonable e inaceptable cualquier manifestación
abierta o encubierta, de colaboración, entrega o complacencia con el régimen.
Debemos mantenernos en alerta permanente frente a esos “puentes” que algunos
supuestamente mantienen. Esto no excluye la tarea de sumar aliados provenientes
de campo adversario. Todo lo contrario. Debe tratarse de acciones hasta
pedagógicas para fortalecer la lucha por la democracia, nunca al servicio de
ambiciones inmediatistas, personales o de grupo.
Soy
optimista. Asumo el año que se inicia con la fe y esperanza que nos están
exigiendo magistralmente los prelados de la Conferencia Episcopal Venezolana.
En los planteamientos formulados en la última Asamblea está todo lo necesario
para no perder el camino. Este puede ser el año. De nosotros depende.
Lunes,
16 de enero de 2017
@osalpaz
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