Descansar
del "Merecido
Descanso"
CARLOS M. MONTENEGRO
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Además de las oleadas de extranjerismos que siempre hemos recibido por diferentes vías, se ha sumado una nueva ofensiva que procede de la computación y telefonía móvil, que nos permiten visitar a través de ella el centro comercial y de información más grande del mundo: Internet. La comunicación de ese tipo ha generado una nueva forma valiéndose de abreviaturas y vocablos con el fin de simplificar los mensajes, donde la ortografía pasa a ser apenas una entelequia sembrada por los creadores de tanta maravilla; se han instalado expresiones dando otro sentido a la misma palabra: la red, colgar, poner en la nube, arroba (@) navegar, viral o tableta, y así decenas de etcéteras, más las que pronto vendrán.
El fenómeno es imparable y forma parte de la mutación que la cultura, desde finales del siglo XX ha ido introduciendo por esas vías. Aunque no es probable que acabe con los idiomas, sus reglas y su literatura. No imagino un ensayo, novela o artículo de prensa escrito en el inevitable argot creado por los chicos de Silicon Valley y sus colegas. El fantástico aporte que las "Apples, Microsofts, Ericcsons" y similares dan a este tiempo, tienen un costo idiomático, pero tengo casi la certeza de que la cosa apenas está empezando. Quién sabe si con el tiempo sustituya con más éxito al arrinconado esperanto.
Sin embargo, lo preocupante es la parte que ataca a nuestro idioma desde adentro, como si el castellano estuviera lleno de quinta-columnistas; no son pocos los que por desidia o por su "escasez de ignorancia" cuando se ponen pluma en ristre, ante un micrófono, una cámara o un podium, hacen alarde de su "oratoria" y embisten contra la audiencia y los lectores abusando de la impunidad que les provee el medio, sin que nadie pueda corregirlos.
Como resultado, la grey se ve asaltada por múltiples reiteraciones y lugares comunes que nos machacan copiosamente, queriendo adornarse con vocablos o frases que anulan la enorme riqueza de voces que nuestro idioma contiene, constriñendo el idioma cada día más. Cada vez pulula con más frecuencia la expresión "tema", obviando vía redundante redundancia a otras formas que el castellano provee como: cuestión, asunto, argumento, punto; no son exactamente sinónimos pero explicarían mejor y aburrirían menos; sin embargo "tema" ya es un comodín que sirve para toda vaina.
Otra frase instaladísima es la cada vez más socorrida "políticamente correcto" (o incorrecto); los parlanchines de voz y pluma la usan profusamente y suelen acompañarse con un gesto en el aire, usando los dedos índice y medio de cada mano simulando comillas, mímica ingeniosa tal vez, pero ya manoseada en extremo. También en este tiempo de enorme escasez de todo, crece la frase "compras nerviosas"; un buen amigo muy ocurrente, suele apostillar con gran sarcasmo: "a mí me gusta hacer mis compras nerviosas con tranquilidad".
Votar, sufragar, elegir etc. se van extinguiendo por el más distinguido "sagrado derecho al voto" con el que se adornan sobre todo en épocas electorales, tan abundantes, y así creen lucir su elocuencia. Ha tenido un éxito tremendo entre innumerables profesionales de la comunicación de todos los géneros.
A punto de llegar la Semana Santa, y en los demás puentes feriados, las inevitables fiestas "carnestolendas" (otro vocablo ya aposentado), no hay manera de que los comunicadores se apeen de ese jumento que emplean con fruición: el "bien merecido descanso", incitándonos a que hagamos uso del nuestro, embarcándonos a un destino vacacional, con los inevitables "operativos de salida y de regreso", inmersos en los cuales tardaremos cinco o seis veces más tiempo de lo normal en llegar a nuestro destino, con el consiguiente regreso a casa agotados tras el anhelado y dichoso "bien merecido descanso". En el mejor de los casos estos ejemplos y muchos más, a mí en lo personal me producen hartazgo y hasta empacho, al constatar, en asuntos de léxico, cuántas cabezas están amuebladas con un minimalismo exagerado, como si de oquedades escuálidas se tratara. Muchos hay que a todo esto no le paran mucha bola, con lo cual se instalan en su casa tranquilamente y deambulan por la ciudad realengos como por los llanos de Apure, son los militantes del me quedo en casa. En esas temporadas se suelen cruzar miradas y saludos cómplices con otros, modelo: ¿tampoco te has ido de vacaciones para descansar? son los que prefieren cansarse en su casa en vez de ir a donde va Vicente.
Habrán podido ver, es un decir, a la oscarizada Julianne Moore abrazar su estatuilla como a un hijo adoptado y largamente deseado, y de paso conocer a veteranas y nuevas estrellas del firmamento de celuloide caminar por la imprescindible "alfombra roja". Se habrán ahorrado decenas de horas en carreteras llenas de baches, curvas y peligros, junto a multitud de sufridos automovilistas y ahorrado miles de bolívares fuertes, venidos a menos, en cremas de diversos números para salvar su piel de todos los males provenientes del "lorenzo" caribeño; se habrán librado también de policías empeñados en hacer la cosa todavía más lenta, en alcabalas y controles que no controlan nada y que miran con suficiencia a los sufridos ocupantes cuando pasan despacito ante ellos, a menudo simplemente hablan paja entre ellos o se ensimisman jugueteando con sus "smart phones" enviándose "whatsapp" mientras estorban el tráfico; al regreso más de lo mismo. Son los típicos "operativos" inoperantes.
Mientras, aquí estamos, cómodamente cansados, y privados del placer del tan "bien merecido descanso".
AL MARGEN No estoy seguro de que los protagonistas de las insufribles cadenas de TV, estén en conocimiento de que en la Grecia antigua existía la corriente filosófica de los Sofistas.
La Real Academia de la Lengua lo define así: sofisma. (Del lat. sophisma, y este del gr.
µ). Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.
carlosmmontenegro22@gmail.com
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