Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 2 de noviembre de 2013

EDUARDO CASANOVA LiteraNova


Mussolini-Hitler, Fidel-Chávez


Eduardo Casanova
 

Siempre han pretendido vendernos la idea de que los fascistas y los comunistas son muy diferentes, prácticamente opuestos. Pero basta con examinar con alguna atención las dos tendencias para descubrir que son prácticamente una sola: la antidemocracia. Desde que que en Italia apareció el fascismo como un desprendimiento del Partido Socialista, en el primer tercio del siglo XX, los marxistas hicieron un esfuerzo por separar las dos corrientes e inventaron la leyenda de que la una es absolutamente contraria a la otra. Y por pura conveniencia inmediatista Mussolini reforzó esa idea. Le convenía para conseguir dinero y apoyo de los burgueses y los empresarios italianos, como en efecto lo consiguió. Hitler, a su vez, hizo lo mismo en Alemania y con el mismo resultado. Y en España, cuando la República quedó en manos de los de extrema izquierda, los golpistas militares, los franquistas, lograron que los dictadores fascistas (fascistas y nazis) los apoyaran, y se reforzó la falacia de que la izquierda es anti-fascista. La verdad es otra: comunistas y fascistas son prácticamente la misma cosa. Se diferencian por una sutileza, que es además otra falsedad: los comunistas hablan de un mundo entero dominado por el socialismo, se dicen internacionalistas, y los fascistas y los nazis se dicen nacional-socialistas, con intenciones de que el socialismo sólo exista en sus países. Pero la verdad es que ambos grupos aspiran a que el socialismo se imponga en el mundo entero, se contagie al mundo entero y acabe con la democracia, a la que califican de burguesa o pequeño-burguesa.
Las relaciones entre Mussolini y Hitler fueron muy interesantes: Hitler desde el comienzo de su actividad política admiró enormemente a Mussolini y lo consideró su maestro, su ídolo. Pero Mussolini inicialmente sintió un gran desprecio por Hitler, a quien calificaba de mal imitador del fascismo. La guerra de Abisinia, que aisló a Italia, los unió, y la cuestión de Austria podría haberlos separado, pero la inacción y la estupidez de las democracias occidentales hizo que se aliaran indisolublemente. Y en la medida en que Mussolini fue declinando, tanto en salud como en fortaleza política, empezó a depender de Hitler, al extremo de convertirse en su esclavo y llevar a Italia a la II Guerra Mundial en condiciones tan precarias que esa sumisión le costó la vida. Hitler terminó siendo el amo de Mussolini, y sacrificó cruelmente al disminuido dictador italiano y a Italia y su pueblo.
Entre los fascistas tropicales, Fidel Castro y Hugo Chávez, se produjo un fenómeno similar, aunque no se puedan identificar del todo los procesos. Aquí, Chávez debería haber hecho el papel de Hitler por ser posterior a Fidel, y Fidel debería ser el Mussolini por ser anterior a Chávez. Pero no fue así. Chávez fue el embobado admirador de Fidel, como lo fue Hitler de Mussolini, pero jamás se invirtieron los roles de pareja como en el caso de los europeos. Chávez siempre fue el inferior, el dominado, y Fidel el dominante. Chávez, como Mussolini, se dejó llevar miserablemente por Fidel, al extremo de entregarle la vida política y económica de Venezuela a Cuba y su propia vida a los cubanos. Y Fidel, el Macho Alfa, dominó de tal manera a Chávez que hasta lo mató físicamente. Porque los hermanos Castro saben perfectamente que lo de la medicina cubana no pasa de ser propaganda. La medicina cubana tiene medio siglo de atraso hasta con respecto a la venezolana. Le disguste a quien le disguste, por muchísimas razones la medicina norteamericana está a la cabeza de mundo, y la cubana en la cola y aislada. Los norteamericanos tienen recursos y los usan. La vanguardia de la curación del cáncer está en Houston, Boston y Nueva York, y los médicos de Europa, Asia, África, Oceanía y Sudamérica reciben de esos centros formación e información, que a los cubanos les es negada. Si Chávez hubiera buscado ayuda en Venezuela o en Brasil habría vivido mucho más y con mejor calidad de vida. Pero por su sumisión a Castro se suicidó. Y suicidó a Venezuela de la manera más cruel y miserable, en lo que influyó enormemente su sumisión a Castro, tal como en la ruina de Italia influyó enormemente la sumisión final de Mussolini ante Hitler.
Hitler llevó a Alemania a una ruina de la que sólo salió gracias a la generosidad de los vencedores. Italia fue algo menos afortunada, pero también fue tratada con generosidad por los aliados. Ambos dictadores, Mussolini y Hitler, dañaron en forma terrible a sus países y a sus pueblos. Fidel y Chávez también han dañado en forme terrible a sus países y a sus pueblos. Son fenómenos muy similares e inexplicables. Ojalá que Cuba y Venezuela puedan contar, como ocurrió con Alemania e Italia, con la generosidad de las democracias para salir del infierno en el que los dictadores antidemocráticos sumieron a sus países y sus pueblos.

Eduardo Casanova (1939). Nació en Caracas.Vivió durante varios años en Argentina y Dinamarca. Colaborador en las revistas Imagen, Revista Nacional de Cultura… - Extraído del Diccionario General de la Literatura Venezolana, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, 1982.


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