Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 11 de marzo de 2012

EDUARDO CASANOVA. Mentir ¿para qué?

Desde que se hizo público que Chávez tiene cáncer, aunque quisieran negarlo, me di cuenta de que su enfermedad es muy grave, simplemente mortal, y que le queda muy poco tiempo de vida. No era algo que por deseado se me convertía en posible, sino que pude verlo desde una perspectiva clara y privilegiada. Desde que a comienzos del 2003 me fue diagnosticado un cáncer de colon me dediqué a estudiar, con ahínco y mucha atención, todo lo relativo a esa enfermedad. Sentí que en eso me iba la vida. El cáncer me lo diagnosticó uno de los mejores gastroenterólogos del país (Vicente Lecuna Torres), me lo operó uno de los mejores cirujanos venezolanos (Antonio Martín Vegas) y me lo trató una de las mejores oncólogas de América Latina (Esther Arbona-Roche, del grupo Vera en la Clínica La Floresta). En el año 2008 publiqué un libro sobre el tema (”El gigante doblado (volver a vivir)”, Editorial Actum, Caracas), en el que narré toda mi experiencia, desde los primeros síntomas hasta el fin del tratamiento, y recientemente se publicó como e-Book una nueva versión, con otro título (”Yo vencí al cáncer”). Ese mismo año de la publicación (2008) fui dado de alta, se me declaró totalmente curado. No pretendo, desde luego, que mi conocimiento sobre esa materia pueda compararse al de un médico, pero sí está muy por encima del que puede tener cualquier lego. Y a partir de la información que tengo, supe que el caso de Chávez es grave, y hasta incurable. Encontré absurdo que no se le informara a la nación la verdad. Más razonable me pareció que el propio Chávez reconociera finalmente que le habían diagnosticado una recurrencia. Me pareció absurdo su empeño en operarse y tratarse en Cuba, en donde la medicina está francamente atrasada con respecto a la de Venezuela. Y me parece todavía más absurdo que ahora pretenda decir que se está recuperando. No, su caso es terminal, no tiene recuperación posible. ¿Para qué engañar al país? ¿Pretende acaso que así podrá ganar las elecciones de octubre? En el supuesto negado de que pudiera ganarlas, no podría ejercer la presidencia más allá de unas semanas o a lo sumo unos pocos meses, y si bueno y sano le hizo tanto daño al país y al pueblo, enfermo como está, y con sus seguidores convertidos en aves de rapiña el daño sería aún peor. ¿Miente para ser absolutamente coherente con su triste realidad de político malvado que ha preferido su propio bienestar al del pueblo? Puede ser. Está desperdiciando una oportunidad única: la de corregir, aunque sea en grado mínimo, su verdadera imagen ante la historia: la de un pésimo gobernante, capaz de todas las tropelías imaginables, que dañó hasta lo imposible a su país y a su pueblo, que engañó y mintió como nadie lo había hecho desde que el hombre es hombre. Que irrespetó a su pueblo como nadie lo había hecho en la historia.

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