Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 10 de marzo de 2012

EDITORIAL de EL COLOMBIANO : Alba y diplomacia ideológica

De momento, Santos superó un escollo para la Cumbre de las Américas en Cartagena. Colombia estuvo a un paso de sufrir un bloqueo de la diplomacia ideológica del Alba. ¿Qué vendrá después?

EL COLOMBIANO | Publicado el 9 de marzo de 2012

El régimen cubano podrá pasar dificultades crónicas en materia política, económica, agrícola, de derechos humanos, pero su influencia ideológica no ha dejado de ser amplia en varios países de América Latina.

Reconocer dicha influencia no conlleva aceptar, ni mucho menos, su desastroso régimen político ni tomar como buenas -ni siquiera como normales- las infinitas penalidades que hace sufrir a su pueblo.

En Colombia, la influencia del régimen doblemente castrista se sintió, a través de las guerrillas, durante mucho tiempo. Luego éstas optarían por la práctica poco ideológica del narcotráfico y el secuestro.

Ahora, nuestro país se tuvo que enfrentar a una encrucijada diplomática, generada por las naciones que aún simpatizan -ellas sí- con los métodos y la doctrina de los hermanos Castro Ruz.

Liderado por Ecuador, el grupo del Alba (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba, entre otros), todos de la órbita castro-chavista, exigía la asistencia de Cuba a la VI Cumbre de Las Américas, que se celebrará en Cartagena el próximo mes.

Dentro de su peculiar estilo, dijeron que si Cuba no era invitada, ellos -los del Alba- no se harían presentes.

Colombia tenía clara la vigencia de todas las declaraciones hechas, en anteriores cumbres, sobre la exigencia de un régimen democrático y garante de los derechos humanos para poder tener asiento, voz y voto, en las reuniones continentales.

Y conocía, por supuesto, los desplantes de los Castro a las invitaciones de la OEA, en los últimos años, para que se reintegraran a la organización.

Ante el asomo de crisis por el reto lanzado por los del Alba, la canciller María Ángela Holguín viajó rápidamente a Cuba, para intentar resolver el lío.

Y algo no debió haber cuajado muy bien, para que el Presidente Juan Manuel Santos , en tiempo récord, organizara una visita a la isla para entrevistarse con Raúl Castro y, de paso, ir a un hospital a presentarle sus respetos al convaleciente presidente venezolano, Hugo Chávez.

Es probable que la visita de Santos a Cuba haya sido "forzada" por los Castro, que querrían ver no sólo el milagro, sino el santo.

Y asumiendo que se haya hecho primordialmente para tratar el tema de la Cumbre, su resultado fue adecuado. Soluciona, de momento, un problema que pudo haberse tornado inmanejable.

Con precaución diplomática, Santos explicó, desde La Habana, las razones por las cuales Cuba no será, finalmente, invitada a Cartagena.

Dijo que la presencia cubana era un asunto que debía ser acordado por un consenso, que al final no se logró. Y que, por su parte, Raúl Castro cedió para no crear mayores problemas a nuestro país. Es decir, no acudió a su tradicional estrategia de hacer de esta invitación un asunto de honor.

Queda por definir, sin embargo, qué se hará con Cuba en las cumbres venideras, en las que las declaraciones que condenan el embargo estadounidense son parte fija del libreto.

Falta, en nuestro concepto, un análisis más sereno sobre si sería mejor, de pronto, que Cuba asista a las Cumbres y oiga allí hablar de democracia, de derechos humanos, apertura política, respeto a la iniciativa individual, etc. Que sepan, en fin, cómo se mueve el mundo.

Mientras tanto, hacemos votos para que Colombia se luzca en la organización de la Cumbre de Cartagena, no sólo en su aspecto formal y protocolario, sino en su contenido y sustancia.

Que, entre otras cosas, logre hacer ver al presidente norteamericano, Barack Obama -que está en año electoral- la importancia de América Latina e incluso el papel que ésta puede desempeñar como solución, en las crisis que afrontan las grandes potencias.

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