Esta imagen que reúne al pueblo y al Ejército egipcios, es la imagen de la unidad con la que sueñan los venezolanos, un anhelado abrazo que evitará sangre y lágrimas en una nación que ha sido traicionada por aquellos que juraron defender la Constitución y las Leyes de la República
VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
Hugo Chávez ha mantenido un bajo perfil en el caso Egipto.
Cuando llegaron las primeras noticias de las protestas, un grupo de egipcios o simpatizantes por la protesta protestó ante la Embajada de Egipto en Caracas. Estos manifestantes se identificaron como simpatizantes del presidente venezolano y de lo que él dice es el Socialismo del Siglo XXI. Chávez ordenó reforzar la custodia de la Embajada y regañó a los revoltosos.
A medida que fueron sucediéndose los eventos, con altos y bajos el presidente contrario a su estilo no opinó; pero, al conocerse la caída de Mubarak, Chávez saludó la “genuina lección de madurez política del pueblo egipcio”.
Una opinión, como dicen sus paisanos del llano barinés, “a cacho pasado”.
Lo de Egipto, apenas comienza a desarrollarse. Lo que sí está claro es que el Ejército que ahora está en el poder, que ha disuelto el Parlamento y suspendido la Constitución son las fuerzas armadas construidas con el aporte anual de mil 500 millones de dólares por los Estados Unidos de América, nación a la que los manifestantes de la Plaza Tahrir (Liberación en árabe), han señalado reiteradamente que odian y consideran causa de todo lo que ha provocado la caída de quien fuera líder de la nación.
Las contradicciones de Hugo Chávez, que no es novedad , demuestran la flaqueza de la supuesta revolución que pretende liderar y le dejan en el plano de la más ramplona tiranía en la que la Constitución de la República Bolivariana ha sido suspendida, más no por la fuerza, sino por permanentes violaciones del propio Hugo Chávez con el apoyo de una Fuerza Armada cómplice de la traición a los juramentos patrióticos por defenderla
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