jueves, 24 de febrero de 2011
El mundo se puso árabe
Apolinar Martínez
De pronto, como salidas del desierto donde habían permanecido por décadas, huestes enfurecidas arremeten contra lo que parecían “pirámides inconmovibles”, colocadas allí para permanecer por los siglos de los siglos.
La primera arremetida popular, en la que se observaban desde niños, adolescentes hombres o mujeres, se llevó por delante al dictador de Túnez Ben Ali, quien detentaba el poder desde hacía veinte años. Pero ningún analista, por lo menos en Occidente, podía imaginar que esa oleada comenzada el pasado 14 de enero, era apenas la punta de un rayo destructor que no habría de pararse ante nada ni ante nadie. A los pocos días les llega su turno a los “faraones” Hosni Mubarak, con 30 años de mando y a Ali Abdallah Saleh, con 34 en Egipto y Yemen respectivamente´.
En Egipto ya se conoce la primera parte: La rebelión de un pueblo obligó a las fuerzas armadas a retirarle el apoyo al mandatario y comprometerse a seguir un curso constitucional y democrático.
Yemen todavía está por decidir hasta dónde presionará la acción popular en su búsqueda de cambios y nuevos aires de libertad.
Todo no estaba dicho. Bahréin, cuyo conocimiento apenas se llegaba a saber que tenía petróleo en abundancia, pero apenas se conocía la verdad de cuanto sufría ese pueblo.
Y Marruecos… ¿Y quién lo diría?: Libia
Con 42 años en el trono Muamar Gadafi era una roca más cuyas debilidades no parecían aflorar por lado alguno.
Bastó sin embargo que la gente pensara en pedir cambios para que surgieran los elementos más diabólicos del dictador. La primera amenaza partió de su hijo y posible sucesor, quien señaló que la salida del padre significaría la guerra civil.
No eran palabras, y hoy el pueblo libio es víctima de lo que en principio es llamado un holocausto por distintos observadores internacionales.
Ahora bien, ¿qué tiene de común esos pueblos además de hablar árabe y formar parte de un territorio más grande que América Latina y de una diversidad demasiado grande?-
Tienen de común que producen petróleo que sólo sirve para el enriquecimiento de unos cuantos ligados a los sátrapas y la mayoría de la población en estado de miseria absoluta, además de carecer de posibilidades de plantear sus reclamaciones milenarias.
Con toda precisión lo señaló Mijaíl Gorbachov, “el último de los mohicanos” en la conducción de la Unión Soviética, y una personalidad cuyo peso es indiscutible: “las protestas en el mundo árabe son espontáneas ya que sus poblaciones no tienen nada que perder. Los árabes quieren alcanzar la libertad y después extenderla. La gente huye del abrazo de la miseria “. Por lo demás el ex Premio Nobel de La Paz pide porque ninguna potencia pretenda jugar sus bazas en una contienda, cuyo único protagonista es el pueblo árabe.
apomar2307@hotmail.com
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