Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 17 de noviembre de 2018

CAPÍTULO III Libro INFATIGABLES por Víctor José López


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¿POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ?
El hombre está condenado a ser libre; porque una vez arrojado al mundo, él es responsable de todo lo que hace.

JEAN PAUL SARTRE


Hoy revivimos tiempos de reivindicación de los sueños con Leopoldo, que se ha convertido en emblema de la lucha contra la tiranía de Nicolás Maduro. Nos encontramos reunidos en el recibo de la Cárcel de Procesados Militares de Ramo Verde y el nieto del Jefe Nacionalista Eudoro López Correa nos pregunta:
 ¿Quién fue Eudoro? ¿Porqué luchó y para qué luchó? ¿Con quien lo hizo?
Ubicándonos en el tema, trenzamos horas de confesión. Viajando en los recuerdos en caminos de los testimonios hablamos del ayer y mucho del mañana. Estamos en un país donde el hoy es una tragedia arropada con la herencia de Hugo Chávez. Vivimos adocenados, ordenados por la autocracia surgida de la doctrina montonera de Norberto Cerosoles, esa abominable mezcla del  peronismo con el castrocomunismo.
 La doctrina Ceresoles es un batiburrillo convertido en vulgaridad ideológica, engrudo de corrupción que se ha empoderado nutriéndose de la riqueza de la nación. Nos hemos convertido en una sociedad esquilmada con las tijeras, las botas y las bayonetas del militarismo más ramplón que jamás haya sometido a una nación.

Hoy Leopoldo López está secuestrado. Sufre una sentencia, que se ha demostrado hasta la saciedad que fue ordenada desde la más alta jerarquía del régimen. Un secuestro aliñado con torturas y aislamiento. Hasta hace poco estaba en el Centro Nacional de los Procesados Militares de Ramo Verde, famosa cárcel militar donde la violación de los derechos humanos es permanente.



Leopoldo fue trasladado a su casa que, aunque convertida en prisión no cumple con la Justicia. Tras un proceso judicial del que  se han demostrado terribles violaciones en los diversos procedimientos, el régimen declaró a Leopoldo “culpable de incitación pública a la violencia en las manifestaciones de 2014, que provocaron la muerte de 43 personas y cientos de heridos”. La orden de Maduro, igual que ordenaba Hugo Chávez a los jueces, fue que se le condenara a 14 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión.
En octubre de 2014 el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas le exigió al régimen de Nicolás Maduro la liberación de Leopoldo y de todos los detenidos en un arresto que fue considerado producto de la retaliación política. Igual ocurrió con la Unión Europea, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la confesión del fiscal Franklin Nieves, el 23 de octubre de 2015,  que declaró que “el proceso judicial que se le hizo a Leopoldo López habíasido una farsay que él, Franklin Nieves habíasido presionado por Nicolás Maduro y superiores jerárquicos dentro del Ministerio Público para defender las pruebas falsas en contra de López. Más tarde, seguía preso en Ramo Verde Leopoldo, la Fiscal  General de la República Bolivariana de Venezuela Luisa Ortega Díaz  que denunció que “fui presionada por Diosdado Cabello para acusar a López por las muertes de Bassil Da Costa y Juan Montoya”. La situación que vive Leopoldo López, aunque esté en su casa,  es de secuestro, situación violatoria de los más elementales derechos humanos.
El caso es que Leopoldo López es un infatigable militante de una causa constitucional en rebeldía, que exige sus derechos sin doblegarse. No se ha sometido a la voluntad de sus captores. Hay que subrayar, para la lectura comprensible y saludable de los hechos y acontecimientos que es un ciudadano que ha sido secuestrado y al que no se le ha comprobado un solo delito que le pueda condenar a un día de prisión. Mucho menos a 14 años de cárcel, pena solicitada y ordenada por la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz en un momento de su obediente tránsito estelar por el escenario del poder a las órdenes de la revolución bolivariana, decisión luego refrendada la Jueza de Oficio Susana Barrientos, dócil al mandato superior de Diosdado Cabello.

La cárcel, Ramo Verde está en manos de la Tercera División del Ejército de Venezuela y de la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi) de Caracas. La prisión ha albergado en sus ergástulos conocidas personalidades, porque  además de Leopoldo López estuvo en Ramo Verde el General en Jefe Raúl Isaías Baduel, compadre de Hugo Chávez, quien durante el mandato del Teniente Coronel fue comandante del Ejército,  Ministro de la Defensa y el oficial de más alto rango que defendió a Hugo Chávez cuando fue destituido de la presidencia de la República por un golpe militar que provocó la renuncia del primer mandatario. Renuncia solicitada por el Alto Mando Militar encabezado por Lucas Rincón,  “y  que él, Hugo Chávez, aceptó…,"
También fueron huéspedes tras las rejas de Ramo Verde el líder obrero Carlos Ortega Carvajal, presidente de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), que en marzo de 2003 solicitó asilo político en la embajada de Costa Rica en Caracas pero fue expulsado de aquel país por violar las reglas de asilo. Volvió clandestino a Venezuela, hasta que el 28 de febrero de 2005, fue detenido en Caracas, a las acusaciones en su contra se sumó la de porte de documentación e identidad falsa. El 14 de diciembre de 2005, fue encontrado culpable y condenado a 16 años de prisión y relcusión en Ramo Verde. El 13 de agosto de 2006 escapó junto con los hermanos (Cnel.) Darío Farías, (Cnel.) Jesús Farías y el capitán Rafael Ángel Farías, volviendo a la clandestinidad. El 2 de septiembre del 2007, reapareció públicamente en Perú, cuyo gobierno le concedió asilo por razones humanitarias.
El prisionero de la vergüenza el Capitán Otto Gebauer, que junto con su compañero Carlos Blondell Tineo les tocó custodiar a Hugo Chávez durante los acontecimientos del 11, 12 y 13 de abril del 2002 y que fueron juzgados por tribunales militares por causas inexistentes. Recluidos con la única intención de sacar de circulación a testigos de la rendición de Hugo Chávez, que abandonó, si pelear y sin presión física su cargo como Presidente de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Estos militares que fueron condenados por el régimen chavista por haberse negado a acusar a señalados miembros de la oposición con falsos testimonios como instigadores de un golpe Gebauer y Blondell han en los calabozos de la Cárcel de Ramo Verde junto a los comisarios de la Policía Metropolitana de Caracas, Henry Vivas y Lázaro Forero, liberados en 2011, presos por haber cumplido con su deber al evitar una masacre de ciudadanos que ejercían el derecho de la protesta por parte de francotiradores cubanos apostados en las esquinas de Caracas, cuando la marcha del 11 de abril de 2002.
 Estuvo tras los  barrotes de la Cárcel de Ramo Verde el Comisario Iván Simonovis, Secretario de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Metropolitana de Caracas detenido en 2004 con orden de detención domiciliaria en 2014, debido a varios quebrantos de salud. El caso del comisario Simonovis se considera como un emblema de la retaliación de Hugo Chávez tras la derrota que le condujo a la renuncia a la Presidencia de la República.
Han sido huéspedes de este ergástulo los Generales en retiro Francisco Uson, liberado en 2007 y Ovidio Poggioli, libre en 2006. El Alcalde electo de San Cristóbal, Daniel Ceballos, suspendido y destituido por el genuflexo TSJ por desacato a la orden del Ministerio Público en las protestas venezolanas.
También ha sido prisionero en Ramo Verde  el Alcalde Electo de la Caracas Metropolitana, Antonio Ledezma, elegido por los caraqueños  en el ejercicio constitucional del voto, derrotando figuras emblemáticas del chavismo como  Aristóbulo Istúriz. Hoy Antonio Ledezma, luego de una espectacular fuga, se ha convertido en líder de la oposición en el exilio con infatigable actividad en la Unión Europea y naciones sudamericanas.
Leopoldo permaneció casi cuatro años en calabozos de castigo. Más de la mitad del tiempo -15 meses - que de su estada en la Cárcel de Ramo Verde – tres años. Resistió, indoblegable ante la tortura de la soledad absoluta. Fueron más de tres años en el cuarto piso de la Torre de Ramo Verde. Ruinosa torreta, abandonada y solitaria donde el prisionero es maltratado con la peor de las torturas con las que se puede atormentar a un hombre: el silencio absoluto y la soledad. Tormento infringido por haber cometido el pecado de pensar distinto: reprimido, incomunicado, secuestrado, denunciado posteriormente por los fiscales que obedientes al mandato del régimen de Nicolás Maduro prepararon y condujeron el ardid, la gran mentira sobre la que se funda una condena inventada, sembrada de falsos testimonios, convertida en sentencia por la jueza Susana Barrientos. Sentencia que es hoy absolutamente rechazada y considerada de
atentado criminal. Crimen que se ha cometido dándole la cara al odre henchido de insolente orgullo, falsa suficiencia, creyendo que los hombres y las mujeres a su alrededor son moscas que revoloteaban alrededor de su inmundicia.
Cuando Hugo Chávez llegó al poder, gracias a las instituciones democráticas que le eligieron presidente de la República, el teniente coronel inició el cumplimiento del proyecto trazado paso a paso por el proyecto de líder comunista Fidel Castro, un esquema en el que se indican como prioridad la eliminación de los poderes instituidos por el Estado de Derecho: la Asamblea Nacional, El Ministerio Público, y el Poder Judicial.
El Golpe Militar no dejó de aporrear el yunque del Estado de Derecho hasta que el totalitarismo adquirió relevancia, repitiéndose el escenario de la dictadura militar como régimen político.
 La tortura, el tormento provocado por la permanente soledad sirvió para que el prisionero desarrollara una doctrina que se sustenta sobre las bases de su valor personal y de su formación espiritual. Se refiere Leopoldo, y así lo explica en su conversación, al proceso de pensamiento para todos los hombres y las mujeres: - Es sencillo, el desarrollo del proceso, insiste, porque es reconciliar en una conversación entre el yo y nuestro interior. Hablar y conversar con uno mismo. No se trata, insiste, de una conversación común y corriente, de los que solemos desarrollar, de esas que pasan desapercibidas y que colocamos en un segundo plano. No, agrega,  cuando estamos aislados, totalmente aislados y solos, - lo dice fijando su intensa mirada, cruzando con una sonrisa en su cara fresca y esperanzadora – Surge de conversar con uno mismo. Puede der terrible, alucinante; pero también puede ser magnífico. Se convierte en un proceso más allá del hacernos preguntas y respondernos a nosotros mismos.  La soledad absoluta, esa soledad sin un espejo que refleje nuestra imagen, el estar tan solo que ni siquiera nos veamos en un espejo como han logrado hacerlo los bien educados carceleros en las artes del tormento, es desarrollar un proceso. Un proceso profundo, que trasciende al cuerpo, que entra en la dimensión de la mente y del alma.
Cuando Hugo Chávez ordenó clarines y timbales para ordenar el inicio de las terribles transformaciones que desgarraron los derechos de los ciudadanos, lamentablemente no fueron escuchadas las alarmas en ese momento. Con el testimonio de una sociedad abotargada e impertérrita, Chávez sacó de los cuarteles a los militares, los sacó para colocarlos en las calles con el Plan Bolívar 2000, repitiendo la receta populista similar a la que en su día había implementado, otro militar, el Vicealmirante Wolfgang Larrazábal a la caída del General Marcos Pérez Jiménez, con el Plan de Emergencia de 1958.
Con el Plan Bolívar 2000 Hugo Chávez definió su proyecto político en la Constitución de 1999. Se abrieron dos caminos para conducir a la  economía nacional hacia el fracaso estruendoso. Lo que logró Chávez destruyendo la institucionalidad de las Fuerzas Armadas con el Voto Militar, la eliminación del Carácter Apolítico y No- deliberante de la Fuerza Armada Nacional fue el inicio de la Militarización de Venezuela habiéndose eliminado de su seno el institucionalismo.
El camino ideológico se abrió, exaltado y expedito a los valores de la rapiña, la opresión, la represión el narco tráfico, las bases de un régimen cimentado en la Oclocracia. Son las características de los jefes militares que hoy ordenan la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, son los líderes que se imponen más que como un régimen autoritario como una tiranía.
Hugo Chávez  como señaló el periodista y analista político Jesús Sanoja Hernández, impulsó la unidad “calle- cuartel”, aquella que mencionamos al inicio de este capítulo cuando introdujimos en el reencuentro con los recuerdos de Norberto Ceresole, quien como ideólogo fue el principal aporte en un camino de autoridad impuesta con   bayonetas  apoyadas en el sentido populista, aporte populista que encontró  campo abonado en la anti política venezolana. Esto sirvió para la siembra del odio y para lograr los frutos del llamado socialismo del Siglo XXI.
Todo responde a la pregunta de ¿por qué estamos aquí? …
Y respondemos, estamos aquí porque han vuelto a enfrentarse el continuismo de Crespo y la disidencia de Eudoro.
La historia continúa pero no admite fatigas.



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