Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 29 de abril de 2018

EL FRACASO ES DE TODOS Luis Alfonso García Carmona


El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria. Sir Winston Churchill    
                                                                                                                               
Resulta apenas natural que en un país democrático, cuando el pueblo es convocado para elegir a sus gobernantes, se piense en el futuro. ¿Cuál es el candidato que asegura un mejor futuro para nuestros hijos? ¿Por cuál de los programas o propuestas votaría para que el país se desarrolle y progrese? ¿Cómo evitar que lleguen al poder quienes – por su pasado o por sus actuales intenciones- pueden convertir el futuro en una horrorosa realidad?
Cuando parte considerable de los potenciales votantes, como está ocurriendo en la campaña presidencial colombiana, se inclina por un aspirante cuyo pasado es un prontuario criminal y su programa una incitación a la lucha de clases, forzoso es concluir que algo muy grave nos está ocurriendo.
Es, ante todo, el abandono de unos principios que debieran regir en todas las sociedades y que constituyen la base de la civilización.  El derecho a la vida, piedra angular de la misma, al parecer ya no les importa a muchos. Que su candidato haya sido dirigente de una asociación para delinquir que cometió toda clase de crímenes, incluidos el terrorismo, el secuestro, el asesinato y el holocausto de toda la Corte Suprema, no es óbice para respaldarlo.
La vida en sociedad se fundamenta en el respeto a la Ley y al Estado de Derecho. Lo contrario sería el inexorable retorno a la edad de las cavernas. Ha demostrado hasta la saciedad el candidato de marras su desprecio por la normatividad y las instituciones jurídicas. En un país, con una tradición democrática ininterrumpida durante seis décadas, optó por el camino de la subversión; empleó la violencia para imponer su ideología marxista-leninista; se lanzó lanza en ristre contra la determinación del Ministerio Público que lo despojó de su investidura de Alcalde por sus malos manejos; proclama sin ambages la vigencia de unos acuerdos espurios que el pueblo soberano rechazó en el plebiscito.
Su propuesta, en lugar de generar tranquilidad y esperanza, siembra una sensación de caos, de incertidumbre, de serios temores sobre el futuro de la Nación. ¿Quién puede creer que mediante la expropiación de la propiedad privada, la eliminación de la explotación petrolera y carbonífera, o  la sustitución de las exportaciones tradicionales para dedicarnos a vender aguacates, alcanzaremos los recursos que el país requiere?
Su inspiración lo condena al fracaso, y el apoyo a su prédica nos conduciría a todos al suicidio colectivo. Y es que su ideología comunista, en la cual se inspira, ya ha pasado de moda en el mundo entero,  por sus desastrosos resultados. Basta con repasar los miles de muertos  que han acarreado los regímenes dictatoriales en Rusia, China, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros conocidos “paraísos” comunistas. No hace falta ser experto en historia o en economía para reconocer la miseria, el hambre y la desesperación que han padecido esos  desventurados pueblos en manos de los “nuevos oligarcas” socialistas. ¿Es la invitación de Petro a adoptar el “socialismo del siglo XXI “   la solución que más nos conviene?
Definitivamente no. Ni por sus antecedentes criminales, ni por sus descabellados  programas, ni por su probada ineficiencia al frente de un cargo público, ni por la trasnochada ideología de la cual es esclavo, debería ser considerado como candidato apto para ejercer la primera magistratura de un país como Colombia.
Que lo sigan maestros que debieran ser los formadores de una juventud imbuida de valores morales y principios democráticos no es explicable sino por la vía del “lavado de cerebros”, practicado por el comunismo en todas las latitudes. Jóvenes estudiantes que no debieran ser tildados de ignorantes, son también presa fácil de la verborrea de la lucha de clases, que culpa de todos los males a los generadores de empleo y de riqueza, pero se abstiene de confesar la abismal diferencia que en el socialismo separa a los que detentan el poder, de sus infelices súbditos.
¿Dónde está, entonces, la fuente del inexplicable porcentaje de simpatizantes de Petro en las encuestas? En las toneladas de dinero que se gasta tanto en las redes sociales como en el trasteo de manifestaciones móviles.
Nos informan que en el ítem de manejo de las redes sociales se gasta Petro la bicoca de 800.000 millones de pesos mensuales, sin contar el inmenso costo que representa la movilización de adeptos por todo el territorio nacional. Dicen los analistas que esa monumental fortuna se la proporciona la FARC, de la cual es su candidato, o Maduro, que ya ha manifestado ser partidario suyo, o Rusia, que pretende incursionar en el Caribe con el eje México-Colombia-Venezuela , para crearle un verdadero dolor de cabeza a Trump. O, tal vez, los tres.
No es, pues, achacando al Presidente Uribe la responsabilidad de todos los males que agobian al país, o defendiendo a ultranza los pactos habaneros en los que se entregó  el poder a una banda de narco-terroristas, o aludiendo al  período de violencia partidista superado ampliamente en el Frente Nacional, como podemos justificar ese paso al abismo que representaría votar por el socialismo que encarna Petro. Eso solo garantizaría que todos haremos parte del fracaso.


LUIS ALFONSO GARCÍA CARMONA.

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