Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 12 de marzo de 2018

LA SOCIEDAD CIVIL LE DIRÁ A VENEZUELA CÓMO SE COME ESO Egildo Luján Nava




Formato del Futuro…

La Tierra es bipolar: norte y sur; ambos contrapuestos. Y en ambos polos la vida es inclemente. No son pocos los ejemplos de sobrevivencia. De hecho, hasta los animales sobreviven, comiéndose unos a los otros. Venezuela está en el centro del mundo, en la faja ecuatorial Su clima es óptimo para la vida del ser humano: le permite convivir armónicamente, y eso no es casualidad.

El medio ambiente venezolano se distingue por configurar una naturaleza en la que su población sobresale por ser gente amable y hospitalaria. Es una virtud que otrora hizo posible que así se distinguiera al venezolano. El mundo lo vio de esa manera, más después que ese contingente  caribeño no vacilara, asimismo, en ser  un incondicional receptor de gente de todas partes.  De tal manera que,  por naturaleza, hoy los venezolanos no deben  permitir que la polarización y el odio los lleve a la destrucción. Sin embargo, el tema está ahí, ante todos, como reto inquietante y mortificante

¿Qué les ha sucedido a los venezolanos para llegar, precisamente, al borde de un enfrentamiento y destrucción?.

De hecho, a nadie le extraña que, en uno de los tantos y prolongados mensajes propagandísticos, el propio Presidente de la Republica apelara libremente a un derecho individual que ya no le corresponde, en vista de su condición de competidor. Porque ¿en el acuerdo preelectoral firmado por los candidatos, no se estableció una limitación a las campañas electorales en los medios para evitar ventajismos ?

Además, ¿cómo es que en nombre de ese derecho que se autoatribuye por sobre las normas o convenimientos, a sabiendas de que las está ignorando o violando, el candidato-Presidente se refiere despectivamente a eventos de la Sociedad Civil, como los realizados recientemente en el Aula Magna y el Teatro Chacao, en Caracas?. !Esos son los mismos !, dijo. ¿Los mismos de qué y en qué?

Abrir más la brecha de la polarización social y política  actual, en casos como los electorales, definitivamente, es un procedimiento que reniega de la necesidad del entendimiento entre los venezolanos. Y es por eso por lo que sin saberse a qué se refería y cuál era el objetivo de la expresión que motivó reacciones, cultivó otra semilla adecuada para el distanciamiento.

¿Acaso a los millones de ciudadanos que durante 20 años han visto cómo empobrecieron y fungieron de testigos del envilecimiento de su país?. ¿0 a la minoría de venezolanos que, en apelación al ejercicio del poder, han llevado a Venezuela a la ruina total, al extremo de que ha provocado la atención de una gran mayoría de los países del mundo?.

Lo que sí es verdad, es que, independientemente de a quiénes se refería el Primer Mandatario, ese lamentable y desafortunado comentario, al final de su presencia en la diatriba política nacional, es de los sistemáticos activadores de la polarización que tiene al país convertido en un par de grupos, dividido y sin disposición a dar pasos en favor del entendimiento.

El asunto real es que ya no se trata de chavistas o de “escuálidos”; tampoco de “enchufados” o de “apátridas”. El problema es tan grave, que lo que ha emergido a partir de discursos de ese tipo que incluye elementos inútiles, es una manera de fomentar el odio y la división entre los venezolanos.

Quienes analizan dicha situación insisten en que la posición geográfica en la faja Ecuatorial, sitúa al país en el centro. Y el centro indica convivencia; nada de  extremos: nada de blanco o de negro. Sí de lo que se sabe que existe: de matices.  Hay distintos puntos de vista y opiniones. Y eso plantea  la mutua aceptación de que los ciudadanos, indistintamente de las posiciones individuales que asuman, representan y defiendan, tienen que respetarse. Es decir, obedecer a la razón de las mayorías. Las imposiciones nunca serán un ejemplo de expresiones democráticas. En cambio,  la consigna tiene que ser tolerancia, justicia y razón.

La queja y reclamos internos y externos por y contra Venezuela abundan. Pero son los propios venezolanos los llamados a resolver sus propios problemas. Tienen que solucionarlos. A partir de la importancia  y utilidad de saberse envueltos en una situación realmente delicada. Conscientes de que es innegable que el país dispone de cuantiosos recursos  materiales, físicos y humanos. Pero que no saldrá del lugar en que hoy está inmerso si insiste en creer que, para alcanzar dicho propósito, no cuenta la unidad.

Los discursos de parte de voceros que modelan conductas individuales y colectivas, y que se emiten aun siendo discriminatorios o degradantes, lo saben todos los ciudadanos,  son nocivos y provocan división. De hecho, hoy en Venezuela hay miles de familias separadas por odios y rencores. Y es un efecto de aquello que muchos venezolanos saben que sí es evitable y superable. Pero que se emplea libremente, aun cuando también se sabe, además, que ha provocado una gran brecha social tanto  ideológica; también de clases.

Nunca antes, de la manera y proporciones como se aprecia actualmente, había existido un distanciamiento entre hermanos en esta tierra que, históricamente, se le consideró refugio del mundo entero en épocas de otras calamidades políticas en distintas latitudes. Es, si se quiere, una referencia lamentable de la pérdida de una preciosa cualidad hospitalaria venezolana, y que, además, ha sido suplantada por divisionismo, odios, rencores y una desconfianza extrema. ¿Y cómo hacer posible que el país se levante de ese desafortunado traspiés?…

Sin duda alguna, venezolanos en funciones gubernamentales y venezolanos en roles opositores, tienen que limar asperezas, excluir pasiones ideológicas de la discusión y de las diferencias. Pero también canalizar su interés  en comprender la magnitud del desastre nacional. Ese que, entre otras adversidades, abarca  la inseguridad, el hambre y la miseria, las inútiles e innecesarias muertes por carencia de todo. La creciente diáspora que, entre otros efectos, le está amputando a la nación uno de sus más valiosos miembros: juventud, talento, conocimientos y capacidad productiva.

Las adversidades a las que se enfrenta Venezuela ya no conforman una sola verdad: son muchas verdades transformadas en retos generacionales. Porque el país está al borde de la quiebra. Es una referencia continental de otro país latinoamericano que entró en el proceso de cesación de pagos.

Esto no tiene discusión ni justificación. Es otra de las verdades, de sus lastres morales. Y no es por culpa del imperio, de los “pelucones” o de los “escuálidos”, de las iguanas, de supuestos saboteadores, mucho menos de  una presunta guerra económica o de una página Web identificada como "Dólar  Today”.

Ni esa cacareada guerra ni esa página  pulverizaron la capacidad de transacción del signo monetario venezolano, hasta hacer posible la aparición de una hiperinflación que está potenciando el hambre, la hambruna y la miseria extrema. Al Bolívar, sencillamente, lo destruyeron las malas políticas económicas, las peores decisiones monetarias, las cuestionables y condenables formas de administrar fondos públicos, para concluir en una demencial producción de dinero inorgánico dirigida a dotar de una falsa fuerza sustentadora al populismo venezolano.

Es decir, todo se debe a la dependencia en un fracasado formato económico, que incluye corruptelas  y una lamentable gestión administrativa. ¿Cómo no admitirlo?. Pero es la peor de las verdades: todo está mal. Y para superar esa adversa condición, habría que diseñar y estructurar una  respuesta, Que no sería otra que,  para empezar,  todos tendrían que admitir sus respectivas responsabilidades y comenzar a entenderse como hermanos venezolanos.

Nadie que quiera a su país, puede estar de acuerdo con una invasión. La invasión implica guerra y muerte. Toda ayuda especialmente humanitaria debe ser bien recibida, no así la que esté dirigida a fortalecer lo que ya hizo nacer el odio, los resentimientos sociales y la diferencia de clases.

¡Basta de diferencias¡, El Gobierno no supo hacerlo y la oposición no supo superarlos. Ahora le toca a la sociedad civil, toda unida, procurar la solución. Juntos  todos: chavistas y oposición, como un solo pueblo, y motivados por la misma meta y asumiendo el mismo reto: salvar y rescatar al país.

El que tiene o tenga problemas de carácter legal, que defienda su causa en unos tribunales completamente imparciales. La mayoría de ambos bandos no los tienen. El que haya delinquido, que se defienda sin arrastrar a nadie en su culpa.

Sociedad Civil son todos los venezolanos. Y todos los venezolanos, unidos, sí pueden demostrar cómo es que se comen y producen decisiones y soluciones. Pero hay que actuar rápido. Es la manera de evitar la constitución de un problema individual, en uno continental  ¿y en otro mundial?.

Venezuela es de los venezolanos. Y a los venezolanos les corresponde la tarea de impedir que su país siga avanzando sin rumbo, ni propósitos distintos a los de propiciar una agudización de sus múltiples diferencias y dificultades.

En Formato del Futuro…. la convicción predominante es la de que la recuperación  del país, no  depende exclusivamente de un proceso electoral concebido y apuntalado por minorías interesadas en consagrar a un supuesto Mesías, o caudillo versión Siglo XXI. Caer  en las mismas prácticas presidencialistas de siempre, es negarle la respuesta más oportuna e ideal a las actuales y futuras generaciones de venezolanos.

Se trata  de elaborar un proyecto país para luego elegir quién dirigirá y lo ejecutará. Para ello, desde luego, antes hay que ir a una consulta ante el soberano, hasta llegar a  una decisión en conjunto, por mayorías, capaz y dispuesta a  descentralizar al país, a garantizar la independencia de los poderes. Pocos lo han dicho, porque muchos han mantenido silencio, pero hay que  regresar al sistema bicameral,  y descartar el presidencialismo pernicioso, para implementar la doble vuelta electoral. 

Egildo Luján Nava
Coordinador Nacional de Independientes Por el Progreso (IPP)


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