Víctor José
López
Las formas
en política, como en la vida, tienen su importancia. Decir que Nicolás Maduro es un presidente de
facto, y repetirlo en cada alocución es un error si de veras se considera el hecho
que Maduro no es Presidente de la República por los motivos que han expuesto ad
infinitum la Asamblea Nacional, la Alianza Nacional Constituyente y los
partidos políticos de oposición: a.-
Abandono del Cargo b.- porque no nació en Venezuela.
Así que no debemos llamarle presidente al Sr. Nicolás Maduro.
Así que no debemos llamarle presidente al Sr. Nicolás Maduro.
Si la estrategia
es proyectar la transición, hay que recrear al Poder Público Nacional: Poder
Ejecutivo; Judicial, Legislativo, Popular, Electoral .Y debemos actuar en consecuencia como si estos, como
en efecto, no existieran.
El 16J la
nación confirmó que Nicolás Maduro ha sido revocado, aunque su Gabinete
pretenda desconocer la ilegalidad de cada trágala a la que recurrieron Tibisay
y sus rectoras. Es decir, el Poder Ejecutivo está vacante.
El Poder
Legislativo es el único de los poderes que fue electo, incluso por mayoría con
exagerada diferencia con los aspirantes del chavismo quienes pretendían
representar a los ciudadanos en el Congreso y es, por lo tanto, el único en
funciones según la Constitución vigente.
El Poder
Electoral, integrado por Tibisay y su combo de corrupción ha demostrado hasta
la saciedad su obediencia al destituido Ejecutivo, agregándole que los lapsos
de sus funciones están vencidos. Algunos de sus miembros ha sido acusados de
pertenecer al circo de Oberreich, el mismo que ha destronado a Lula y a Ollanta
Humala, por ahora. El
Poder Ciudadano es ejercido por el Consejo Mora Republicano (CMR) integrado por el Defensor del
Pueblo, el Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela y el Contralor General de la República. Sabemos cómo se come el Defensor y el Contralor, y nos
consta que la Fiscal ha despertado del sueño infinito que le impedía activar
sus funciones.
Así pues, seamos justos con
las formas y hagamos uso de ellas al
referirnos al clan del socialismo que, recurriendo al vocablo de Istúriz “se
desbarata”: No debemos llamar Presidente a quien, según nuestro propio criterio dejó de serlo.
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