Maduro y Padrino
convencieron a sus fanáticos de que somos una potencia
militar. Considerando los cinco mil seiscientos
millones de dólares gastados en armas, más de uno se tragó ese cuento.
Algunos quizá titubearon, pero dejaron el recelo al constatar que nuestra
Fuerza Armada cuenta con más de dos mil generales de brigada y de
división, una docena de mayores generales y varios generales en jefe,
entre estos últimos Gustavo González López, comandante de la Policía Nacional,
ascendido por violar los derechos humanos y como premio por haber sido imputado
por la Fiscal. La duda cartesiana terminó de disiparse al admirar la
cantidad de condecoraciones que esgrimen orgullosos nuestros generales.
Con ínfulas los rojos exclamaron ¡Somos una potencia militar!
El “imperio mesmo” nos temía
y por ello no se atrevía a “pisar el suelo sagrado de la patria”. Solo
los hermanos Castro tenían rueda libre para imponernos su “mar de la
felicidad”, no porque fuesen más potencia militar que la nuestra, sino porque regímenes
totalitarios deben apoyarse para enfrentar el peligro de las democracias.
Lamentablemente, “qué presto se fue el placer como diría el poeta Jorge
Manrique. Hechos recientes derrumbaron ese mito. El general Reverol, el coronel
Lugo y el helicóptero son los responsables del desprestigio. Ahora estamos
expuestos a que incluso San Cristobal y Nieves o San Vicente y las
Granadinas nos invadan para reclamarnos el compromiso de enviarles más
petróleo por haber apoyado a la dictadura en la OEA.
El general Reverol, ministro
del Interior, inició el descrédito al declarar que la Base Militar de La
Carlota, fue “asediada” y ello obligó a sus valientes defensores a repeler la
agresión con todo su poder de fuego. El problema, para Reverol y el prestigio
de nuestra Fuerza Armada, es que varios videos mostraron que los supuestos
sitiadores eran estudiantes que arrojaban piedras a los soldados ubicados
detrás de las rejas. Sin embargo, para rechazar a ese gran ejército,
los policías militares decidieron fusilar al que tenían más cercano, que
resultó ser el joven David Vallenilla. ¿Qué pensarán de nuestra
Fuerza Armada los demócratas del mundo?
La otra “hazaña” que
desprestigió a nuestros uniformados fue la cobarde acción del coronel
Vladimir Lugo, al empujar al abogado Julio Borges, presidente de la
Asamblea Nacional, quien le reclamó al gorila por la agresión a dos diputadas
que solicitaban información sobre unas misteriosas cajas que Lugo había
introducido en algo que llamó “el parque de armas” ubicado en la
Asamblea. “Yo soy el comandante de la unidad militar”, rugía el cobarde gorila
mientras empujaba al presidente de la Asamblea y en su rudimentario castellano
se refería a "una diputada femenina". Por su heroico gesto, Maduro le
otorgó la Orden del Gran Collón ¿Estos son los oficiales que comandan
una Fuerza Armada “potencia militar”?
La guinda de la torta fue el
episodio del helicóptero piloteado por un efectivo policial del CICPC de nombre
Oscar Pérez, quien decidió evidenciar su descontento con el
régimen
apoderándose de un
helicóptero de ese organismo. Sobrevoló Caracas con letrero alusivo al artículo
350 de la Constitución y cuando se cansó de exhibirlo, lanzó un par de granadas
sobre la sede del TSJ y siguió su paseo hacia el litoral central ante la mirada
asombrada de los militares ¿ Y las defensas aéreas? ¿ Y los aviones
de última generación para interceptar naves enemigas? ¿Y los costosos
radares adquiridos? ¡Qué vergüenza!
La Fuerza Armada que exige el
país debe ser respetuosa de la Constitución y por lo tanto de los ciudadanos.
Ante los desafueros cometidos por algunos de sus miembros debe reaccionar y
demostrar que en la institución no todos son unos bárbaros. Lo menos traumático
para salir de la crisis es que presione la renuncia de Maduro y se
forme un gobierno de transición.
Como (había) en botica:
Borges actuó correctamente. Si hubiese repelido la agresión del gorila Lugo,
hubiese dado pie a más atropellos y el régimen lo hubiese acusado de
“agresión al centinela”. Con su actitud, demostró la diferencia entre un
demócrata desarmado y un desaforado coronel. Canadá celebró sus 150 años.
Receptor de 250.000 inmigrantes por año a quienes ofrece enseñanza gratuita del
inglés y del francés y orienta para la consecución de empleo.
Multicultural, con una calidad de vida envidiable, una democracia
ejemplar que condena a los gobiernos dictatoriales del mundo, inclusive al de
Maduro. Con un sistema de salud del Estado que es bueno en cuanto a prevención,
aunque con mucho tiempo de espera para acceder a un especialista, salvo
casos de gravedad. La educación es muy buena y los estudios universitarios son
costosos, aunque hay programas de ayuda económica. La reválida es difícil
para profesionales de la salud. Para ejercer cualquier trabajo se requiere una
certificación. El recién llegado debe ir dispuesto a empezar por abajo, pero es
un gran país para vivir ¡No más prisioneros políticos, ni
exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com
4/07/17 Noticiero Digital y Runrunes
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