VOLUNTAD
GENERAL DE LA NACIÓN
El
cambio de régimen dejó de ser una simple ilusión. Es hoy una necesidad
imperiosa e inaplazable, con perdón de la redundancia. Se trata de mucho más
que el simple cambio de quien ejerce la función de cabeza del poder ejecutivo.
Por supuesto que la salida de Maduro será el primer gran paso hacia el
objetivo, pero las fuerzas democráticas tendrán que ir mucho más allá y, sin
agotarse nostálgicamente en el pasado, construir la Venezuela que muchos
anhelamos. Una Venezuela basada en el ejercicio activo de la Libertad
responsable como República Federal Descentralizada, integrada por Estados y
Municipios verdaderamente autónomos. Esto significa que dejarían de ser
dependientes políticos y financieros del estado central. Todo lo contrario, la
estructura central dependería de la solidez de estados y municipios. Se trata
de una verdadera inversión de valores según la cual cada rama del poder público
cumpliría con sus deberes y conjuntamente ejecutarían algunas tareas
específicas que se adelantarían de manera concurrente.
Estas
fueron algunas de las ideas básicas que tímidamente se empezaron a ejecutar en
1989 con la elección directa de gobernadores y alcaldes y después de 1990 con
la normativa legal de transferencia de competencias del poder central a estados
y municipios. El proceso avanzaba con firmeza en el segundo gobierno de Carlos
Andrés Pérez. Fue reforzado jurídica y administrativamente con Ramón J.
Velásquez quien designó a Allan Brewer Carías como Ministro de Estado para la
descentralización. Pero sufrió un grave estancamiento con retroceso en algunas
áreas fundamentales bajo Caldera II. El problema mayor es que en estas cosas
hay que creer profundamente. Por supuesto que ni Chávez y mucho menos lo que ha
venido después de su extraña muerte, han compartido este esquema que traslada
buena parte del poder a estados y municipios, especialmente a estos últimos,
auténticos representantes del pueblo.
Avanzando
sobre el tema, pueden abordarse otras áreas como la regionalización de la
administración de Justicia incluido el ministerio público, defensorías y
contralorías, impuestos locales al consumo y a las ventas, mientras que el
impuesto sobre la renta continuaría siendo la gran fuente de ingresos del poder
nacional.
El
poder central continuaría teniendo funciones específicas, de manera exclusiva y
excluyente en algunos casos, en materia de educación, salud, petróleo y
minería, política exterior y defensa nacional. Suficiente para lucirse sin pretextos
y con suficientes recursos aportados desde el interior.
No
es lo único. Hay bastante material sobre estos y otros temas vinculados a la
existencia de un estado auténticamente federal. Existen ideas, planes,
programas concretos y gente de carne y hueso con probada capacidad para
llevarlos adelante. Quiero decir, que Venezuela tiene con qué y con quienes
llevar adelante la enorme tarea que impone el cambio que se avecina.
Lunes,
2 de junio de 2017
@osalpaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario