“Desde el 2013 al día de hoy, el
Bolívar se ha devaluado en 47.000%”
Una causa
del hambre en Venezuela
Formato del
Futuro…
No en vano ni es extraña la expresión intelectual e histórica de que la 0rganización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (OEA), no pasan de ser sindicatos de gobiernos. Es decir, grupo de cómplices que se reúnen por si acaso se llegaran a necesitar, después de haber incurrido en una fechoría o en un acto impropio. Porque lo cierto es que santos no son, ni mucho menos inocentes. Y que ese, en el fondo, es lo que los une. Pero, además, que es lo que sucede, cuando se plantean situaciones realmente embarazosas, y, de repente, el concierto de siglas y de integrantes quedan desnudos ante las víctimas y el resto de los espectadores.
No en vano ni es extraña la expresión intelectual e histórica de que la 0rganización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (OEA), no pasan de ser sindicatos de gobiernos. Es decir, grupo de cómplices que se reúnen por si acaso se llegaran a necesitar, después de haber incurrido en una fechoría o en un acto impropio. Porque lo cierto es que santos no son, ni mucho menos inocentes. Y que ese, en el fondo, es lo que los une. Pero, además, que es lo que sucede, cuando se plantean situaciones realmente embarazosas, y, de repente, el concierto de siglas y de integrantes quedan desnudos ante las víctimas y el resto de los espectadores.
Quizás es
por eso por lo que la mayoría de los venezolanos, ante el grotesco episodio que
se acaba de exhibir en Cancún, México acerca de la situación que viven ellos y
su país, se plantea para qué sirven realmente las pomposas reuniones
llamadas Asambleas de ese coctel de organismos internacionales que, como
OEA, ONU, UNESCO, UE, OIE, OIT, entre otros.
Todos, al
final del camino, terminan demostrando es que, entre galimatías conceptuales y
gárgaras de razonamientos diplomáticos, siempre es más fácil y menos riesgoso
pasar a justificar cualquier desafuero como acierto, cuando de lo que está de
por medio es lavarle la cara a cualquier satrapía y su promotor. Juicios,
cuestionamientos, sanciones morales, desde luego, implican un costo y es
siempre más cómodo no asumirlo, por aquello de que no sé cuándo voy a
necesitar de aquel a quien hoy estoy comprometiendo
El bien
mercadeado conjunto de siglas lo conforman naciones que arguyen estar unidas
por su posición geográfica, ideologías o intereses comunes. Y que ese supuesto
entendimiento fue estructurado y armado con la intención de unir esfuerzos en
su protección, desarrollo o por intereses comunes.
Sin
excepción, se rigen por unos estatutos o reglamentos con objetivos,
valores y principios que, en teoría, les sirven para una prudente, prolongada y
fructífera convivencia. No obstante, a pesar de la justificación,
lamentablemente, cuando entran en el juego de la interdependencia de relaciones,
como es el caso de los intereses económicos, surgen las grandes
sorpresas. Y todo se hace más visible cuando los principios y los valores
que conforman la base cultural de los “mejores amigos”, pasan a un
segundo plano.
También
cuando se activa el juego de la diplomacia, de las conveniencias, de las
grandes asambleas, de los discursos interminables, de las distintas
interpretaciones, hasta que todo termina dependiendo del pragmatismo de las
bien administradas hermandades comerciales o en aquello en lo que, como se
diría en buen criollo, generalmente concluye en el cebo del pragmatismo
identificado en " cuánto hay pa' eso".
Lo de
Cancún da para todo. Porque allí la gran mayoría de los países que integra la
OEA, la de los países del Continente Americano, se reunió nuevamente para
demostrar porqué se hacía necesario no perder de vista las falencias
democráticas y de los derechos humanos en Venezuela. Y, además, a qué se
debía la necesidad de favorecer una intermediación positiva de arreglo o
acuerdo entre las partes venezolanas que hoy se disputan la posibilidad de
vivir en libertad, o en un absolutismo autocrático.
No
obstante, todo no pasó de un transparente y argumentado deseo público. Ya que
la mayoría de los países que representan, en sí, el 90% de la población
del territorio americano, es decir, 900 millones de habitantes,
aproximadamente, votaron a favor de conseguir una posible solución para
resolver el problema que vive actualmente Venezuela. No obstante, a juicio de
los que se negaron a aceptarlo, sencillamente, se desestimó la importancia y
gravedad de lo que significan realmente las crisis humanitarias en las que se
traducen el hambre y la inexistencia de medicinas para miles de venezolanos, la
escasez de todo y la inseguridad, sin dejar de mencionar la permanente
violación de derechos humanos. Mucho menos la situación de ruina a la que
hoy se enfrenta un país otrora próspero, y actualmente otra nación del mundo
con más de un 80% de su población viviendo en condiciones de pobreza, y parte
de ella alimentándose con basura.
Es decir,
la prueba de Cancún no fue aprobada por Venezuela. Ni por su ciudadanía, ni
tampoco por su Gobierno. Porque no fue posible el pronunciamiento
imprescindible que se tradujera en acuerdos unánimes.
Todo se
debió a que 8 países ( Ecuador, El Salvador, Granada, Haiti, República
Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago, Antigua y Barbuda ), sencillamente,
apelaran al pragmatismo de lo aparentemente comercial, para, a lo
camaleón, sobarle la espalda a Dios y servirle el postre a Lucifer; orar por
sus intereses y atar a Venezuela debajo de la alfombra sobre la que apoyaba las
cuentas de sus relaciones, indistintamente de que no fueran transparentes.
Entre ellos, se hizo presente la abstención de votar, mientras que otros
5 votaron en contra y 20 hicieron lo que les parecía conveniente y oportuno,
ante la urgente necesidad de soluciones.
Sencillamente,
no hubo aprobación, porque se requerían 23 votos y sólo se lograron 20. Todo,
por voluntad de 3 de los presentes, quedó pospuesto salomónicamente para un
nuevo intento en una próxima Asamblea.
Los que
votaron en contra, fueron: Bolivia, Dominica, Nicaragua, San Cristóbal y
Nieves, San Vicente y Las Granadinas. Y todos obedeciendo a su compromiso
crematístico con el actual gobierno de Venezuela; no con Venezuela ni con
33 millones de venezolanos. Y las evidencias así lo certifican.
Porque Bolivia
y Nicaragua, durante el transcurrir de los últimos años, han tenido una
afinidad ideología con el régimen venezolano, y han recibido un innumerable
número de aportes financieros de parte de Venezuela para construir todo tipo de
proyectos, como son: aeropuertos, carreteras, hospitales, etc.
En el caso
de San Vicente, por intermedio del Fondo de Solidaridad del Banco del
ALBA, se le han entregado más de $ 90 Millones para construir el aeropuerto de
Argyle, construido por una empresa cubana -y no una venezolana- y que fue
recientemente inaugurado por el Presidente de Venezuela. Fue una entrega que
otros calificaron de aporte, porque, según lo dijo el congresista Ralph
Gonsalves en su Parlamento, en agosto de 2011, en realidad, fue una donación,
aunque no precisó de parte de quién, ni mucho menos autorizado por quién. El
total de los beneficios que San Vicente ha recibido, alcanza a 190 millones de
dólares; es decir, un muy buen monto que permite -y hasta justifica- cualquier
contraprestación.
En el caso
de Dominica, también se trata de un país que ha sido favorecido con la siempre
para él “buchona” petrochequera venezolana. De ese fondo al que sólo una
minoría de venezolanos también tuvo libre acceso en su oportunidad, dicho país
recibió millonarios aportes para construir su aeropuerto, igualmente;
como malecones; no menos de $ 30 millones para su Programa
"Revolución de la Vivienda ", así como otro volumen para construir
una gran estación de Policía y obras de acueductos.
En cuanto a
San Cristóbal, recibió recientemente una donación de 50 casas, además de
créditos largos y baratos por más de $ 90 millones en Petróleo.
Y todos
esos aportes, regalos, concesiones y similares fueron posibles en beneficio de
esos oportunos y apropiados votantes para un momento excepcional, cuando
en Venezuela, supuestamente, no hay disponibilidades para honrar deudas
atrasadas, importar insumos y materias primas, mucho menos para comprar
alimentos o medicinas.
Por
supuesto, es legítimo plantearse una inquietud:¿tales compromisos
económicos y morales habrán tenido el peso suficiente, como para que el
comportamiento electoral de esos países, desde un comienzo, haya tenido una
decisión supeditada a la voluntad del prestamista, de quien hizo la
donación o de aquel que, sencillamente, no guarda reparo alguno en
capitalizar la invariable conducta de esa especie de Judas del Caribe?. ¿Y
también existe una solidaridad que, mucho más allá que lo planteado hoy,
también engendra la relación con “otros” países que, individualmente, dependen
de “otros” acuerdos?.
También es
válido entender que, bajo ciertas circunstancias y condiciones, existen
autócratas con vestimentas de demócratas, a quienes se les hace relativamente
fácil y cómodo engavetar principios y valores, para valerse de las ventajas que
ofrecen las siglas rimbombantes de organismos enquistados en la historia, en
donde muchos desafueros pasan fácilmente como actos de santidad. Y en
esos no están precisamente, los que tienen que ver con derechos humanos y demás
conquistas institucionales del Siglo XXI.
En Venezuela, durante las protestas de los últimos 80 días, ha fallecido una cantidad similar de ciudadanos. La mayoría de ellos ha sido asesinada por el uso ilegal e inconstitucional de armas letales en manos de distintos funcionarios al servicio del Estado. Ha sido posible porque el país sigue huérfano de estado de derecho, y eso sucede mientras que ciertas autoridades han sido denunciadas por la propia Fiscal General de la República. También en el medio de asentimientos, reflexiones y reconocimientos de hechos delictivos de parte de funcionarios adscritos al Ministerio de la Defensa.
Sin
embargo, la respuesta de esas mismas autoridades, cuando se le han planteado
propuestas dirigidas a ponerle un freno a dicha situación, sigue siendo la
misma: represión, heridos, detenidos y activación sistemática del terror contra
los ciudadanos.
La otra
respuesta, la que detenga la dependencia de la basura como fuente de
alimentación, la que impida la muerte de más venezolanos en los centros
hospitalarios públicos y privados por la carencia de medicinas, de neonatos por
insuficiencia de recursos para atenderles eficientemente en los sitios de
nacimiento, de niños por desnutrición, jamás aparece. No priva. No cuenta. No
interesa.
Más
valen la utilidad política de una Asamblea Constituyente Comunal a la medida de
quienes insisten en usar el poder como recurso de destrucción y no de
progreso; de desorden fiscal y monetario; de sostenimiento y prolongación
de la hiperinflación. Y lo hacen, además, para avivar, bajo la llama de la
represión, el cuadro triste, lamentable y dramático de centenares de miles de
venezolanos que hoy piensan en migrar a otra parte del mundo.
Ante dicha
realidad, ya no se hace necesario transitar por situaciones ideológicas y
políticas, para concluir en que Venezuela transita por una situación
comprometedora exigente, al no poder justificar todo lo que se suscitó en
Cancún, en contra, no de los oposicionistas, como sí de la ciudadanía en
general. Cerrar los caminos del entendimiento, sin duda alguna, pudiera
exhibirse como un trofeo gubernamental, para demostrar fortaleza. No obstante,
hoy la fuerza no le favorece, ni tampoco le premia en su propósito de ofrecer
recursos para rescatar respaldo y confianza.
Es lo mismo
que ya le sucedió en el seno de la OEA, más allá, inclusive, de que hayan sido
suficientes 30 monedas para cambiar respuestas y conductas, de parte de
aquellos que, por anticipado, ya estaban obligados –que no comprometidos- a
servirle a lo que mañana sí pudiera tener un precio para ellos: el del
arrepentimiento. ¿0 es que la historia no dice que un arrepentimiento similar
vivió Judas Iscariote, antes de suicidarse?.
Egildo
Luján Nava
Coordinador
Nacional de Independientes Por el Progreso (IPP)
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