Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 15 de mayo de 2017

Julieta López Abrar : Carta de amor a Venezuela.

 


Ginebra, 13 de mayo de 2017

Soy un pedazo de ti Venezuela. Todos somos pedazos de ti, regados por el mundo, semillas de tu corazón fertilizando tierras extranjeras.

Somos todos pedazos del corazón venezolano, que desde aquí elevamos nuestra voz, como una inmensa ola energética vibrante de amor, que cruza cielos y mares para cubrir y defender a nuestros hermanos, que están allá viviendo la injusticia, el atropello, el horror de la tiranía.

Hermanos, rostros y cuerpos labrados, esculpidos por un sufrimiento corrosivo, por el sufrimiento de un maltrato diario, pero el corazón venezolano ha convertido ese dolor en un sufrimiento digno, noble...un sufrimiento que camina...en marcha... que se mueve en medio de bombas, gases y tiros, esquivando la maldad.

¡Qué dolor Venezuela, estar aquí y no estar allá, inmersa en ese movimiento de combate para alcanzar la luz y la dignidad!

Hermanos, pedazos de nuestro corazón. Corazones venezolanos llenos de música, de esa musicalidad de la propia naturaleza, de nuestro propio lenguaje. De esa música que llevamos en la sangre, música que se escucha hasta en los lloros y gritos... Música que se abre paso a través del torrente del dolor. Música que vibra en nuestro vientre cuando entonamos el Himno Nacional.

Hermanos, rostros y cuerpos de fuego, como el rojo de nuestra bandera, combatiendo el mal, combatiendo el odio. Odio del régimen que apunta con armas el pasado, el presente y el futuro del otro. El odio realiza un trabajo contrario al amor, porque en el odio “no hay nadie”. El otro no existe, el otro no es. En cambio para el amor todo ser humano es alguien, es parte de nuestro propio corazón. Todo ser humano es sagrado.

Hermanos, rostros y cuerpos que lloran las lágrimas azules de nuestro mar, azules del fondo del océano: templanza en medio de la tormenta. Lágrimas del azul de nuestra bandera, de ese azul intenso de nuestro cielo, que nos habla de apertura y trascendencia.

Hermanos, rostros, cuerpos y pieles hechas de sol, que llevan en sus células torrentes de luz: de esa gama de amarillos resplandecientes y tostados de nuestro suelo. Del amarillo de nuestra bandera que ilumina nuestros corazones cargándolos de carisma, inventiva, dulzura, amabilidad...

Hoy 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, pido al vientre maternal de María Santísima, que nos ayude a fecundar de nuevo a Venezuela. A hacer brillar con nueva fuerza las estrellas que titilan en nuestra bandera y que ahora tiemblan de horror sobre la noche oscura que atravesamos.

Venezuela vive un proceso de parto, pero tengamos la certeza de que daremos a luz otra Venezuela, digna de sus hijos y su bandera. Y lo haremos con nuestros corazones unidos en uno solo. Todos distintos, pero bellos, dignos, necesarios y amados por nuestra tierra.

Pedazos unidos en un solo corazón.

Ayúdanos, Providencia Divina, a dar a luz, porque somos rostros y cuerpos en contracción, atravesamos las paredes estrechas del canal uterino de nuestra alma, de nuestro cuerpo, de nuestra tierra.

Todos en el vientre profundo de nuestra tierra en trabajo de parto.

Y nacer es difícil, pero es ley de vida.

Que tu luz, bendita Virgen de Fátima nos abra paso al nacimiento y que la piedra oscura del odio sea disuelta, lavada con nuestras lágrimas, nuestro combate, nuestro dolor y nuestra oración.

VIVA VENEZUELA!

Ave María

Padre Nuestro


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