Adolfo Hitler. El “Fuhrer”
responsable de la peor guerra de todos los tiempos y de la ejecución de
millones de judíos en el Holocausto, mientras Berlín estaba siendo tomada por
el Ejército Rojo, el 30 de abril de 1945, en el subsuelo del edificio de la
Cancillería se suicidó junto a su mujer Eva Braun, con un tiro de pistola tras
tomar unas cápsulas de cianuro
Mientras
escribo mi artículo, leo en TalCual una nota, a la que en Venezuela
probablemente no se le de mayor importancia. Cito textual un fragmento de la
noticia: El Estado venezolano aceptó seis recomendaciones para mejorar las
condiciones del ejercicio periodístico y el derecho a la libertad de expresión,
en el Examen Periódico Universal (EPU).
Y el encabezado de la nota es: Estado
venezolano se compromete a respetar la libertad de expresión ante la ONU. Casi
seguro que como las respuestas que buscaba Dylan, todo será un soplo en el
viento más.
Ocho
países pidieron de diferentes maneras la misma cosa: que a los comunicadores en
general y a los periodistas en particular se les permita el acceso a las
fuentes de información; que se les reconozca el derecho a expresar, escribir y
publicar libremente sus propias opiniones; asimismo garantizarles seguridad
durante el ejercicio de su profesión como al resto de los ciudadanos,
protegiéndolos de ataques, intimidaciones y represalias personales, y lo mismo
a quien los empleen; también pidieron el compromiso de investigar ecuánimemente
y enjuiciar con premura a los presuntos autores de ataques a los profesionales
de la información.
Fueron
países de comprobado talante democrático, entre otros Uruguay, Austria,
Portugal, Japón, Holanda, Nueva Zelanda, Alemania y alguno más; solicitaron
algo tan normal como respeto a la integridad de los ciudadanos cuestión que,
según la nota del periódico, el Estado venezolano se ha comprometido a
respetar. Claro que negarse a algo tan justo, y en ese foro, sería un error
mayúsculo que revelaría el talante del régimen.
Otra
cosa es que lo cumplan; no caigamos en lo de siempre, porque de aceptar una
recomendación a ponerla en práctica hay un trecho, y con estos que ocupan hoy
el gobierno podría haber más bien un abismo. Hartos estamos de comprobar que no
le dicen la verdad ni a su médico y no se comprende por qué se empecinan en
recorrer un callejón que, saben muy bien, no tiene salida.
Cuando
a un presidente en sus bien custodiadas cadenas de radio y TV, amas de casa y
niños le dicen a la cara que están pasando hambre; cuando dentro de una cárcel
se encuentran fosas con restos, imagínense, de “desaparecidos” y nadie tose;
cuando sus militares no “pueden” encontrar un helicóptero accidentado en la
montaña, a pesar de tener dos satélites bolivarianos en el espacio, y los
pobladores de la zona saben dónde fue; cuando la cúpula del gobierno es acusada
de desfalcar al país en negociados con sobreprecios de miles de millones de
dólares, sin que nadie hay pedido los “tickets de compra”, que nadie se extrañe
si no creemos que vayan a tratar a los periodistas con guante de seda, como si
fueran gente, cuando vemos a la mayoría del país, especialmente a los que
votaron por ellos, hurgando en la basura en busca de algo que comer, sin un
comentario por su parte.
Estos
“desinstruidos” de casi todo, y especialmente de historia política, ya que se
han dedicado a ello, debieran saber que excepto algunas excepciones los Jefes
de Estado de crueles dictaduras terminaron siendo odiados por sus respectivos
pueblos, y acorralados por el peso de sus terribles decisiones, acabaron siendo
víctimas de su propia ley: la violencia.
Permítanme
señalar los violentos finales de los dictadores más sanguinarios del siglo XX.
Funestos individuos que vale la pena recordar con el deseo y la esperanza de
que sus historias no se repitan.
Adolfo
Hitler. El “Fuhrer” responsable de la peor guerra de todos los tiempos y de la
ejecución de millones de judíos en el Holocausto, mientras Berlín estaba siendo
tomada por el Ejército Rojo, el 30 de abril de 1945, en el subsuelo del edificio
de la Cancillería se suicidó junto a su mujer Eva Braun, con un tiro de pistola
tras tomar unas cápsulas de cianuro. Tal vez no queriendo correr con la suerte
de su amigo Mussolini semanas antes, ordenó que los quemaran con gasolina.
Muamar
Gadafi, El terrorista y dictador libio que por más de 40 años había gobernado
en el país norafricano, fue asesinado violentamente en Octubre de 2011 por
rebeldes que lo odiaban por ser autor de horrendos crímenes, entre asesinatos,
violaciones y abusos contra opositores.
Nicolau
Ceaucescu. Ya en 1965, al asumir el poder, en Rumania creó el pánico; durante
su turbio mandato colaboró con terroristas árabes y espió a industrias de
occidente, mientras que su policía secreta liquidaba a los adversarios. En los
disturbios en su contra, diciembre 1989, mandó al ejército disparar contra la
población civil, lo que fue su final, pues el ejército se encontró con el
pueblo y acordaron la paz volviéndose contra el dictador, que trató de huir con
su esposa y compañera de tropelías en un helicóptero que fue interceptado en la
ciudad rumana Targoviste. Ocho días después el matrimonio, en juicio
sumarísimo, fue condenado a muerte. Los cargos contra la pareja fueron:
genocidio, daño a la economía, enriquecimiento ilícito y uso de fuerzas armadas
contra civiles. Ambos fueron fusilados.
Rafael
Leónidas Trujillo. Militar y político dominicano, que gobernó como dictador de
la República Dominicana desde 1930 hasta su asesinato en 1961. Se adueñó del
país al punto de que casi todas las tierras y empresas estatales estaban en
manos de su familia. La noche del martes 30 de mayo de 1961, a nueve kilómetros
de Santo Domingo, fue interceptada por otro vehículo donde iban militares y
civiles que se le oponían, acribillándolo a balazos. Su cadáver fue sepultado
con honores de jefe de Estado, pero los Trujillo pronto huirían del país.
Saddam
Hussein. El dictador iraquí (de 1979 a 2003) derrocado por la coalición
occidental en la II Guerra de Irak, fue capturado en noviembre de 2006, durante
el gobierno de su antiguo opositor Yalal Talabani, por los estadounidenses en
Tikrit, su tierra natal, escondido en un hueco en el desierto. Se le condenó a
morir en la horca por ser autor de crímenes de lesa humanidad, como la matanza
de 148 chiitas en 1982. Su ejecución, al mes siguiente fue grabada y difundida
en un macabro video.
Benito
Mussolini. El 25 de abril de 1945, el dictador italiano intentó escapar rumbo a
Suiza junto a un grupo de soldados de la SS alemana, en medio de una revuelta
de la resistencia en plena ofensiva aliada. Pero no llegó a ningún lado: el 28
de abril lo capturaron en la localidad de Dongo, le leyeron una sentencia
rápidamente y lo ametrallaron junto a su amante Clara Petacci. Luego
trasladaron ambos cuerpos a Milán, donde los sometieron a terribles vejámenes.
“el Duce” acabó colgado de cabeza como un pedazo de carne en la plaza Loreto de
Milán.
Como
quien mal anda mal acaba, lo dicho, ojalá que la historia no se repita.
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