Agonía sin éxtasis
Como esperando que sobrevenga un milagro, el régimen se
vale de toda argucia para alargar los dias de su ya sentenciada existencia.
Pero no va a ocurrir: el petróleo tiene sus santos de espalda y en estos 18
años no se ideó ninguna forma distinta de generar riqueza. Solo se las ingenian
para prolongar la agonía de lo que ha debido desaparecer hace ya bastante
tiempo para bienestar de esta tierra de gracia y hasta para la propia
sobrevivencia del partido populista fundado por Chávez. Existe una relación
inversa entre el alargamiento de la vida del régimen y el porvenir del PSUV.
Eso pudiera traer un beneficio histórico para el país: mientras más se
prolongue en el poder la camarilla gobernante y el desastre que siembra, más
oscuro sera el futuro del llamado Socialismo del SXXI, o simplemente, del
Chavismo como fenómeno politico.
Viéndolo en retrospectiva, si el actual régimen hubiera
desaparecido con la muerte del caudillo, el PSUV sería probablemente hoy una
fuerza temible, con fuertes aspiraciones de poder. Pero sus herederos no
contaron en sus filas con un cerebro politico como el de Rómulo Betancourt, que
habría apreciado las virtudes de la alternancia en el gobierno. Eso sería mucho
pedirle a estas mentes engendradoras de abuso y rapiña. La pretendida ideología
socialista-bolivariana se redujo tempranamente al codicioso usufructo del
poder.
Hoy no tienen ni siquiera discurso. Hace meses que no
hablan del mañana. Su indigente mantra se reduce a hostigar a la oposicion. El
saldo positivo para los venezolanos es que el legado de este desastre populista
se asemejará más a la huella miserable y mal recordada de Velasco Alvarado en
el Perú, que a la perseverante memoria de Juan Domingo Perón en la
Argentina.
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