EN LA UNIÓN
ESTÁ LA FUERZA
La
unidad es hoy más necesaria que nunca. No podemos olvidar que la oposición
agrupada en la MUD y más allá de ella, es hija legítima del pluralismo
democrático. Resulta imposible pretender actitudes unánimes o hacer igual lo
que es diferente por naturaleza e historia. Pero cuando lo que está en juego es
la nación misma, los principios fundamentales de la vida en libertad y
democracia que todos compartimos, todo cuanto pueda separarnos debe dejarse de
lado. Este régimen no puede ni debe continuar. Este es el objetivo que tiene
que unificarnos para definir con claridad la estrategia adecuada para
alcanzarlo. Cada sector puede seguirla a su manera, con su propio estilo, sin
abandonar la ruta que conduce hacia el cambio que aspiramos.
Para
lograrlo hay que sumar y multiplicar. Sentimos una notable ausencia organizada
de sectores básicos de la sociedad civil. Existen pronunciamientos de múltiples
personalidades actuando de manera individual y aunque en sus organizaciones
puedan existir muchos que piensen como ellos, se mantienen al margen de la
lucha concreta. Me refiero a los organismos empresariales de la ciudad y del
campo, a lo que va quedando de estructuras sindicales y laborales, a las
universidades e instituciones del saber y la enseñanza, a los gremios
profesionales, a las academias y algunas otras que no pueden darse el lujo de
actuar como tales, independientemente de las demás. Canales de comunicación y
estructuras adecuadas a la coyuntura deben construirse para que el esfuerzo,
sumado a la acción política de los partidos y grupos surta efectos concretos.
La tarea es urgente. No hay tiempo que
perder. Ya hemos perdido bastante.
Me
llama la atención la ausencia en las llamadas “mesas de trabajo” del supuesto
diálogo, la ausencia de las figuras claves de las citadas estructuras y hasta
de las cabezas más importantes del mundo político. Hay poca representatividad
democrática frente a la representación del oficialismo que las encabeza todas
mediante los expresidentes designados por Maduro a través de UNASUR, con la
sola excepción de una reservada al representante de El Vaticano quien, en
recientes declaraciones, deja constancia de sus reservas y temores relativos al
desenlace de este proceso.
La
Iglesia Católica, una vez más, tiene la enorme responsabilidad de garantizar
entendimientos que permitan la vida con serena tranquilidad. Todos conocemos
los planteamientos opositores y las negativas o esquivas respuestas del
régimen. Despejar la incógnita sobre los propósitos del gobierno es de suma
importancia. Por ahora todo parece una enorme maniobra para ganar tiempo y hacer
improcedentes los planteamientos de la nación democrática. Debemos prepararnos
para los peores escenarios. Si no se dan, pues, que viva Dios. Pero si llegaran
que nos encuentren preparados para cualquier cosa.
Lunes,
7 de noviembre de 2016
@osalpaz
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