Sin
embargo, no tardó en sorprender algo a los ya asombrados europeos. Fue al
constatar que ninguna de esas avanzadas civilizaciones del continente usaba
carros, de ningún tipo, para transportar carga.
Cuando
Colón y toda la ringlera de conquistadores que se trajo como consecuencia de
aquel leve error de apreciación geográfica, camino de Asia, resultando que
tropezó inesperadamente con un continente del que nadie sabía nada. Por no
saber, europeos, asiáticos y africanos no sabían ni que existía.
Al
llegar los primeros, notaron que los aborígenes de aquellas islas eran en el
mejor de los casos, y desde el punto de vista europeo, muy primitivos,
ignorantes, y bastante flojos para trabajar, según el padre De las Casas. Pero
a medida que fueron avanzando ya en tierra firme los conquistadores de turno
apreciaron que la cosa no era como cuando llegó el veneciano.
Si
bien por mucho tiempo los pueblos prehispánicos fueron vistos como
"salvajes”, hoy los estudios han determinado no sólo que las
civilizaciones prehispánicas tenían tanto valor como cualquier otra del mundo,
haciendo contribuciones fundamentales a la ciencia para el desarrollo de la
humanidad. Quizás sea ese, y una vez más sin saberlo, el mayor aporte de
Cristóbal Colón a la historia. Lo cierto es que cuando aquél par de ambiciosos
extremeños, Hernán Cortes y Francisco Pizarro, se adentraron por aquellas
intrincadas selvas, inaccesibles cordilleras y áridas llanuras, fueron
descubriendo insólitas culturas, entre otras a:
Los
Aztecas, en el valle de México, que crearon desde su capital,
Tenochtitlán, un poderoso imperio que dominaría México y América Central, hasta
la llegada de los españoles.
Los
Incas, que en apenas dos siglos impusieron partiendo de Cuzco, El Imperio
del Sol, por gran parte de la Cordillera de los Andes.
Y a Los
Mayas, En el sur de México, Guatemala y Honduras, fue una civilización que creó
grandes Ciudades Estado como Palenque, Tikal o Copán, con majestuosas
pirámides.
Para
sorpresa de los conquistadores aquellos pueblos distaban mucho culturalmente de
los primitivos aborígenes isleños que encontraron a su llegada al Caribe. Eran
pueblos muy avanzados en múltiples disciplinas como La astronomía. Los
pueblos prehispánicos vivían fascinados con la observación del cosmos,
resultando una buena cantidad de astrólogos, y también de indiscutibles
astrónomos, lamentablemente anónimos, que desarrollaron sistemas perfectos para
la medida del tiempo, como el calendario maya y la predicción de eclipses,
fórmulas que se siguen tomando en cuenta.
Fueron
grandes matemáticos. La América prehispánica, concretamente los Mayas
dieron uno de los más importantes aportes a las ciencias exactas: “el
descubrimiento del número Cero” que los europeos desconocían en sus
números latinos.
Dominaban
la orfebrería. Era una destreza esplendorosa en América, pero resultó al
mismo tiempo el signo de su maldición, al abrir la ambición del oro de los
primeros europeos llegados en los siglos XV y XVI. A lo largo y ancho del
continente, la artesanía americana es exquisita, variada y perdura aún. A
través de la artesanía, los arqueólogos han podido determinar muchos datos
sobre los primeros pobladores del Nuevo Mundo.
La arquitectura.
Una innumerable red de intrincados caminos, sobre todo en los Andes, demuestra
la formidable capacidad que los ancestros de América tenían de la
transformación de su entorno. Muchos pueblos tenían una arquitectura
basada en el uso de la madera por lo cual no quedaron rastros significativos,
pero los templos y otros monumentos en piedra son testimonio de un avanzado
conocimiento de la arquitectura y el diseño. Como testimonio hay lugares
admirables a lo largo y ancho del continente como la ciudad del Cuzco, el Machu
Picchu, Nazca, Tajín, Teotihuacán, Palenque, Tulum, Tikal, Chichen-Itzá o Monte
Albán entre otros.
Sin
embargo los primeros americanos no conocieron el arco y la bóveda. De allí se
deduce el porqué sus templos carecían de cúpulas y todos los puentes eran
colgantes. En muchos valles andinos se descubrieron puentes hechos con material
vegetal que causaron admiración por su diseño. Sin embargo algo no tardó en
sorprender a los ya asombrados europeos. Fue al constatar que ninguna de esas avanzadas
civilizaciones del nuevo continente usaba carros, de ningún tipo, para
transportar carga; el motivo era simple: no conocían la Rueda*.
¿Cómo
pudieron levantar aquellos imperios? Todos hemos visto imágenes de indios
americanos transportando voluminosas cargas sobre su espalda, sujetas por un
cinturón de cuero con su frente. Parece imposible que con genios en tantas
disciplinas a ninguno se le ocurrió inventarla o aplicarla.
Este
es un asunto que desde hace siglos se sigue debatiendo. Está documentado que
movían grandes masas utilizando troncos de árbol como rodillos. Pareciera que
de ahí a usar ruedas de algún tipo había un paso, pero no. Hay teorías de todo
tipo para explicar por qué no usaban carros, una es que la rueda hubiera sido
inútil para fines prácticos en cordilleras y selvas de difícil transitar. Otra
socorrida hipótesis, es que probablemente no la hayan utilizado por carecer de
animales de tiro como caballos, asnos, mulas o bueyes, que llegaron con los
europeos en el siglo XVI, junto a las gallinas y perros domésticos. En el sur
andino se domesticaron llamas para portar carga, pero insólitamente
no para arrastrarla.
Hay
teorías para todos los gustos, pero yo pienso, por qué no, que simplemente
nunca se les ocurrió.
* En
algunas excavaciones arqueológicas se han encontrado juguetes con pequeñas
ruedas de madera.
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