La utilización indiscriminada de las ondas por parte de la gente aficionada
estorbaba las comunicaciones, de tal forma que en 1912 el gobierno
norteamericano promulgó una ley, que otorgaba las frecuencias oficialmente para
evitar que los amateurs pudieran inmiscuirse en las transmisiones de la Marina
y amenazar su seguridad
Fue a
finales del siglo XIX cuando los padres de la radio, Nikola Tessla, Lee de
Forest o Thomas Edison comenzaron sus transmisiones de prueba en EEUU, pero
solo transmitían de punto a punto. Las oficinas de correos y teléfonos fueron
las encargadas de administrar el nuevo invento; hasta entonces usaban el
telégrafo inalámbrico de Marconi, que emitía un alfabeto sonoro creado por
Samuel Morse.
Al
principio la radio servía para comunicarse con los barcos de pasajeros y la
Armada, ejércitos y organismos oficiales, pero Marconi introdujo después el
receptor de radio sonoro, que captaba las transmisiones habladas, hasta que se
popularizó el receptor casero y el éxito fue fulminante. En muy poco tiempo
millones de personas se hicieron usuarios, y al mismo tiempo, de forma más o
menos amateur proliferaron las estaciones de radio que brindaban programaciones
variadas con música, noticias y seriales dramáticos, emitiendo por cualquier
frecuencia sin ningún tipo de restricción, ya que el espectro radiológico aún
no estaba sujeto a norma alguna.
La
utilización indiscriminada de las ondas por parte de la gente aficionada
estorbaba las comunicaciones, de tal forma que en 1912 el gobierno
norteamericano promulgó una ley, que otorgaba las frecuencias oficialmente para
evitar que los amateurs pudieran inmiscuirse en las transmisiones de la Marina
y amenazar su seguridad. Fue la primera vez en la historia que se organizaba de
alguna manera aquél desbarajuste. A partir de entonces las emisoras de radio
pasaron a dividirse entre legales e ilegales. Eso no acabó con las
transmisiones de gente sin licencia pero sentó las bases para organizar con el
tiempo las emisiones en Onda Corta, AM y FM.
En
ciertos países de Europa, la radio era un monopolio en manos de los Estados,
como Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia, España y los países escandinavos.
Era un servicio público a diferencia de EEUU, donde la legislación permitía el
uso comercial por parte de empresas privadas, creándose grandes cadenas que
transmitían de costa a costa como ABC, CBS, o NBC, además de cientos de
emisoras locales. En los países de Europa no era posible ya que las normas eran
muy estrictas, y ni siquiera transmitían publicidad.
Sin
embargo por la experiencia americana el negocio lucía fabuloso, de tal manera
que en los ‘50 apareció un subterfugio, creándose las emisoras “off shore”
(aguas afuera) instaladas sobre barcos o plataformas en aguas internacionales
frente a las costas de los países que mantenían la prohibición de transmitir
publicidad. En realidad no infringían ninguna ley, pues en aguas
internacionales no existe reglamentación radioeléctrica. Ahí nacieron las
primeras “emisoras alegales” o “piratas”, situadas en el Mar del Norte y el
Canal de la Mancha. Su programación era básicamente musical y apolítica.
Dinamarca
fue el primer país del mundo que contó con emisiones radiofónicas comerciales
sin licencia. Fue cuando “Radio Mercur”, en Mayo de 1958, comenzó a transmitir
sólo música y publicidad desde un barco anclado en aguas internacionales siendo
un fulminante éxito comercial. La prensa de la región comenzó a llamarla “Radio
Pirata”, por lo que aportaba de fantasía, más que por el aspecto legal.
A partir
de ahí nacieron radios como hongos, transmitiendo desde cualquier lugar,
siempre que estuviera en aguas internacionales. Operaban desde barcos anclados
y plataformas usadas y abandonadas por la artillería antiaérea británica
durante la II Guerra Mundial, en pleno Canal de la Mancha, equipados con los
más modernos transmisores y enormes mástiles como antenas. Sus contenidos eran
absolutamente apolíticos, básicamente rock&roll o baladas interpretadas por
los grandes artistas del momento, guiándose por las listas de las revistas
musicales norteamericanas Billboard, Cash Box o Record World y las británicas
New Musical Express o Melody Maker, que publicaban las ventas de discos y los
éxitos más radiados. Además, no pagaban impuestos.
Rohan
O’Rahilly fue uno de los pioneros que comenzó a transmitir con Radio Carolina*
desde un viejo ferry de pasajeros, el “MV Fredericia” que rebautizó “Mi Amigo”
y lo hizo legendario como a sus DJ’s. En 1964 El grupo británico “The Fortunes”
grabó el tema “Carolina”** que la radio usó como su himno.
A
principios de los sesenta, con la irrupción del rock y pop británico tras el
fenómeno Liverpool, artistas, como Los Beatles, Rolling Stones y todos los
ídolos de la época, eran transportados a estas emisoras para ser entrevistados,
acrecentando la leyenda. La BBC apenas transmitía dos horas diarias de música
para la juventud, lo cual aumentó las ganancias de las radios piratas de forma
exponencial. Las principales eran R. Carolina, R. England, Capital Radio, R.
London y
R. Scotland frente a las costas de Suffolk, Inglaterra; R. Verónica y R.
Luxemburgo emitían hacia el continente. A mediados de los ’80, la BBC y
otras cadenas europeas estatales decidieron poner publicidad, con lo que el
negocio “pirata” mermó, abandonando las transmisiones en altamar.
En estos links verán:
* The Swinging Radio England Story.
A Day In The
Life Of Radio Caroline.
**Escuchen la canción original.
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