En
los años sesenta de mi niñez, cada tarde, después de la escuela, veía en la TV
argentina un espacio llamado “La Hora de los Pibes”. Las imágenes y sonidos que nos dejó el VII
Congreso del Partido Comunista Cubano me sugieren que esa hora todavía no ha
llegado para mi tierra natal.
Para
aquellos que ven, desde lejos, al “modelo” cubano como un barco sin rumbo que
hace agua por todos lados, el compás de cinco años de espera que quedó abierto
con el cierre del VII Congreso presagia aquello mismo que vienen presagiando
desde hace décadas: ahora si llegó la Hora Final…
Pero
para quienes ven a ese modelo de cerca y han podido constatar los muchos
cambios ocurridos en estos últimos cinco años, la cautela, la falta de prisa y
de pausa, solo presagian una renovación generacional menos generosa y mas
prudente que la que algunos desearían y muchos esperábamos.
Que
el presidente de Cuba diga publica e irónicamente que en la isla, al igual que
en los EEUU, hay dos partidos políticos, el suyo y el de su hermano, es una
verdad que grita diariamente la realidad cubana, y que explica, en gran medida,
la velocidad de “school zone” a la
que transitan los ajustes al modelo.
Y
el presunto berrinche del canciller cubano contra el reciente discurso del
presidente de los EEUU en La Habana no es sino una lectura clara y precisa de
las intenciones que justifican el cambio dado por los EEUU en su política hacia
la isla, anunciadas y reiteradas tanto por el presidente Obama como por su
canciller: a confesión de parte relevo de prueba…
Mientras
tanto y en nuestra orilla, quienes desde hace años discriminan contra los
ciudadanos americanos sin raíces cubanas y avalaron distinciones arbitrarias y
antinaturales de los alcances del concepto de familia, se rasgan las vestiduras
porque no pueden pagar varios miles de dólares para viajar a Cuba en crucero.
Al
canciller cubano le cabe aquel dicho paulistano que consagra una actitud
anti-beligerante sembrada por los japoneses en la capital comercial de Brasil: “Usted tiene razón…; pero poca…; y la poca
que tiene es irrelevante.” El avance
del sector privado en Cuba es un imperativo que impone la propia realidad
cubana, y que no tiene marcha atrás como no sea a través de un nuevo ciclo de
sin-razón. Y son las autoridades cubanas quienes debieran ser aliadas de ese
crecimiento del sector privado, no “el imperio” que tantos recelos despierta en
uno de los fraternales partidos cubanos, partido cuyo modelo pareciera
pretender rescatar el VII Congreso del PCC a través de la retorica…
¿Pero
que sorpresa puede haber en todo esto cuando en nuestro patio mayamero todavía
hay muchos a la espera del rescate de su propio modelo –tan añejo como el
cubano- que le siguen apostando al VII, pero al de caballería?...
Mientras
no se les de curso a las ideas de los tan cacareados “pinos nuevos”, en una y
otra orilla, y no cambiemos todos los cubanos los modelos vetustos y de
comprobada ineficacia a los que tanto nos aferramos, seguiremos viviendo en el
pasado, sumergidos en el mismo pozo de intransigencia e intolerancia que ha
signado el ultimo medio siglo de nuestra historia, y encarnado en otro dicho: “Tu estas total y completamente equivocado…”
El
futuro de Cuba depende de la capacidad y la vocación de todos los cubanos de
ver nuestra realidad tal cual es, de concentrarnos en nuestro bosque y no en el
anecdotario de arbolitos que puebla nuestro pasado, yermo como el de pocas
otras naciones con las que compartimos un mundo cada vez mas cambiante.
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